1. Relación entre el Espíritu Santo y el hombre

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Ver las otras partes de la tesis:

Introducción
2. El Amor de Dios derramado por el Espíritu Santo
3. La fuerza y el poder eterno de Dios por el Espíritu Santo
4. El Espíritu Santo santifica y libera
5. El Espíritu Santo da una nueva vida
6. El Espíritu Santo hace a los hombres hijos de Dios y herederos

venida_espritu_santo_beato_angelico.jpgLa experiencia de Pablo, en lo referente al Espíritu Santo y el hombre, se refleja en todos sus escritos, ya sea de manera explícita o implícita. Se analizarán a continuación los textos más explícitos en este sentido.

En los inicios de la Carta a los Romanos, Pablo muestra la existencia de una relación con Dios en su interior cuando dice: «Dios, a quien venero en mi espíritu» . Aquí el Apóstol está hablando des de la propia experiencia, pero a los romanos les habla de algo generalizado entre los cristianos: «el Espíritu de Dios habita en vosotros» . Igualmente, de forma condicional, se refiere a esta presencia espiritual en la persona gracias a la cual se producen otros beneficios: «si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros» ; «El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios» . En el primer caso estancia del Espíritu de Dios en los hombres aporta vida, en el segundo es la prueba que testifica la filiación, pero siempre precede la venida del Espíritu.

Siguiendo en la misma epístola encontramos otros textos que reflejan esta presencia divina en los hombres, acompañada de obsequios, acciones o ayudas espirituales: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» ; «poseemos las primicias el Espíritu» ; «…mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo» ; «la verdadera circuncisión, la del corazón, según el espíritu» . Se puede observar que la relación con el Espíritu Santo aporta amor, unas primicias de algo que aun tiene que llegar, una guía o seguridad espiritual para la conciencia y una marca en el corazón llamada verdadera circuncisión.

También, destinado a otras comunidades cristianas, encontramos expresiones que pretenden mostrar la excelsa realidad de la presencia espiritual de Dios en el interior del hombre. De esta manera, los cristianos de Corinto fueron exhortados a tomar conciencia de que son un sitio donde habita el Espíritu: «¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» ; y también Pablo les dijo: «(Dios) nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones» . En esta Carta a los Corintios aparece la analogía del Templo con el ser humano, la cual desarrollo a continuación como lugar de encuentro; un espacio donde Dios derrama su Espíritu. A los hermanos de Éfeso, Pablo les habla de un edificio espiritual donde Dios reside: «en quien (Cristo) vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu» .

Relacionado con las acciones que acompañan la presencia del Espíritu Santo, y evidenciando esta estancia, se encuentran en las diferentes cartas paulinas estos textos: «Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones» ; «llenaos más bien del Espíritu. Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor» ; «Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros» . Respectivamente a los textos, se habla de una presencia del Espíritu que marca los corazones como si de una carta se tratase, que hace suscitar oraciones y cantos, y que ayuda a guardar el tesoro de la fe.

Hasta ahora, mediante textos básicamente paulinos, se ha mostrado que el Espíritu Santo habita en las personas. Y este es el punto de partida en la relación del hombre con Dios. También se han expuesto algunos textos que reflejan beneficios recibidos gracias a la presencia del Espíritu, el cual no solo nos aporta obsequios espirituales en la intimidad, como el amor, la vida, la fe, la guía…, sino que también capacita a las personas para ser instrumentos visibles de Dios. El parágrafo anterior finalizaba con el tesoro de un buen deposito donde estaría la fe. Esto procede del Espíritu que lo conserva en nuestros corazones, pero también el parágrafo se inicia diciendo que los cristianos eran una carta que viene de Cristo, lo cual sucede gracias al mismo Espíritu de Dios. Lo primero sería un beneficio oculto, mientras que lo segundo exteriorizaría la fe y la vida consecuente que se lleva dentro, como también lo harían las oraciones con cantos de himnos, alabanzas, etc… Finalmente, es importante la designación de templos del Espíritu que se da a los cuerpos humanos, realizada por San Pablo. Es imprescindible para los hombres un lugar en el cual pueda encontrarse con el Espíritu Santo, espacio donde los seres temporales y finitos puedan relacionarse con El para obtener todos los recursos espirituales necesarios para la vida cristiana en el mundo presente y para la preparación de la vida eterna. De este lugar hablo a continuación.

