Alan Gaxiola dejó la fe y se unió en pareja con Adele que no estaba bautizada, pero ella decidió ir a la parroquia, se convirtieron los dos y se casaron

* Ella dejaba sus papeles de catequesis a la vista; él, hostil a Dios, los leía a escondidas

* Ahora ellos son los que coordinan e imparten los cursos de iniciación a la fe para adultos

26 de febrero de 2013.- (P.J.G. / Religión en Libertad / Camino CatólicoAlan Gaxiola, en la imagen de la izquierda, nació y creció en México en una familia católica. De niño y de joven acompañaba a su madre, que era catequista a la misa diaria de las 5 de la mañana. Los sacerdotes de la parroquia, que estaba a dos puertas de su casa, a menudo venían a comer a su casa. Pero como muchos emigrantes, cuando llegó a Estados Unidos se volcó sólo en el trabajo y desatendió por completo la fe. Su madre le preguntaba si iba a misa, pero él ya no lo hacía. Después conoció a Adele, se enamoraron, se fueron a vivir juntos sin casarse y tuvieron tres hijos. Y entonces ella empezó a acudir a la parroquia. Ni siquiera estaba bautizada y en la parroquia de St Henry en Buckeye (diócesis de Phoenix, Arizona), la animaron a participar en el curso de iniciación cristiana para adultos. 

Pero a Alan, distanciado de Dios, eso no le gustaba nada. «No dejas de ir a la iglesia, Adele, y te van a decir después que tienes que casarte, y cuando te digan eso, yo te dejaré. Anda, vete con tu Dios y déjame en paz», le decía él enfadado. 

Pero cuando ella llegaba a casa después de las clases de iniciación cristiana para adultos dejaba los papeles de las clases a la vista, en la mesa de la cocina.  Y él, a escondidas, empezó a leerlos. Él no quería acercarse más a Dios porque sabía que implicaría cambios serios en su vida. Pero, sin embargo, tomó la Biblia y también empezó a leerla.

El número de teléfono de Dios

«No la entendía, pero soy una persona que cuando quiere averiguar algo sigo buscando. Y me dije:´antes yo era amigo de Dios, pero no sé qué pasó; parece que perdí Su número de teléfono. Tendré que volver a encontrarlo», recuerda Alan.

Además, Adele volvía a casa siempre muy contenta de sus clases en la parroquia. Y él le dijo: «Adele, tienes algo, no sé lo que es, que la Iglesia te está dando, y quiero ir contigo a la parroquia para tenerlo yo también». Y así, una mujer sin bautizar que convivía sin casarse con un hombre que no quería saber nada de Dios lo llevó a la Iglesia y al matrimonio. 

             

Estudiando teología

Se casaron en Navidad de 2004. Después, durante 5 años se formaron para ser catequistas. Y luego añadieron 2 años de estudios de teología en el programa «Caminante» del Kino Institute de Phoenix. Ahora ellos son los que coordinan e imparten los cursos de iniciación para adultos. 

«Ahora cuando hablo con mi madre hablamos de cosas de Dios, le cuento como van los cursos, ella está contenta y le pido que rece por mí»,comenta Alan en el semanario de la diócesis. «Creo que hay mucha alegría en el Cielo cada vez que alguien se convierte, y a mí también me llena y me hace feliz». 

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