Paco Fernández, taxista: “He cambiado al Che por Cristo”
* "A mi mujer le digo que rece y ella se ríe, porque no es creyente. Una de mis hijas, la pequeña, dice que cree en Dios, pero a su manera; y yo le digo que en Dios hay que creer, pero no a nuestra manera, sino a la de Él."
13 de octubre de 2009.- La inutilidad para sacarse el carné de conducir le ha llevado a uno emplear toneladas de tiempo y dinero a bordo de taxis. Es tiempo y dinero bien invertido, porque los taxistas -en una proporción de nueve de cada diez- son buena gente, más aún si es el caso de Paco, nuestro entrevistado.
(Gonzalo Altozano / Alba) -El rosario que cuelga del retrovisor, ¿es de adorno?
-No, no lo es. Lo tengo porque lo rezo, porque necesito rezarlo.
-A ver qué más tiene…
-Esta pulsera con motivos religiosos, una estampa de Cristo, otra de la Virgen de Fuencarral (soy de Fuencarral, ¿sabe?)…
-Los clientes, ¿qué le dicen?
-Preguntan; preguntan mucho.
-Y usted, ¿qué responde?
-Que soy católico. La labor del cristiano es evangelizar, ¿no? Bueno, pues yo lo intento. El taxi es mi ‘púlpito’. Y mi ‘confesionario’.
-¿Su ‘confesionario’?
-La gente ha cambiado a los curas por los psicólogos y, por la crisis, a estos por nosotros, los taxistas. ¡Oímos cada cosa…!
-Hablando de Dios con los viajeros, ¿se le ha bajado alguno de un portazo?
-No, ni siquiera los más jóvenes.
-Pero ¿hace apostolado con ellos?
-Y ninguno se molesta. Otra cosa es que me hagan caso, que creo que no.
-¿Y usted? ¿Se molesta alguna vez?
-Creo que mi sitio, más que entre los que creen, donde nunca vas a obtener un no, está entre los que no creen; lo que me vayan a decir ya lo he pensado yo antes.
-O sea que…
-He sido agnóstico durante toda mi vida. Hasta que hace año y medio…
-¿Un accidente, una enfermedad, la muerte de alguien querido…?
-Nada de eso, sino que empecé a pensar que nacer, vivir, morir, tenía que tener un sentido. Que si no, para qué. A todo el que pasaba por mi vida le preguntaba si creía en Dios.
-Respuestas de todos los colores, me imagino.
-Unos decían que no; otros que sí, pero que no practicaban; algunos me miraban en plan éste de qué va; muchos que mejor no hablar, que era algo personal, lo cual me resultaba -y me resulta- extraño.
-¿Por qué?
-Porque si es tan íntimo, lo que hay que hacer es hablar, no callarse.
-Algún católico practicante encontraría en el camino.
-Sí, a una chica -yo la llamo mi ángel de la guarda- que me dijo que mirara a mi alrededor. Y yo: “Pues no sé qué querrá que mire; es todo tan pequeño”.
-De tanto mirar, ¿con qué se encontró?
-Con la seguridad de haber hallado lo que buscaba: a Dios. “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, escribió San Agustín.
-¿Le ha leído?
-‘Las confesiones’, sí, un libro que me ha influido muchísimo.
-¿Y ahora que su corazón descansa en Él…?
-Me siento mejor conmigo mismo, y con esto no digo que antes fuera malo.
-¿Cómo era?
-Tuve una bonita infancia y en la vida no me ha ido mal. Eso sí, durante años creí que no podía pasar sin los porros y gasté mucho tiempo lamentándome por cómo iba el mundo. Ahora no me drogo y trato de aportar soluciones.
-No le preocupa que le tomen a chiste: “Anda con el fumado este”…
-La gente que me importa es la que me quiere: mi familia, mis amigos…
-¿Qué tal lo llevan estos?
-El otro día uno me decía que no se creía que yo fuera a misa. “Pues vente conmigo un día”, le dije. Quién sabe, a lo mejor pica.
-¿Y en casa?
-A mi mujer le digo que rece, y ella se ríe, porque no es creyente. Una de mis hijas, la pequeña, dice que cree en Dios, pero a su manera; y yo le digo que en Dios hay que creer, pero no a nuestra manera, sino a la de Él.
–Oiga, ¿le hace caso alguien?
-Mi nieta de tres años, que viene conmigo a misa y me tiene loca la cabeza.
-Dar esta entrevista: ¡quién se lo iba a haber dicho hace año y medio!
-Dios ha escrito conmigo un guión muy complicado.
-Resuma el argumento.
-Es la historia de uno que cambia al Che por Cristo. ¡Y sale ganando!
-¿Se dice de izquierdas?
-¿Por qué no? Otra cosa es que me sienta representado por algún partido.
-¿Y por la Iglesia?
-Sí. De momento, sólo he oído hablar de amor, de justicia, de paz….
-Tiene el ardor del converso. ¿Teme que se le pase?
-A Dios le pido que me siga mostrando el camino, que no deje que me salga de la linde. Por cierto, ya hemos llegado. ¿Alguna pregunta más?
-Sí. ¿Qué le debo?
-Lo que marca.