1.1. Lugar de encuentro

Para que pueda existir una relación entre dos o más sujetos se necesita un lugar de encuentro. El Todo poderoso tiene en cuenta nuestra condición temporal vinculada a las realidades físicas, por este motivo propicia lugares donde nosotros podamos acceder a un encuentro espiritual con El. Realizando un breve recorrido bíblico encontramos espacios escogidos por Dios des de donde se comunicaba a los hombres. Se trata de una tienda, de templos y finalmente del mismo ser humano. Todos estos espacios elegidos han llegado a ser templos del Dios vivo y residencia del Espíritu Santo :

• Tienda del encuentro sagrado. Yahvé dijo a Moisés: «Me harás un Santuario para que yo habite en medio de ellos. Lo haréis conforme al modelo de la Morada y al modelo de todo su mobiliario que yo voy a mostrarte» . La Tienda y los objetos del mobiliario sagrado estaban consagrados al Señor . Se trataba de un tabernáculo con una estructura muy detallada en la que se encontraba un espacio reservado a los sacrificios y al culto en general llamado lugar santo , y otro que recibe el nombre de lugar santísimo, separado del resto por una cortina , donde se encontraba la presencia de Dios y donde sólo podían acceder los elegidos por el Señor . Al principio Moisés era el único que estaba autorizado para acercarse a la presencia de Dios, mientras que el resto del pueblo no tenía acceso directo , y en lo referente a la manipulación de los objetos sagrados presentes en el lugar santo, solamente los levitas estaban autorizados para manejarlos y utilizarlos en el servicio realizado en la Tienda , mientras que los sacerdotes eran los únicos encargados de oficiar el culto . A esta tienda Moisés «la llamó Tienda del Encuentro» . «Y una vez entrado Moisés en la Tienda, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta de la Tienda, mientras Yahvehh hablaba con Moisés. […] Yahvehh hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo» .

• El primer Templo. El Rey David comentó al profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.» . «Pero Yahvehh dijo a David mi padre: Cuanto a haber pensado en tu corazón edificar una Casa a mi Nombre, bien has hecho en tener tal voluntad, pero no edificarás tú la Casa, sino que un hijo tuyo, salido de tus entrañas, ése será quien edifique la Casa a mi Nombre» . «Empezó, pues, Salomón a edificar la Casa de Yahvehh en Jerusalén, en el monte Moria» . Cuando la obra finalizó se introdujeron los objetos sagrados y se trasladó el Arca de la Alianza desde la Tienda del Encuentro hasta el lugar santísimo del Templo . El evento se festejó emotivamente, y cuando estaban cantando al Señor «la Casa se llenó de una nube, la misma Casa de Yahvehh. […] la gloria de Yahvehh llenaba la Casa de Dios» . Entonces «Salomón se puso ante el altar de Yahvehh en presencia de toda la asamblea y extendió sus manos» y empezó a pronunciar una oración al Todopoderoso . Una vez finalizada «bajó fuego del cielo que devoró el holocausto y los sacrificios» . Los levitas continuaron ocupándose de los objetos sagrados y de los servicios , mientras que los sacerdotes eran los únicos que podían acceder al lugar santísimo .

• El segundo Templo. Después de la destrucción del primer Templo el profeta Ezequiel tubo una visión del segundo Templo y como «la gloria de Yahvehh llenaba la Casa» . Hacia el año 538 aC «Zorobabel, hijo de Seatiel, y Josué, hijo de Yosadaq, con el resto de sus hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos los que habían vuelto del destierro a Jerusalén, comenzaron la obra […] las obras de la Casa de Yahvehh» . SE restableció el culto: «Judá se complacía en ver a los sacerdotes y levitas en sus funciones. Ellos cumplían el ministerio de su Dios y el ministerio de las purificaciones, junto con los cantores y los porteros, conforme a lo mandado por David y su hijo Salomón» . En el nuevo Templo, igual que en anterior, se encontraba el lugar santísimo .

