Ana María Rodriguez Casado, la niña que recuperó la vida por intercesión de la Madre María Purísima

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* Quedó en estado vegetativo a los 3 años tras rompérsele un cable del marcapasos

* Ha recibido su primera comunión en el acto de beatificación de la Madre María Purísima celebrado en Sevilla y asegura que "para mí, Madre María Purísima es mi mejor amiga"

*  Publicamos el testimonio escrito por su madre Paloma Casado, un vídeo testimonial del milagro y de la vida de la nueva beata, la biografía, una semblanza y la vida de Madre María de la Purísima

ana_mara_rodriguez_ha_hecho_la_comunin.jpg23 de septiembre de 2010.- Ana María Rodriguez Casado de La Palma del Condado (Huelva), la niña cuya curación se atribuye a un milagro de Madre María Purísima, ha recibido, este pasado sábado 18 de septiembre, su primera comunión entre los aplausos de los asistentes a la ceremonia de beatificación. Ana María, que ahora tiene 10 años, ha vivido uno de los días más importantes de su vida y con toda convicción dice que  "para mí, Madre María Purísima es mi mejor amiga". Ana María, sufrió una grave lesión a la edad de tres años y medio, en 2004 y tras encomendarse su madre a las Hermanas de la Cruz y en concreto a Madre María, experimentó una mejoría y recuperación para la cual los médicos no tienen explicación científica.

La beatificación de Madre María de la Purísima celebrada en el estadio de La Cartuja de Sevilla, con la asistencia de unas 45.000 personas, según el CEOP, ha sido presidida por Angelo Amato, el prefecto de la Congregación de la Causa los Santos, en representación del Papa Benedicto XVI. Esta beatificación engrandece a las humildes Hermanas de la Cruz, a la que pertenecía esta beata y cuya fundadora, Santa Ángela, ya fue beatificada y canonizada por Juan Pablo II.

"Conocía a Dios de oídas. Ahora he entrado en el camino. Lo estoy descubriendo". Así se expresa Paloma Casado, madre de Ana María, la niña del milagro de Madre María de la Purísima. Para ella hay un antes y un después de aquella experiencia. Confiesa que siempre ha tenido "temor a Dios" más que "amor a Dios", fruto, quizás, de la experiencia inculcada por su abuela: "Yo no era muy creyente porque no podía entender por qué había que temer a Dios". Su encuentro con Madre María de la Purísima le cambió la vida. Nunca escuchó hablar de ella hasta que dos hermanas de la cruz fueron a su casa para reconfortar a su hija. "Ahora es mi intercesión para llegar a Dios. Lo más grande en mi vida es Dios, pero María de la Purísima es una aliada a la que me aferro en los momentos difíciles, y también en los de alegría". Tanto ella como Ana María consideran a María de la Purísima como alguien "muy especial". "Para mi hija es como esa mejor amiga que sabes que nunca te va a fallar". Reproducimos el testimonio escrito en primera persona por la madre de Ana María, Paloma Casado, y que fue escrito para la boletín oficial de la causa de beatificación de la Madre María Purísima.


El testimonio personal de como vivió Paloma Casado el estado vegetativo de su hija y su inmediata recuperación después de invocar a la Madre María Purísima

( Palomaana_mara_rodriguez_ha_hecho_la_comunin_en_la_beatificacin.jpg Casado García / Escuchar la Voz del Señor) El día 24 de enero de 2004, llevaba mi niña una semana con fiebre. Aunque siempre me preocupaba cuando la veía mala, como estaba resfriada pensé que sería bronquitis, y que le pasaría poco a poco, como otras veces. A eso de las 9,30 horas de la noche, dándole de cenar me dijo: “mamá, me encuentro muy mal, muy mareada”. Mientras puse el plato en la mesa para cogerla se cayó de espaldas sin conocimiento, sus ojos por unos instantes se pusieron en blanco y se cerraron. Me di cuenta que no respiraba, quería cogerle el pulso y tampoco tenía, intenté reanimarla por dos veces, pero mi hija estaba prácticamente muerta; mis otras dos niñas, que también son pequeñas, y mi madre lloraban al verme tan angustiada. Yo estaba como loca, cogí a la niña en mis brazos y salí a la calle pidiendo auxilio. Mi madre estaba conmigo; lo que yo quería era algún coche que me llevara al ambulatorio, pues mi marido aún no había llegado del trabajo y mi madre se tenía que quedar con las otras dos niñas.

