Testimonio de Federico Cusi Padern, 93 años entregados a amar a los demás como Dios le ha amado

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Autores: Conchi Vaquero y Arturo López

29 de octubre de 2009.-Ha sobrepasado los 93 años de vida. Es Federico Cusí Padern, vecino de nuestro barrio marítimo de Vilanova i la Geltrú, Bparroquiainmaculada31.jpgarcelona, España,  y fiel de la parroquia de la Inmaculada Concepción (en la fotografia de la derecha). Hace más de un año lo entrevistamos por el interés de su testimonio cotidiano de vida y fidelidad al Señor. Durante la pasada madrugada ha fallecido sólo en su domicilio mientras dormia. Ayer miércoles lo vimos por última vez en la Eucaristía de la noche. Todo lo que Federico Cusí explica es una meditación sobre la vida y el mismo momento de la muerte. Aquí dejamos reflejado su testamento espiritual que es una invitación a vivir el evangelio.

Federico se definía como "católico, apostólico, romano y clerical. Creo que todo va unido. Es incoherente decir que creo en Dios pero no en la Iglesia ni en los curas. Hay muchos sacerdotes entregados totalmente al servicio de los demás con una vida austera, santa y centrada en quitar cargas pesadas de los corazones de la gente".

El testimonio de vida de Federico Cusí ha sido simple pero a la vez muy intenso y enriquecedor. En nueve décadas afrontó muchas dificultades pero aseguraba:"me han ayudado a darme cuenta de la verdadera fidelidad, la de Dios. Él me ha fortalecido en los peores momentos, en los cuales me he sentido acompañado y sostenido por su amor y misericordia".

La fe de Federico Cusí creció con el paso de los años llenándole de sabiduría y de paz. Su rostro, su mirada eran reflejo de un corazón limpio, que ha querido servir a Dios y a las personas en las cosas más cotidianas de forma discreta y sencilla.

A veces colaboraba dando la comunión en las eucaristías parroquiales. Su mirada al coger de la patena a Cristo Sacramentado era cristalina, emocionada y respetuosa. "No tengo duda de la presencia real de Jesús en la Eucaristia" decía. Era muy expresivo al hacer la elevación de la forma consagrada al decir "El Cuerpo de Cristo". Al recibir la comunión de sus manos se tomaba conciencia de que el Hijo de Dios está presente en el pequeño trozo de pan.

"Convertirse es levantarse cada mañana y poner en práctica el Evangelio. Es ir asumiendo día a día que sin Dios nada podemos y que dependemos totalmente de Él" afirmaba Federico. Saber esperar contra toda esperanza en el Señor ante cualquier dificultad y aprender de Él para crecer en su amor es un don que todos tenemos pero que Federico ha vivido sin altibajos.

A los 8 años hizo la Primera Comunión. Vivió la fe con normalidad desde su más tierna infancia en familia. Estudió en el Colegio de los padres Escolapios de la calle Balmes de Barcelona. Allí siguió creciendo en su amor a Dios sin tener ninguna experiencia negativa con los sacerdotes que eran sus profesores. Su madre enviudó cuando él sólo tenía 8 meses. Al cumplir los 16 años también murió su madre. "Éramos pobres y ella no tuvo mucha salud para trabajar, pero en cambio vivió todas las contrariedades con una gran fe y entereza, enseñándonos a amar a mí y a mis hermanos".

 La fe un regalo de Dios

Empezó a trabajar a los 16 años habiendo realizado los estudios entonces denominados de comercio. Siempre estuvo empleado en una fábrica de tejidos, donde empezó separando las piezas y se jubiló a los 66. Recordaba como si lo viviera cuando lo contaba el momento de su Primera Comunión: "Fué triste sin mi padre. A los niños en la catequesis los venían a buscar su padre y su madre, pero a mi no. Mi madre hacía los dos papeles. Yo me sentía diferente. Antes a los padres se les tenía un respeto y eran una auténtica referencia. No comprendo como ahora los niños desde pequeños los llaman por su nombre de pila, como a un compañero de colegio, muchas veces en tono exigente y desafiante".

Federico Cusí tenía muy claro que
"la fe es un regalo de Dios y no algo conquistado por méritos propios. La fe no es una ciencia exacta, es una vivencia. Mientras estamos en este mundo no podemos comprender todo. Es un misterio. Si hay algo de lo que no tengo duda es que Dios no castiga. Es el propio hombre quien optando por el mal se daña a si mismo y a los demás. Los desastres naturales son también atribuidos a Dios pero Él no los manda. La naturaleza responde al mal del hombre".

Hace más de 20 años que falleció su esposa como consecuencia de una larga enfermedad que duró 17. Federico la sirvió siempre con un amor fiel y generoso lo que hizo que sólo los 4 últimos años estuviera ingresada en una residencia. También señalaba como un hecho que le marcó para siempre que actualmente tendría una hija con 62 años, que murió a los 4 meses de haber nacido.