• El Templo del ser humano. La construcción de este Templo es obra del Señor y no de los hombres, como podemos leer en el Génesis: «Entonces Yahvehh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente» . En los orígenes existía una relación cara a cara con el Creador como algo normal , pero con la desobediencia de Adan y Eva y la consecuente expulsión del paraíso se produjo un alejamiento y una separación del hombre con Dios cada vez más grande, hasta el punto que Yahvehh dejó de comunicarse directamente con cualquier persona y lo hizo sólo con algunos personajes escogidos. El Apóstol Pablo muestra como Dios ha manifestado su amor hacia la humanidad rescatándola de un estado de separación mediante la justificación realizada por Jesucristo , lo que ha permitido a toda persona tener acceso a la gracia de Dios. A los efesios Pablo les dice: «mediante la fe en él (Cristo), nos da valor para llegarnos confiadamente a Dios» . En la Carta a los Hebreos se concreta lo siguiente: «Teniendo, pues, hermanos, plena seguridad para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús» . Recordando las palabras dirigidas a los Corintios se puede observar que el lugar de encuentro entre Dios y el cristiano durante la vida terrenal es su misma estructura humana: «¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?. Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado y vosotros sois ese santuario» . A los hermanos efesios se les anunciaba: «vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu» . Jesús, en un diálogo con los judíos afirmó que su cuerpo era santuario: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré. Los judíos le contestaron: Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo» . Por tanto, si los hombres han sido creados a imagen y semejanza de Dios también son santuarios. Pero Pablo muestra otro motivo por el cual todos obtienen la condición de Templo: «nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo» . Si nos unimos, formando un solo cuerpo, con aquel que es Santuario, entonces necesariamente somos santuarios o templos. Jesús, hablando con la samaritana afirmó que el culto a Dios no estaría limitado a unas determinadas construcciones humanas: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. […] llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y en verdad» . San Pablo comentaba, basándose en su experiencia personal, que daba culto al Señor en su espíritu , lugar interior de la persona donde se produce una comunicación con Dios que guía la conciencia . Y, como se ha expuesto en el apartado anterior , del corazón surgen oraciones, alabanzas y diferentes formas de culto a Dios. Existe una relación espiritual con el Todopoderoso en la persona de Pablo, pero es necesario pensar que esto mismo puede ser posible en cualquier templo del Espíritu de carne y huesos.

Cuando Dios es una de las partes implicadas en el encuentro es lógico pensar que el lugar de concurrencia se convierte en algo sagrado. De hecho, la palabra templo posee una gran connotación religiosa y significa para muchas personas el sitio donde se produce este encuentro con el Señor. Gracias a Jesús, aquella presencia divina que existía en la Tienda del Encuentro y en los templos de Jerusalén ha continuado presente, no solo en medio de la comunidad creyente , sino también en la misma persona humana.

La Tienda del Encuentro y los templos de piedra formaban una estructura similar. Eran construcciones físicas en el espacio y el tiempo, y en su interior contenían dos zonas muy importantes: el lugar santo y el lugar santísimo. En el lugar santo se realizaban sacrificios, holocaustos y diversas formas de culto con sus oraciones y cantos adecuados, mientras que lugar santísimo era un espacio privilegiado de relación con Dios y sólo se entraba para comunicarse cara a cara con El. Esta estructura es comparable a la del hombre a la luz de los textos de San Pablo porque también es un elemento físico en el tiempo y el espacio, y su interior se identifica con un lugar de relación, culto, oración, es decir, allí donde se desencadena un especial contacto con Dios y su Espíritu.

Todos los espacios reciben la condición de sagrados y dignos de gran respeto porque la presencia gloriosa de Dios los llena. Se trata de unos lugares de comunicación directa con el Señor, por tanto, allí donde el puede dar instrucciones. Sólo los grandes sacerdotes tenían permiso para acceder al lugar santísimo una vez al año, desplazándose físicamente para ir al encuentro de Yahvehh. Los primeros templos fueron temporales y se iban sucediendo a lo largo del tiempo, en cambio, los nuevos templos de carne y huesos llegan a ser santuarios permanentes en el mundo mientras dura la vida de la persona. El acceso a Dios y la relación con su Espíritu permanece abierto a todos sin discriminación y sin necesidad de trasladarse a templos de piedra cuando se trata de una comunicación personal, respetando la importancia de las reuniones comunitarias. Aún así, Dios no se encuentra atado a ningún lugar determinado ya que nada puede contenerlo ; esto no excluye que quiera habitar y dejarse encontrar para que podamos beneficiarnos de ello. No teniendo límites se hace voluntariamente presente en seres limitados. Hasta se puede decir que permite que nosotros condicionemos parte de su acción omnipotente en medio de la humanidad, porque aunque hable a nuestra conciencia la persona no pierde la libertad de decidir.

En los textos del Antiguo Testamento se habla de Dios que habitaba en el lugar santísimo, pero en el Nuevo Testamento, refiriéndose a los templos humanos se puede encontrar mayor riqueza al respecto puesto que se descubre que en el lugar de encuentro residen las tres Personas Divinas.

1.2. Templos del Espíritu pero también del Padre y del Hijo

En la Carta a los Romanos se habla de la presencia del Espíritu Santo en nosotros , mientras que en la que se dirige a los corintios se dice también que somos templos de Dios: «¿No sabéis que sois santuario de Dios…» . Los efesios son animados a cantar al Señor en sus corazones , y también reciben una plegaria pidiendo al Padre la presencia de Cristo: «que Cristo habite por la fe en vuestros corazones» . Pablo, hablando se sí mismo, manifestaba a los gálatas: «no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi» . Observamos como San Pablo habla indistintamente de Dios, del Espíritu Santo y de Jesucristo, como aquellos que habitan en nosotros. En el Evangelio de San Juan, Jesús habla de esta habitación múltiple cuando dice: «si alguno me ama guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él» . Este texto habla en plural, lo que significa que implica un mínimo de dos sujetos. Literalmente se nombra al Padre quien juntamente con Jesús realizarían esta estancia, pero el Espíritu, que podría suponerse incluido aunque no se haya nombrado, también aparece en el siguiente texto del mismo Evangelio: «yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora en vosotros» .