Pasó un coche, pero por más que hicimos señas para que parara, pasó de largo. Entonces mi madre se puso en medio de la calle diciendo: “el próximo coche que venga tiene que parar o me pasa por encima”. Fueron unos minutos, pero a mí me parecieron siglos. Por fin llegó otro coche, y el conductor al ver a mi madre en medio de la calle con los brazos abiertos paró y enseguida se hizo cargo de la situación. En ese momento mi hermano apareció por la calle donde yo vivo, venía con María, su mujer. Y mi madre, que no quería que me fuera sola, los llamó a gritos para que se dieran prisa. Los tres subimos al coche, yo con mi niña en brazos cada vez más morada. El ambulatorio se encuentra a 1 Km. y 100 m. de distancia de mi casa, pero el conductor tuvo que retroceder y coger por otro camino porque estaban las calles cortadas, este contratiempo alargó más el tiempo.

"Sentí como si algo se rompiera dentro de mí"

Mi hija llegó completamente morada. Entramos rápidamente en el ambulatorio y no sé lo que le hicieron porque el médico al verme tan nerviosa me dijo que me saliera. Creo que intentaron reanimarla pero la niña no volvía en sí. El médico me dijo que aún tenía vida, pero que estaba muy grave y había que trasladarla urgentemente al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Mi hermano y mi cuñada se volvieron para mi casa porque en la Ambulancia sólo admitían a una persona. Yo iba delante con el conductor y mi hija atrás con el médico, por más que yo insistía que quería verla, saber si tenía aún vida, el médico siempre me respondía que la vería cuando llegara a Sevilla. Fueron 51 Km. desde la Palma del Condado a Sevilla, a mí se me hicieron eternos.
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Cuando llegamos al hospital y bajé de la ambulancia, me fui corriendo con el corazón encogido pues temía lo peor. Sí, estaba viva, los ojos abiertos pero idos y me ignoraba totalmente. Rápidamente la entraron por urgencias y la llevaron a la UCI. Eran las 11 de la noche, entonces sentí como si algo se rompiera dentro de mí, me di cuenta que estaba en pijama, con babuchas y completamente sola. Más tarde, llegó mi marido, al que mi hermano había llamado enseguida, y mi madre, que había dejado a las niñas con mi cuñada. Al poco nos informaron que la niña se encontraba muy mal, pues le había dado un paro respiratorio debido a que el marcapasos no funcionaba.

A la mañana siguiente, que era domingo, día 25, después de otra radiografía me confirmaron que el cable del marcapasos se había roto. Por la tarde, de ese mismo día, tuvieron que intervenirla haciéndole un cateterismo para ponerle un marcapasos provisional, hasta que la niña se mejorara y entonces verían si le podían poner el suyo.

“¿Mi hija volverá a ser como antes?”

A las 12 horas del día siguiente, el día 26 de enero de 2004 la volvieron a intervenir poniéndole el marcapasos definitivo. Me dijeron que cuando le quitaran el tubo, pues estaba entubada, ya salía de peligro.

Por fin entré a verla a las cuatro de la tarde; seguía entubada; me dijeron que era porque seguía muy dormida. La niña no despertaba. Así pasaron dos días de incertidumbre y angustia. Por fin a los dos días le quitaron el tubo, pero la niña no se despertaba y me dijeron que le iban a quitar todos los sedantes.