La oración ha sido el fundamento sobre el que ha sostenido su fe. Federico ha frecuentado la Eucaristía diaria, pero el silencio y la meditación han formado su corazón interior permanentemente. Cada día rezaba una parte del Rosario en la que invertía una hora de su tiempo. Luego también ora la Corona de las 12 estrellas de San José de Calasanz que aprendió con los Padres Escolapios. "La oración va construyendo nuestro interior. Nos forma. La fe tiene que ser vivida, no impuesta".

Fiel devoto de la Virgen de Montserrat

El Rosario no dejó de rezarlo diariamente ni durante la Guerra Civil cuando le tocó servir en el bando Republicano vigilando 125 animales de transporte.
"Con un cordel me hacía 10 nudos y así podía llevar la cuenta de los misterios del Rosario. Antes cumplía diariamente con todos mis tiempos de oración. Ahora, como mi vida siempre ha querido ser una oración agradable a Dios, si no puedo rezar o ir a misa no me preocupo porque Dios ya sabe lo que debo hacer y sobre todo que Él lo es todo para mi".

Hace más de 20 años, Federico Cusí siendo un fiel devoto de la Virgen de Montserrat le dijo al actual Abad del Monasterio de la patrona de Cataluña, Josep María Soler, que llegaría a ocupar éste cargo. Realmente fue una noción interior:
"Yo he ido con frecuencia a orar a Montserrat y he compartido muchas horas con los monjes benedictinos. Estaba hablando con Josep Maria Soler cuando tuve la certeza interior de que llegaría a ser el Abad. Él me dijo humildemente que ya veríamos, que sólo Dios lo sabía. Yo le dije que de acuerdo pero que me parecía que sería así. Y así es".

Siendo ya mayor le propusieron entrar como oblato benedictino en Montserrat. "Yo de joven quería pertenecer a una orden religiosa, pero tuve muchos contratiempos y no pudo ser. Entendí que Dios no me quería en un instituto religioso y por eso ahora también lo rechacé".

Federico Cusí estaba convencido de que la verdadera vida inmersa en el amor de Dios llega con el paso de la muerte y por tanto debe estar viviendo lo que nos explicaba hace más de un año.
 "Entonces es cuando viviremos en una felicidad perpetua de acuerdo a la vida terrena que habremos llevado. Depende de si hemos amado como Dios nos ama y nos hemos acogido a su salvación o si por lo contrario hemos rechazado al Señor ocupando nosotros su lugar".

Sabiduría, paz y alabanza

"El bautismo es un sacramento importante. Recibirlo nos convierte en hijos de Dios y nos hace miembros de la comunidad cristiana borrando el pecado original que nos afecta a todos. El pecado original fue de desobediencia a Dios y no de faldas como muchos pretenden hacernos creer"
sentenciaba Federico. A sus 93 años era un hombre sociable, amante del silencio, lleno de sabiduría y de paz. Su caminar pausado era un himno de alabanza al Altísimo que hablaba sólo con su presencia.

Al dialogar con Federico uno sólo podía llegar a una conclusión de todas sus palabras que quedan resumidas en esta frase: "Dios mio, solo puedo decir que te amo". En Federico Cusi se  han cumplido las palabras del Salmo 92. Oremos con él para que también se vean encarnadas en nosotros:

Altísimo Señor,
¡qué bueno es darte gracias
y cantar himnos en tu honor!
Anunciar por la mañana y por la noche
tu gran amor y fidelidad,
al son de instrumentos de cuerda,
con música suave de arpa y salterio.

Oh Señor,
¡tú me has hecho feliz con tus acciones!
¡Tus obras me llenan de alegría!
Oh Señor,
¡qué grandes son tus obras!,
¡qué profundos tus pensamientos!
¡Solo los necios no pueden entenderlo!
Si los malvados y malhechores
crecen como la hierba y prosperan,
es solo para ser destruidos para siempre.
Pero tú, Señor, por siempre estás en lo alto.
Una cosa es cierta, Señor:
que tus enemigos serán destruidos;
que todos los malhechores serán dispersados.

Tú aumentas mis fuerzas
como las fuerzas de un toro,
y viertes perfume sobre mi cabeza.
He de ver cómo caen mis enemigos;
¡he de oir las quejas de esos malvados!

Los buenos florecen como las palmas
y crecen como los cedros del Líbano.
Están plantados en el templo del Señor;
florecen en los atrios de nuestro Dios.
Aun en su vejez, darán fruto;
siempre estarán fuertes y lozanos,
y anunciarán que el Señor, mi protector,
es recto y no hay en Él injusticia.
 

El Señor tenga en su Gloría a Federico Cusí Padern!!! En paz descanse

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