Ante esta diversidad de habitantes en nuestro interior podemos encontrar algunos textos que muestran su unicidad. A la petición de poder ver al Padre realizada por Felipe, Jesús responde: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» . En otros pasajes del Evangelio de San Juan el Señor dice: «Yo y el Padre somos uno» , y, «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy» . Además, Jesús también recibe adoración y tiene el poder de perdonar los pecados , cosas que sólo eran atribuidas a Dios.

Respecto al Espíritu Santo, es el Espíritu que procede del Padre y de Jesús , y el evangelista Juan también escribe que «Dios es espíritu» . En la Primera Carta de Juan encontramos: «Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado a nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros» . Según comenta Pablo en la Carta a los Romanos, este Espíritu nos hace hijos y nos lleva a clamar al Padre: «Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!» . A partir de estos textos se puede llegar a la conclusión de que en cada templo humano puede producirse una relación con el Espíritu Santo, y gracias a su presencia existe la posibilidad de dirigirse al Padre y a Jesús. Juan Damasceno aporta luz al hecho de reafirmar la presencia de la Trinidad en el corazón de los hombres con estas palabras: «Estas hipóstasis están la una en la otra, n para confundirse, sino para contenerse mutuamente […] No decimos tres dioses, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al contrario, hablamos de un solo Dios, la Santísima Trinidad […] la divinidad está indivisa en los individuos, al igual que en tres soles contenidos el uno en el otro habría una sola luz por compenetración íntima» .

Las acciones propias del Padre, del Hijo y del Espíritu se caracterizan por unos determinados atributos comunes a las tres personas, no obstante, cada Persona de la Trinidad se apropia de aquellos que la distinguen . El Espíritu Santo posee la gran propiedad de crear un lazo que une nuestras almas con el Padre y el Hijo. Así, la gracia y los dones concedidos provienen del Padre por el Hijo en el Espíritu , el cual habita en nuestros corazones. Esta venida al hombre posibilita un retorno en el Espíritu, por el Hijo, al Padre. En este movimiento comunicativo la Triada actúa conjuntamente según un orden designado por su carácter hipostático . Si el Padre, el Hijo y el Espíritu habitan en el interior del hombre, es necesario pensar en la posibilidad de que al alma preparada y santificada pueda establecer una relación propia con cada un a de las Personas divinas. Una relación que llegará a la plenitud con los bienaventurados del cielo. Ahora bien, siguiendo la línea teológica establecida por Pablo, la relación con Dios mientras vivamos en el mundo terrenal existe y se realiza de una forma determinada, tal y como podremos ver a continuación.

1.3. Relación a través del culto y la guía del Espíritu Santo

Se puede distinguir entre las referencias bíblicas que afirman explícitamente una habitación del Espíritu Santo en la persona humana, y las acciones del mismo Espíritu, perceptibles a la sensibilidad humana, que manifiestan esta presencia. No se trata de ser un simple recipiente, sino de ser un lugar de dialogo y relación. Por este motivo, a veces son los frutos y los dones obtenidos a partir de una relación con el Espíritu Santo los que testifican su presencia.

Toda comunicación implica un dialogo entre los diferentes interlocutores. En los textos paulinos encontramos este dialogo en el culto dado al Señor en el interior de la persona , sin despreciar la oración comunitaria . Se habla de la oración con salmos, himnos, cantos, alabanzas y acciones de gracias como una forma de dirigirse a Dios en nuestro corazón .

En la Carta a los Efesios y la enviada a los filipenses se puede leer que la oración y el culto tienen que ser motivados y conducidos por el Espíritu cuando dicen: «…orando en toda ocasión en el Espíritu» ; «…damos culto según el Espíritu de Dios» . Esta dirección espiritual presupone una comunicación divina con la persona que siente el anhelo de orar en su interior, de manera que sabe intuir el tipo de culto que agrada a Dios; incluso puede suponerse una oración espontánea sin grandes estructuras y dócil a la voluntad del Señor.