Al despertar comenzó para mí otro calvario, pues mi hija no era mi hija. Tenía los ojos completamente fijos, su cabeza se movía constantemente de un lado a otro, su boca se entreabría y sacaba y metía la lengua, sus manos las tenía inmóviles, sus piernas también; su voz no se entendía pues se quejaba constantemente y su llanto era muy ana_mara_rodriguez_junto_a_sus_padres_y_hermanas.jpgfrecuente; tanto el quejido como el llanto eran muy extraños. En esas condiciones, ese miércoles por la tarde, la subieron a planta, y siguió así hasta el sábado por la noche en que volvió a cerrar los ojos.

El jueves pasó el neurólogo a verla. Yo lo acosaba con la misma pregunta: “¿mi hija volverá a ser como antes?” Él me dijo varias veces: “secuelas seguro que le van a quedar, pero aún es muy pronto para diagnosticar, vamos a esperar a la próxima semana”.

A la semana siguiente me dijo que había mejorado algo, no sé si por tranquilizarme, pues yo la veía igual, pero me repitió que las secuelas seguro que le iban a quedar, que necesitaría un logopeda y mucha rehabilitación durante mucho tiempo y que ya veríamos si se podía conseguir algo, que por ahora ya habían hecho lo que se podía hacer y que me la tenía que llevar a mi casa, pues el tiempo de la recuperación había pasado. Yo no aceptaba la situación y llorando le dije: “¿pero así me devuelven a mi hija?”

El día 10 de febrero, antes de darle el alta, le hicieron unas pruebas de audición y visión. Yo le pregunté al médico: “si mi hija ve y oye, ¿cómo es que no sabe que yo soy su madre?” Y él me dijo: “no te conoce porque aunque ve no sabe lo que está viendo”. Así, en esas condiciones, ese día 10 de febrero, con mi hija entre mis brazos y una angustia que no me cabía en el alma entré de nuevo en mi casa. Mi hija lloraba sin parar y no podía consolarla porque no me conocía, me ignoraba por completo.

“Mamá ponme de pie que quiero andar”

A los dos días de estar en casa, no sé por qué, pero sentía gran necesidad de ver a las Hermanas de la Cruz, me parecía que eran las únicas que me podían consolar y dar aliento.

madre_mara_purisima.jpgMi cuñada se las encontró por la calle el día anterior y les dijo que yo necesitaba verlas. Fui a abrir la puerta para ver si las veía pasar, y en ese momento ellas que llegaban a mi casa. Intentaron consolarme y me hablaron de Madre María de la Purísima; me dieron una estampa de ella para que me encomendara, pues quería mucho a los niños pobres y enfermos, y estaba haciendo muchos favores. Yo sentí en mi interior como un brote de esperanza, cogí la estampa, la miré, y en un arrebato de nerviosismo se la pasé a mi niña por sus ojos diciendo: “Tú eres la que tienes que curar a mi hija, si es verdad que eres Santa, qué mejor milagro que poner a mi hija buena, yo lo único que te pido es que sus ojitos me vean y me conozcan, aunque se quede tontita en una silla de ruedas, pero que me conozca y yo pueda consolarla ”.

Mi madre, que estaba conmigo, me decía: “tranquilízate Paloma, hija mía”. Y las Hermanas dijeron: “vamos a rezarle la oración que viene por detrás de la estampa para que Madre María de la Purísima interceda ante el Señor”. Y la rezamos todas juntas: mi Madre, mi cuñada, las Hermanas y yo. Al terminar la oración, las Hermanas se despidieron prometiéndome que volverían al día siguiente para hacer la novena y que toda la Comunidad del Convento de la Palma también la harían pidiendo por la curación de mi hija.

