Padre Raniero Cantalamessa: «Jesús era el predicador más televisivo que se pueda imaginar»

12 de octubre de 2009.- El fraile capuchino italiano Raniero Cantalamessa, predica al Papa y la Curia en Adviento y Cuaresma, y el resto del año lo hace por todo el mundo, muy a menudo en encuentros de la Renovación Carismática. Este pasado fin de semana lo ha hecho en el Palacio Municipal de Madrid, en el marco de la reunión anual de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu.
(Alex Rosal- Pablo J. Ginés / ReL) Raniero Cantalamessa, fraile capuchino, fue ordenado sacerdote en 1958. Es doctor en Teología y Literatura, y durante muchos años fue profesor de Orígenes del Cristianismo en la Universidad Católica de Milán. En 1977 experimentó el fenómeno que la Renovación Carismática llama «la efusión del Espíritu», un ardor de fe que transformó su vida religiosa. En 1980 Juan Pablo II le nombró Predicador de la Casa Pontificia. Por este cargo, cada viernes de Semana Santa y Adviento predica en Roma al Papa, los cardenales y obispos de la Curia y a los superiores de las órdenes religiosas. Sus libros de evangelización y espiritualidad están traducidos a docenas de lenguas.
– Padre Cantalamessa, suele decirse que los carismáticos alaban y rezan mucho pero hacen poca acción social…
– En la Iglesia no todos tienen que hacer de todo. Hay movimientos con una mayor llamada a lo social y político. Otros están más llamados a lo espiritual, a la Palabra, la Evangelización… Lo importante es que respetemos esta diversidad, la vocación de los otros. Claro que todos debemos luchar contra la pobreza, por ejemplo. Pero la Renovación Carismática insiste en cambiar primero a la persona de forma profunda, antes de pasar a lo social. La Renovación ha dado origen a iniciativas sociales muy eficaces, aunque a menudo poco visibles. La Renovación, como san Francisco de Asís, busca descubrir a los pobres a través de Cristo. Otros, como Simone Weil, hacían al revés, descubrir a Cristo a través de los pobres. A mí me gustan cosas de la Teología de la Liberación, pero es evidente que sin una renovación del corazón es fácil caer en la mera política, buscando eficacia.