Mediante la relación con el Espíritu Santo el apóstol Pablo escribe recibe de El orientación, no sólo para los momentos de culto, sino también para formar su conciencia en la verdad y para conducir la propia vida: «Digo la verdad en Cristo, no miento, mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo» ; «el hombre de espíritu lo juzga todo […] nosotros tenemos la mente de Cristo» . Con el contacto espiritual con Dios se puede recibir luz y verdad para analizar y juzgar las situaciones de forma concreta, y por tanto para tomar decisiones vinculadas al juicio realizado. Encontramos en los Hechos de los Apóstoles decisiones y actos atribuidos a mensajes recibidos del Espíritu de Dios, lo cual también da testimonio de esta íntima relación que existía entre algunas personas y el Señor: «El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y ponte junto a ese carro» ; «hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables» ; «el Espíritu Santo les había impedido predicar la Palabra en Asia» ; «Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá, solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones» . Todos estos versículos de los Hechos de los Apóstoles hacen referencia a una relación íntima con el Espíritu de Dios, gracias a la cual los cristianos saben escucharlo y discernir su voluntad, sometiendo incondicionalmente su propia voluntad a la divina.

El mismo Jesús cuando caminaba por tierras de Palestina también buscaba lugares y tiempos para disfrutar de la relación con Dios y el Espíritu con la oración. El evangelio de Lucas muestra como Cristo se retiró para orar antes de realizar la acción de escoger a los apóstoles: «Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» . También ha quedado escrito que Jesús era guiado por el Espíritu: «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto» .

Podemos observar como los personajes bíblicos llenos del Espíritu Santo han experimentado esta relación divina hasta el punto de poder escuchar la voz de Dios y ser capaces de ofrecer un culto según la voluntad de Dios y de tomar decisiones en la vida inspiradas por el dialogo con el Señor. San Pablo exhorta a sus discípulos de Roma a buscar la renovación espiritual que permita acceder a este nivel de relación con Dios, cuando dice: «no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto» .

La renovación del interior del hombre presupone una relación con el Señor más o menos estructurada, gracias ala cual se puede conocer la voluntad de Dios y todo aquello que le agrada, según la inspiración del Espíritu. La relación y el culto a Dios se puede realizar en cualquier lugar, ya sea privado o público, pero el contacto personal con cada individuo se produce en el interior de su ser, como templo vivo. En esta realidad no se puede olvidar que tal relación implica la totalidad del ser humano: cuerpo, alma y espíritu. Ninguna de estas dimensiones queda excluida del contacto con el Señor, aunque puedan existir diferentes formas de relación, vinculación o tipos de expresión del contacto con el Espíritu de Dios, dependiendo de la parte humana que adquiera mayor protagonismo. El punto siguiente trata la relación entre el Espíritu y la totalidad del ser humano.

1.4. Relación del Espíritu Santo con la estructura espiritual del ser humano

Cuando se ha hablado de los distintos lugares de encuentro se ha hecho referencia a una estructura interna de los templos . Siguiendo esta misma disposición, a continuación aparecen tres términos antropológicos que considero claves para la relación del Espíritu Santo con la estructura espiritual del ser humano, como templo de Dios. Estos son: basar, nefes, ruah.

• Basar significa la carne de cualquier ser vivo, hombre o animal. Es la manifestación exterior de la vitalidad orgánica. En el Antiguo Testamento se utiliza para referirse al hombre y a sus consanguíneos , como también la totalidad de los individuos que forman la especie humana y comparten la misma naturaleza carnal. Esta designación sugiere la asociación con matices de caducidad, debilidad y pecaminosidad. Ciertamente, no se utiliza nunca para referirse a Yahvé, pero el evangelista Juan dice: «la Palabra se hizo carne» . No obstante, aunque Dios haya querido hacerse uno de nosotros, la Carta a los Hebreos especifica lo siguiente de Jesús: «probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado» . Si ha querido compartir nuestra debilidad e incluso la misma muerte lo ha hecho por voluntad propia y no porque hubiera existido en el una condición pecadora que lo sometiese .

• Nefes se refiere al principio vital o vida, común a los hombres y animales, pero cuando se aplica al hombre se une a un pronombre personal . Nefes es el centro vital e inmanente del ser humano. La persona concreta está animada por el propio dinamismo interno y dotada de unos rasgos distintivos, de manera que nefes podría significar también la personalidad. No estamos ante una entidad puramente espiritual, pero si se le pueden atribuir las sensaciones orgánicas, las emociones, los deseos… Se trata del lugar desde donde nacen las operaciones sensitivas, afectivas, cognoscitivas, electivas…, formando una unidad psicosomática con basar.

• Ruah, etimológicamente significa brisa o viento. En la mayoría de los casos se utiliza para destacar el Espíritu de Yahvé. Otras veces se refiere a algo que el Espíritu Santo transfiere en el hombre, el cual participa del Ruah como receptor del aliento divino . Esta realidad permite establecer una relación entre Dios y el ser humano. Se trata de una cosa que procede de Dios y que eleva al hombre a mucho más que una simple unión psicosomática, permitiéndole participar de una vida espiritual a imagen de Dios.