Yo no sé decir exactamente los minutos que habían pasado, yo seguía diciendo en mi interior: “Madre María de la Purísima, si tú quieres…", cuando de repente oí la voz de mi niña que me decía: “Mamá Paloma”. Yo me volví para mirar a la niña sin querer dar crédito a mis oídos y empecé a gritar: “¡Ana María, hija!”. Mi madre al escucharme creyó que me había vuelto loca, también mi cuñada que estaba con nosotros. Yo empecé a preguntarle: “¿y ésta quién es?” Y la niña mirándola decía: “Abuela Dolores”. ¿Y ésta?, volví a preguntarle. Y me decía: “la tita Marita”. Nos conocía a todos, y además me dijo: “mamá ponme de pie que quiero andar”. La bajé del carrito y comenzó a andar ante el asombro de todos; subió perfectamente el escalón de la puerta, lo que me confirmó que la niña sabía perfectamente lo que veía. Mi madre, mi cuñada y yo llorábamos de alegría, yo abrazaba a mi hija y daba gracias a Madre María de la Purísima sin cesar. Yo sólo le había pedido que mi hija me conociera y ella me había dado mucho más, no sólo veía sino que andaba y hablaba.
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Cuando pude reaccionar de esta impresión tan fuerte salí corriendo a la calle a ver si veía a las Hermanas, pero ya no estaban.

Mi marido, cuando volvió del trabajo, se llevó una impresión grandísima; cuando le conté todo y le mostré la estampa, la besó con lágrimas en los ojos.

"Los profesores me han dicho que no sólo está bien sino que además muestra una madurez impropia de su edad" 

Mi madre también lloraba de alegría y aunque no me dijo nada, al observar a lo largo del día que la niña sólo hablaba cuando le preguntábamos algo y respondía acertadamente, pero no era la niña habladora y juguetona de antes, sin decirme nada decidió pasar la noche sin acostarse pidiendo a Madre María de la Purísima la total curación de mi hija Ana María, para que volviera a ser como era antes.

Esa noche la pasamos la familia de muy distinta manera, todos dábamos gracias a Dios y a Madre María de la Purísima.

La niña despertó normal, como si nada hubiera pasado. Yo la observaba, ella se fijaba en todo, al poco me llamó y me dijo: “mamá, Laura va para el patio descalza con los leotardos y se va a mojar”. Efectivamente, estaba lloviendo; esto me confirmó que Ana María oyó el ruido de la lluvia, pues no había visto llover y además razonó que su hermana pequeña se iba a mojar. Al poco pasó mi padre que iba para el trabajo, y al oír la voz de la niña llamó a la puerta diciendo nervioso: “Paloma, ¿esa que habla es Ana María?” Yo me abracé a él llorando y diciendo: “es ella papá, está totalmente bien, es la misma de antes”.

Él, todo emocionado, me dijo: “Voy a decírselo a tu madre, no se ha querido acostar en toda la noche, rezándole a esa monjita, pidiendo que curara del todo a la niña, la he dejado con la estampa en las manos haciéndole la novena, dice que está segura que Madre María de la Purísima la va a curar del todo”.

Y así ha sido, el Señor nos lo concedió por intercesión de Madre María de la Purísima. Mi niña Ana María está completamente bien, va al colegio, y los profesores me han dicho que no sólo está bien sino que además muestra una madurez impropia de su edad.

Cuando la llevé a la consulta de Neurología el día 19, a los 9 días de haberle dado el alta, me encontré con el neurólogo en el pasillo del hospital y le dije: “mire mi niña”. Y no la conoció. Le tuve que decir que era la niña que se le había roto el marcapasos y le había dado el paro respiratorio. Cuando al fin la reconoció no salía de su asombro. maria-purisima_con_juan_pablo_ii270x250.jpg

Cuando la llevé a la cita que me habían dado para rehabilitación me dijeron que la niña no necesitaba nada. Entró en la consulta andando y llevaba en la mano una botellita pequeña de agua, sintió sed y ella misma la abrió, bebió y la volvió a cerrar perfectamente. El médico al observarla me dijo: “esto que estoy viendo me confirma en las condiciones que se encuentra la niña”. Y me dio la enhorabuena.

