Padre Miguel Ángel, carmelita descalzo: «Quien vive pobre crece en humildad»

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10 de febreo de 2010.- El padre Miguel Ángel, carmelita descalzo, sale a la calle sólo con su hábito y sus sandalias, llueva, nieve o haga calor. No tengo otra ropa, dice sonriendo. Carga contra la pobreza social, pero llama a vivir la pobreza personal como imitación de Cristo. No es idea suya, es lo que propone la Iglesia. Y lo que propuso Jesús.

(J.A.M. / Alfa y Omega) ¿Por qué la Iglesia combate la pobreza social y propone la personal?

La Iglesia, anclada en el Evangelio, sin distinción de credo, lengua o pueblo, ha luchado y lucha por pobrezapadre01_f3.jpgerradicar la pobreza material, que destruye al hombre, necesitado de medios para darle una digna subsistencia. Ésta es una pobreza obligada a causa de las desigualdades y se convierte en nociva para el hombre. Sin embargo, la Iglesia propone la pobreza personal como camino de todo bautizado que quiere vivir la vida que vivió nuestro Señor. Por medio de la pobreza, practicada por amor a Cristo, el bautizado hace que los demás se beneficien de sus dones materiales y naturales, encontrando el camino para asumir en su propia vida la vida del Señor, que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza.

Vivir pobremente, ¿qué beneficios comporta al alma y al cuerpo?

Sabemos, por el Evangelio, qué es lo que hay que hacer para seguir a Cristo: Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dalo todo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme. Se trata de dejar los bienes de este mundo para buscar a Dios desnudamente, practicar la pobreza y encontrar en ella la paz y la alegría que Dios infunde en el alma. La pobreza es uno de los testimonios más elocuentes para nuestro mundo materialista. Si en las casas religiosas se goza de los mismos bienes, o más y mejores, no se da testimonio, sino que se escandaliza a los débiles. Quienes poseen a Dios son ricos, pero lo son más quienes no poseen más que a Dios.

La pobreza, ¿es sólo falta de bienes?

No es pobre quien no tiene bienes, sino quien no desea tenerlos, porque el deseo de poseer ya es un modo de posesión. La pobreza a ejemplo de Cristo no consiste sólo en carecer de bienes materiales, sino en desapegarse de manera voluntaria de ellos. El primer tipo de pobreza es una desgracia, si no se sobrenaturaliza. Si se acepta según los planes de Dios, es un camino para llegar a la pobreza que busca imitar a Cristo pobre. La experiencia demuestra que es muy difícil poseer bienes materiales sin que el corazón se apegue. Generalmente, quien dice que posee bienes y hace uso de ellos pero no está apegado a ellos, justifica su estilo de vida e intenta tranquilizar la conciencia. Se trata de vivir con el corazón libre de todo afecto de posesión, para que Dios lo llene todo.

Con la crisis hay más personas que se han visto forzadas a vivir al amparo de los servicios sociales, las ayudas de la Iglesia o el sostén de sus familias. ¿Qué puede aprender alguien que se ve forzado a vivir de la ayuda de otros?

Quien vive la pobreza, desde la dimensión espiritual que encierra, es libre de espíritu; es totalmente libre desde la libertad de Dios; no está atado a nada, no es esclavo de nada. Quien busca los bienes de la tierra está atado a ellos, depende de ellos y no guarda su corazón para Dios. Quien vive pobre crece en humildad, porque confía en el Señor plenamente y se abandona a su Providencia amorosa. Al vivir la pobreza, se fortalece la humildad.

pobrezapadre01_f4.jpgEntonces, ¿la pobreza nos hace más humildes?

La pobreza -vivida como virtud­­- nos hace crecer en humildad, base de las demás virtudes. Quien vive la pobreza evangélica da culto a la Providencia de Dios. Se trata de confiar en Dios y poner la confianza sólo en Él, sabiendo que Quien cuida de los pájaros no olvida a sus criaturas. El pobre no es orgulloso, porque no tiene motivos para serlo. Dice santo Tomás que la pobreza, voluntariamente vivida a ejemplo de Cristo, es el mayor indicio de humildad. Y uno puede aceptar voluntariamente la pobreza que le viene dada. Los pobres son llamados gente humilde, y aunque humildad y soberbia pueden darse en ricos o en pobres, el pobre consigue con más facilidad el don de la humildad.

Renunciar a los bienes del mundo, ¿es tan duro como parece?

El Señor, en el pasaje del joven rico, nos da las claves para vivir la pobreza evangélica: Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme. No se trata de una imposición, sino de una invitación a la perfección. Al aceptar la invitación, se pide el abandono de los bienes en beneficio de los pobres, con el fin de imitar a Cristo. La pobreza consiste en la renuncia exterior y, también, en el desprendimiento interior de todos los bienes materiales. El Vaticano II exhorta a los religiosos a ser real y espiritualmente pobres, con el fin de imitar la pobreza de Aquel que nació en un establo, murió en una cruz y no tuvo dónde reclinar la cabeza.

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