San Pablo, refiriéndose a las realidades perceptibles a través del cuerpo, comenta a los romanos: «Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras» . Este texto muestra que a partir de la dimensión material humana, es decir las capacidades físicas, podemos reconocer la presencia de Dios que nos habla por las cosas visibles. También con el cuerpo podemos realzar gestos de culto, como el hecho de arrodillarse , las oraciones y cantos en voz alta , participar en la fracción del pan comiendo el Cuerpo y la Sangre de Cristo … La dimensión corporal humana no ha sido olvidada, aunque para Pablo muchas veces representa un obstáculo para llegar a la plenitud espiritual . Aunque con debilidades carnales, cuando el ser humano se comunica con el Señor lo hace desde su globalidad, de manera que todas las partes de su estructura participan de alguna manera en el diálogo o en el culto, recibiendo cada una los beneficios correspondientes. Existe un texto que Pablo envió a los tesalonicenses que menciona una tríada en la estructura antropológica. Éste dice: «Que Él, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo» . Se trata de una división que no se encuentra de forma tan explícita en ningún otro texto paulino, pero considero que esto no le quita la importancia y la veracidad. En esta oración de Pablo se divide la persona en cuerpo, alma y espíritu. Observemos otros textos donde se hace referencia al espíritu y a otra parte, a veces llamada corazón, donde reside el conocimiento o inteligencia, la voluntad y los sentimientos: «si oro en lengua, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto. Entonces, ¿qué hacer? Oraré con el espíritu, pero oraré también con la mente» . En otras ocasiones el canto dirigido al Señor nace sólo del corazón, aunque puede suponerse una inspiración espiritual: «Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor» ; «cantad agradecidos a Dios en vuestros corazones con salmos, himnos y cánticos inspirados» . Y en otras ocasiones la relación se establece únicamente en el espíritu: «Dios, a quien venero en mi espíritu» ; «El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios» .

Respecto a las acciones del Espíritu en el corazón de las personas, relacionado explícitamente con su presencia, se puede observar que transforma los corazones de tal manera que los hombres llegan a ser cartas vivas que expresan las obras del Todopoderoso . El corazón también es el lugar donde se realiza la verdadera y definitiva circuncisión , sello que marca a los cristianos como prenda de lo que tiene que venir . Pero la cosa más grande que se ha derramado en nuestros corazones lo dice Pablo a los romanos: «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» . El corazón tiene una especial importancia en la vida del cristiano porque de allí surgen las buenas y las malas acciones . Por este motivo considero que el lugar donde el Espíritu de Dios realiza la mayor parte de su acción reparadora en las personas, y desde donde estas, movidas por el Espíritu, cantan libre y personalmente himnos y alabanzas al Señor. También, del corazón nacen sacrificios que se materializarán mediante el esfuerzo humano, con la pretensión de ser más agradables a Dios realizando aquello que Él desea, de forma parecida o analógica a lo que sucedía en el lugar santo de los antiguos templos.

Otro texto bíblico que divide el interior del ser humano se encuentra en las palabras que María pronunció llena del Espíritu y con Jesús en su vientre: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador» . Una vez más, y en boca de María se nombran los términos alma y espíritu. El primero magnifica al Señor mediante alabanzas que emergen de forma voluntaria y consciente desde el alma, seguramente refiriéndose a la parte más sentimental o corazón. Pero el espíritu humano no queda al margen, sino que participa de la celebración y comparte la alegría de Dios por el contacto íntimo con su Espíritu. Y se da por supuesto que la alabanza y el gozo interno se exteriorizaban en el cuerpo. Por último, quiero mostrar otro texto que divide el interior humano en alma y espíritu: «Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras del alma y del espíritu» .

Constatamos que cuando se nombra el alma, el corazón o la mente , acostumbran a ir acompañados de algún elemento de los sentimientos, de la voluntad o de la expresión racional, aunque motivado y guiado por el Espíritu Santo. Por tanto hay una colaboración activa y libre de parte del hombre. En cambio el terreno del espíritu humano parece estar fuera del control de la persona. Allí se produce una relación o un diálogo con Dios, incluso un culto, pero totalmente controlado por el Espíritu Santo, donde la iniciativa humana permanece en una pasividad receptiva, sometida a la voluntad e iniciativa divina. Este espíritu humano puede especificarse como la parte más elevada de la persona siempre abierta a la influencia del Espíritu Santo, aún no siendo totalmente consciente de ello, ni tener el control de esta comunicación en este lugar tan sagrado, similar de forma analógica al lugar santísimo del Templo. Se puede observar que cuando Pablo da culto en su espíritu lo relaciona con el anuncio del Evangelio , por tanto su mente, su voluntad y sus sentimientos estarían básicamente concentrados en evangelizar, pero su espíritu daba culto a Dios al mismo tiempo que el obedecía la voluntad divina.