El neurólogo le dijo que dibujara un círculo y lo hizo perfectamente, quedando sorprendido de que se encontrara así en tan poco tiempo, y sin haber empezado el tratamiento.

Yo creo, sin lugar a duda, que el estado de mi hija se debe a la intercesión de Madre María de la Purísima ante Dios, pues durante todo el tiempo que estuvimos en el hospital yo le pedí a Dios y a la Virgen por la curación de mi hija, pero parecía que el cielo se había cerrado a mis súplicas; y cuando me la dieron de alta en esas condiciones pensé que Dios tenía preparada esta cruz para mí y no tenía más remedio que aceptarla, aunque a mí me resultaba imposible, pues yo no estaba preparada para aceptar esta Cruz tan grande, me parecía que iba a enloquecer.

Cuando las Hermanas vinieron a mi casa para ver a mi hija y me dieron la estampa de la sierva de Dios, Madre María de la Purísima, recobré de nuevo la esperanza, sentí como una gran confianza de que ella lo alcanzaría de Dios. Y así fue, no se hizo esperar, enseguida escuchó nuestra oración salida de lo más hondo del corazón. Y nos lo concedió al momento, no sólo mejorándola sino curándola de forma completa y definitiva. Nunca podré agradecer a Dios bastante esta gracia tan grande que me ha concedido por intercesión de la sierva de Dios Madre María de la Purísima de la Cruz.

Paloma Casado García


El vídeo testimonial del milagro y de la vida de la Madre María de la Purísima 


La Biografía de Madre María de la Purísima 

Madre María de la Purísima de la Cruz, (en el siglo: María Isabel Salvat Romero) nació en Madrid el 20 de Febrero de 1926 en la calle Claudio Coello nº 25, en el seno de una distinguida familia de alto nivel social. Fué bautizada en la Parroquia beatificacin_madre_mara_de_la_pursima.jpgde la Concepción, en la calle Goya de Madrid. El día 8 de diciembre de  1944, cuando contaba 18 años, ingresó en la Compañía de la Cruz. Tomó los hábitos en 1945, profesó temporalmente en 1947 e hizo los votos perpetuos en 1952. Culta y distinguida hablaba tres idiomas, francés, inglés e italiano y debido a su piedad, no extrañó a la familia su decisión de ser hermana de la Cruz.

Fiel seguidora de Santa Ángela y observadora intachable de las reglas del Instituto, mantuvo intacto el carisma fundacional. Fue elegida Madre general de la Compañía de la Cruz el 11 de Febrero de 1977, pero antes fue superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera generalicia.

Austera y pobre para sí misma -«De lo poco, poco», solía decir- hacía vivir a las hermanas el espíritu del Instituto en la fidelidad a las casas pequeñas y se entregó a todos los que la necesitaban, especialmente a las niñas de los internados. También los pobres y enfermos ocupaban un lugar privilegiado en su corazón. Así atendía con verdadero cariño a las ancianas enfermas de las «cuevas» de Villanueva del Río y Minas, cuando estuvo allí de superiora. Diariamente por la mañana iba hasta las «cuevas» para atenderlas: las lavaba, les hacía la comida, les lavaba la ropa. Y siempre se reservaba los trabajos más duros y penosos.

Gobernó la Compañía con incansable celo y gigante espíritu de Hermana de la Cruz. Su ideal fué hacer vida el carisma de la Santa Madre Fundadora y con su vida sencilla, humilde y llena de fe, supo dar ejemplo. Fue fiel seguidora de su obra, y ha dejado en el corazón de todas sus hijas deseos ardientes de imitar su amor a Dios y a su Santo Instituto. Falleció el día 31 de octubre de 1998.

Para conocer más sobre Madre María de la Purísima, pulse en los siguientes enlaces:

                                                           Semblanza de Madre María de la Purísima

Datos cronológicos de la vida de Madre María de la Purísima 

  "Arriesgate". Vida de María Isabel Salvat Romero

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