«A Jesús lo encontré en prisión. Vino a tocar a la puerta de mi celda», dice Brigitte Blaise, ex presa que peregrina a Tierra Santa con 45 personas que han vivido en la pobreza

* «Para mí Dios no es simplemente una palabra, para mí Dios es un compañero. Esta peregrinación me ayudará a hacer caer todos los muros que hay entorno a mí, que son muros físicos o bien los que tenemos dentro de nosotros mismos: todos los muros del odio, de la indiferencia, del racismo, y nos ayudará a continuar en nuestro camino»

Camino Católico.-  Brigitte Blaise es de París y ha llegado a Tierra Santa desde Francia y explica en un vídeo del Christian Media Center cómo su vida cambió después de pasar tres años en la cárcel: «a Jesús lo encontré en prisión. Vino a tocar a la puerta de mi celda, después todo vino poco a poco

«Poco a poco me hice algunas preguntas: ¿Dónde estaba Dios cuando era más joven, dónde estaba Dios cuando estaba en la oscuridad? Entendí que incluso en la tiniebla más negra hay siempre una luz, y que Dios estaba allí para tenderme la mano» asegura.

Brigitte participa en una peregrinación muy especial, junto a un grupo de 45 personas que como ella han conocida diferentes formas de pobreza y de fragilidad: Los hay que viven en la calle, a quienes echaron de casa de pequeños porque su familia era demasiado pobre.

Brigitte Blaise junto a las 45 personas que como ella han conocida diferentes formas de pobreza y de fragilidad que están de peregrinación en Tierra Santa

«Para mí Dios no es simplemente una palabra, para mí Dios es un compañero. Esta peregrinación me ayudará a hacer caer todos los muros que hay entorno a mí, que son muros físicos o bien los que tenemos dentro de nosotros mismos: todos los muros del odio, de la indiferencia, del racismo, y nos ayudará a continuar en nuestro camino,» explica Brigitte Blaise

Dirige el grupo de peregrinos Fray Frédéric-Marie Le Méhauté, ofm, franciscano de París. Está cursando un doctorado de investigación en el cual estudia cómo los pobres leen el Evangelio. Los define como “el tesoro de la Iglesia. Estas personas no ven los lugar por decirlo así, distantes, no dicen simplemente ‘ah, aquí tuvo lugar este episodio, allí el otro…’, sino que sienten en su corazón que la historia que leemos aquí es una historia en la que cubren una parte específica, y que esta historia hace referencia a ellos de manera profunda, afecta a su vida, a su vida cotidiana,» relata Fray Frédéric-Marie.

Fray Frédéric-Marie Le Méhauté, ofm, franciscano de París en Tierra Santa

Organizado por la red de asociaciones “Réseau saint Laurent” y coordinado por las Cáritas francesas, este viaje no es gratis: La parte de gastos cubierta por cada uno equivale a un paquete de cigarrillos al mes, por lo que han estado ahorrando durante dos años para venir aquí. Un equipo de 15 personas han gestionado una compleja fase de preparación.

Fray Frédéric-Marie Le Méhauté argumenta que «hemos tenido que preparar esta peregrinación desde un punto de vista muy práctico. Por ejemplo, es muy difícil para las personas que viven en la calle, y que no han cogido nunca un avión, acercarse a la puerta de embarque y ver a soldados. Lo perciben como una gran agresión. Por ello hemos tenido que prepararlos: ‘Veremos soldados —les hemos dicho—, personas que nos harán el control, tocarán vuestro cuerpo, pasaremos a través de controles de seguridad…’ Hemos tenido que explicarles todas estas cosas para que no tuviesen miedo. Esto ha requerido tiempo, mucho mucho tiempo.»

También la aproximación a los santos lugares es muy especial, y lenta. Mientras se lee el Evangelio cada uno recita la parte de un personaje, después comparte reflexiones y emociones con el grupo.

Payet Vonona otra de las personas que viven esta peregrinación en Tierra Santa

Payet Vonona de París interpreta al paralítico curado por Jesús en la piscina probática de Betesda, junto a los muros de Jerusalén y afirma que «he elegido este papel porque también yo estuve paralizada durante un periodo de tiempo: No hace ni un año estuve en cama durante cuatro meses a causa de un accidente de coche. Por ello hoy he vuelto con la mente a aquellos momentos, porque también yo fui liberada. Gracias al paso de Jesús por nuestra tierra, los enfermos se curan. El proyecto de venir a Jerusalén nació antes del accidente: Y precisamente eso es lo que me decía a mí misma: ‘Tengo que ir a Jerusalén, tengo que ponerme en pie’”

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