El hombre es la única criatura a quien Yahvé insufló su aliento de vida para convertirlo en un ser vivo . Esto significa que el Ruah de Dios tocó de manera especial aquella criatura y, juntamente con el alma es factible creer que creó un espíritu humano, siendo éste el punto de unión con el Espíritu del Creador, que obra en todas las realidades humanas a las que se le permite acceder.
En este tema se ha constatado, mediante los textos bíblicos y partiendo de lo enseñado por Pablo en la Carta a los Romanos, que el Espíritu Santo puede habitar en cada persona, de manera que esta se convierte en un lugar de encuentro que recibe el nombre de templo en analogía a los antiguos templos de Israel. Hace falta un lugar concreto donde los seres finitos puedan encontrarse con el Todopoderoso. La presencia del Espíritu de Dios en el ser humano da testimonio de que se realiza una comunicación en los templos de carne y hueso. Esta relación, gracias al mismo Espíritu, abarca toda la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu.

La forma que San Pablo nos muestra para relacionarnos con Dios parte del culto y del diálogo con el Espíritu. Esta comunicación puede llegar a guiar las decisiones del cristiano si éste ha llegado al nivel espiritual suficiente para saber escuchar la voluntad del Señor. Finalmente, la relación con el Espíritu Santo abarca la totalidad de la estructura humana, pues puede comunicarse con el hombre, ya sea desde las cosas externas materiales, a través de las realidades físicas, como también desde la intimidad de su interior a través del alma y el espíritu. También las personas pueden dirigirse a Dios desde cualquiera de sus dimensiones, sin olvidar que en toda relación o acción siempre está implicada la totalidad antropológica, aunque en ocasiones adquiera más protagonismo una parte que otra.

Analizando los lugares de encuentro y la estructura del ser humano presento algunas analogías importantes que presento en el siguiente cuadro:

 

 

Lugares de encuentro

Aspecto externo

Lugar de culto a Dios con una cierta relación y comunicación, y con la participación de la iniciativa humana. Lugar exclusivo de encuentro íntimo y diálogo con Dios, dominado por la iniciativa divina.
Tienda del encuentro y los dos templos de piedra Santuarios de tela o templos de piedra con construcciones muy detalladas, respetando todos los detalles. Edificaciones estáticas. Lugar santo. Se realizan sacrificios, cánticos, oraciones… Lugar santísimo. Separado por una cortina. Con un acceso muy restringido. Posee la presencia de Dios más intensa. El hombre sólo escucha.
El ser humano: Templo del Espíritu Santo. Santuario de carne y hueso, obra de Dios. Templo dinámico que puede percibir información del mundo material y exteriorizar formas de culto. Alma. Interviene la voluntad, la mente y los sentimientos. Desde aquí emergen cánticos, alabanzas, oraciones… EspírituComún en todos los hombres. Lugar de relación más íntima con Dios, ya sea consciente o inconscientemente.

 

            En la relación que se establece cuando el Señor, mediante su Espíritu, entra en la persona humana aparecen unos beneficios espirituales que transforman y elevan el hombre a una realidad muy superior a la de una simple criatura. Partiendo de la Carta a los Romanos, en sucesivos temas se irán desarrollando estos beneficios, los cuales son: el Amor de Dios, la fuerza y el poder de Dios, la liberación y santificación, la nueva vida y la filiación divina.



[1] Rm 1,9
[2] Rm 8,9b
[3] Rm 8,11
[4] Rm 8,16
[5] Rm 5,5
[6] Rm 8,23
[7] Rm 9,1
[8] Rm 2,29
[9] 1Co 3,16: Cf. 1Co 6,19
[10] 2Co 1,21
[11] Ef 2,22
[12] 2Co 3,3
[13] Ef 5,18b-19
[14] 2Tm 1,14

[15] Cf. 1Co 3,16

[16] Ex 25,8-9

[17] Cf. Ex 40

[18] Cf. Ex 26-27

[19] Cf. Lv 6,3; Nm 4,12

[20] Cf. Ex 26,33

[21] Cf. Nm 18,7

[22] Cf. Ex 24,2

[23] Cf. Nm 1,51

[24] Cf. Nm 3,7
[25] Cf. Lv 3,5

[26] Ex 33,7

[27] Ex 33,9-11

[28] 2Sa 7,2

[29] 1Re 8,19
[30] 2Cr 3,1
[31] Cf. 2Cr 5
[32] 2Cr 5,13b-14
[33] 2Cr 6,12
[34] Cf. 2Cr 6,14ss
[35] 2Cr 7,1
[36] Cf. 1Re 1,4; 2Cr 8,14
[37] Cf. 2Cr 5,7
[38] Cf. 2Re25,13-16; 2Cr 36,18-19

[39] Cf. Ez 40

[40] Ez 43,5b

[41] Esd 3,8
[42] Ne 12,44b-45
[43] Cf. Ez 41,4
[44] Gn 2,7
[45] Cf. Gn 3
[46] Cf. Gn 3
[47] Cf. Ef 2,4-6
[48] He 10,19
[49] Ef 3,12; Cr. Ef 2,18
[50] Hb 10,19
[51] 1Co 3,16-17; Cf. 1Co 6,19-20
[52] Ef 2,22
[53] Jn 2,19-21
[54] Cf. Gn 1,26
[55] Rm 12,5: Cf. Ef 4,4
[56] Jn 4,21-24
[57] Cf. Rm 1,9
[58] Cf. Rm 9,1
[59] Cf. Pag. 5
[60] Cf. 2Co 6,16; Ga 3,5
[61] Cf. Ez 37
[62] Cf. Rm 2,11; 3,22
[63] Cf. He 1,13-14
[64] Cf. 1Re 8,27
[65] Cf. Rm 8,9
[66] 1Co 3,16
[67] Cf. Ef 5,19
[68] Ef 3,17

[69] Ga 2,20

[70] Jn 14,23

[71] Jn 14,16-17

[72] Jn 14,9

[73] Jn 10,30

[74] Jn 8,58

[75] Cf. Mt 8,2; Jn 9,35-39; Mt 14,33

[76] Cf. Lc 7,48; Mc 2,5; Mt 9,2
[77] Cf. Jn 15,26; 14,16
[78] Cf. Jn 19,30; 20,22; 1Jn 2,27
[79] Jn 4,24
[80] 1Jn 4,12-13
[81] Rm 8,15

[82]De fide orth., I, 8: PG 94, 829, en Yves M. – J. Congar, EL ESPÍRITU SANTO. Pàg. 482

[83] Yves M. – J. Congar, EL ESPÍRITU SANTO. Pàg. 293, nota 26. San Tomás apropia al Padre el poder, al Hijo la sabiduría, al Espíritu la bondad. Pero no hay unanimnidad en este sentido. De hecho, es una forma de distinguir las personas divinas atribuyéndoles una función particular aunque compartida.

[84] San Atanasio, Ad Serapionem, I, 28 i 30, en Yves M. – J. Congar, EL ESPÍRITU SANTO. Pàg. 297

[85] Cf. Yves M. – J. Congar, EL ESPÍRITU SANTO. Pàg. 298
[86] Cf. Rm 1,9; Ef 5,18b-19
[87] Cf. Ef 5,19a
[88] Cf. Ef 5,19-20; 1Te 5,18
[89] Ef 6,18
[90] Fl 3,3
[91] Rm 9,1
[92] 1Co 2,15b-16
[93] He 8,29
[94] He 15,28
[95] He 16,6
[96] He 20,22-23
[97] Lc 6,12-13
[98] Mt 4,1; Cf. Mc 1,12; Lc 4,1
[99] Rm 12,2
[100] Cf. Cap. 1.1

[101] Cf. Sal 56,5.12. Relación entre hombre y carne en el texto Hbreo.

[102] Cf. Gn 29,14

[103] Cf. Sal 145,21. En el texto Hbreo

[104] Jn 1,14
[105] Hb 4,15
[106] Cf. Jn 10,17-18
[107] Cf. Sal 103,1
[108] Cf. Gn 2,7
[109] Rm 1,20
[110] Cf. Lc 22,41; He 9,40; 20,36; 21,5; Ef 3,14
[111] Cf. Ef 5,19
[112] Cf. He2,46; 1Co 11,23-26

[113] Cf. Rm 7,24; 8,23

[114] 1Te 5,23

[115] 1Co 14,14-15
[116] Ef 5,19
[117] Col 3,16
[118] Rm 1,9
[119] Rm 8,16
[120] Cf. 2Co 3,3
[121] Cf. Rm 2,29
[122] Cf. 2Co 1,22; 5,5
[123] Rm 5,5
[124] Cf. Mc 7,21-22
[125] He 13m15-16
[126] Lc 1,46

[127] Hb 4,12

[128] Considero que la mente (inteligencia y entendimiento) y el corazón son formas de referirse a una misma realidad, es decir, el alma. Aunque un vocablo se refiere a la parte más intelectual y el otro a la más sentimental.

[129] Cf. Rm 1,9
[130] Cf. Gn 2,7b

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