Alejandra Sánchez era adicta a los hombres, al cannabis y al alcohol, cayó en depresión, fue a Medjugorje, y «entregué todo a la Virgen y encendió nuevamente la llama de mi fe»

* «Una española me dice “Alejandra, el día de la aparición pon en tus manos todos tus problemas y aquello que te hace infeliz, y entrégaselos a la Virgen para que se los lleve”. Me pareció muy acertada su sugerencia, entonces la tomé. Ese día nos levantamos muy temprano y fuimos al cerro pero había mucha gente y no la vi; sin embargo, cuando apareció, sentí su presencia, hice tal cual lo que me sugirió esta española y sentí que realmente se los llevó en segundos y lo más impactante fue que mientras esto ocurría, sentía que abrían mi pecho y que me dibujaban una sonrisa de nuevo en mi rostro, la había perdido, cuando trataba de sonreír era muy forzado y sin espontaneidad, me cambió el semblante y empecé a sonreír sola con completa naturalidad. Era indescriptible el gozo y paz que sentí en ese momento y que de a poco comenzaba a arraigarse en mi para quedarse para siempre. La Gospa tocó mi alma y me permitió volver a sentirme viva otra vez, mi vida ya no sería la misma, esto sería un completo renacer, algo que marcaría un antes y un después en mi vida»

Camino Católico.-  Alejandra Sánchez, joven chilena que vivió un infierno de adicciones y depresiones, ha querido dar su testimonio, de cómo la Virgen le sacó del pozo. En 2017 atravesó una etapa  en la que nada le satisfacía, odiaba su propia vida sin saber por qué. Esto le llevó a «vicios y adicciones de todo tipo: hombres, cannabis, amistades toxicas y principalmente, alcohol, lo que me tenían irritable a ratos, sin paciencia y con un estado anímico muy bajo», explica. «Llevaba poco más de 3 años viviendo un infierno que yo misma me construí por intentar ser alguien que no era yo y satisfacer a mi entorno a través del “Ego del Rock Star” y su falsa felicidad, muy aprobada y venerada por nuestra sociedad».

Acabó teniendo una gran depresión con su correspondiente tratamiento. Mejoró, pero volvió a caer en lo mismo. «Un día mi madre me dice “hija, tú estás enferma del alma, ¿te gustaría ir a Medjugorje donde se aparece la Virgen?”». Allí conoció a otros peregrinos y una española, a la que le había contado su situación le recomendó: “Alejandra, el día de la aparición pon en tus manos todos tus problemas y aquello que te hace infeliz, y entrégaselos a la Virgen para que se los lleve”. Así lo hizo empezó a sentir una paz y una alegría interior que no había experimentado antes. A partir de ahí, durante su estancia su corazón y su ánimo iban in crescendo, hasta plantearse quedarse a vivir.

A su regreso a Chile «ya nada sería lo mismo, pues Ella me dio las más valiosas herramientas e instrumentos para amarme a mí misma y a mi entorno, cultivar la espiritualidad, ver con los ojos de Dios y lo más importante, encendió nuevamente la llama de mi FE extinta». Alejandra Sánchez explica su testimonio en primera persona en la en la web del  Centro Medjugorje:

Para el año 2017 yo estaba en una etapa de mi vida donde todo era oscuro, era muy infeliz y odiaba mi vida y ya no sabía qué hacer para darle un rumbo distinto, estaba absorta en vicios y adicciones de todo tipo: hombres, cannabis, amistades toxicas y principalmente, alcohol, lo que me tenían irritable a ratos, sin paciencia y con un estado anímico muy bajo. No era capaz de administrar bien mi dinero, ni mucho menos de ahorrar, veía como el dinero al igual que la vida se me iba como agua entre los dedos, no tenía ningún tipo de bien, ni proyectos, ni raíces de ningún tipo y estaba completamente endeudada, no era capaz de amar ni de valorar nada, el tiempo era insuficiente y en mi mente me faltaba de todo, llevaba poco más de 3 años viviendo un infierno que yo misma me construí por intentar ser alguien que no era yo y satisfacer a mi entorno a través del “Ego del Rock Star” y su falsa felicidad, muy aprobada y venerada por nuestra sociedad.

El vacío  que me consumía desde lo más profundo de mi ser era tan grande, que me socavaba por dentro, crecía exponencialmente, razón por la que ese año fui al psiquiatra y comencé a tomar un antidepresivo para poder levantarme de la cama, porque la depresión que padecía era tan grande que realmente no podía, y ya nada podía ser peor, así que me entregué a los fármacos.

A la quincena de estar tomando este medicamento comencé a sentir cambios significativos que posteriormente crecieron y en forma progresiva, me subió demasiado el ánimo y me empecé a sentir de a poco nuevamente empoderada de mi vida, pero no había dejado los otros vicios, y al contrario, sentí más ganas de consumirlos, por el exceso de confianza que sentía en mí por aquel medicamento. Debo reconocer que hasta tuve un poco de “delirio de grandeza”, no temía a nada y comencé a perderle de a poco respeto a todo, e incluso a misma.

Sin darme cuenta sumé una dependencia más, que también me haría daño y además terminaría completando mi perfecta labor de “autodestrucción”. Andaba excesivamente “pasada de revoluciones”, impulsiva, demasiado dispersa, con una euforia abismal muy falsa, que era lo único que me mantenía de pie, sin todo eso la fatal depresión que llevaba oculta no me permitía salir de mi lecho.

Para 2018 todo me era insuficiente, nada me llenaba, hiciera lo que hiciera no era feliz, tenía logros, pero el vacío seguía ahí y creciendo silenciosamente, como un cáncer que esperaba estallar en metástasis para manifestarse y ser visto. Junto con ello creció la irritabilidad y la ira en mí. Afortunadamente siempre fui consciente de no hacer a otros lo que no me gusta que me hagan y un afán tremendo de no hacer daño a otros, por lo que nunca me permití descontrolarme completamente con otros, aunque a veces era inevitable, era muy a baja escala en comparación al daño que me hacía a mí misma.

Llegué a un punto en que no me aguantaba a mí misma, ni mi vida, es más, la odiaba, sufría de ansiedad, temor y angustia, estaba viviendo mi propio infierno.

Un día busco en Internet las contradicciones de la desvenlafaxina, el antidepresivo recetado, y me encuentro con la gran sorpresa y respuesta de que promovía esa vida violenta que llevaba y que era un completo engaño, y luego de analizar mi vida completa, comienzo a pedir ayuda a mis padres, porque me dí cuenta que pasé muy rápido de vivir una “segunda adolescencia” a estar viviendo una depresión catatónica.

Entonces me cambiaron el psiquiatra y comencé a ir al psicólogo. El psiquiatra comenzó a recetarme lamotrigina, un “estabilizador del ánimo” para que no me descompensara y pudiera “funcionar” en mi trabajo. En un principio todo iba mejorando, pero ya en el segundo mes comencé de un momento a otro a sentirme mucho peor de lo que estaba antes, sentía el efecto de angustia en demasía y extrema desestabilización de mis ánimos, si antes estaba mal, luego empeoré. No podía respirar sin dejar de llorar y a ratos realmente no respiraba, estaba con asma, se me acababa el aire, realmente quería morir. Entonces decidí dejar el alcohol para siempre y comenzar a disminuir la dosis de lamotrigina hasta dejarla por completo, ya había dejado la adicción a los hombres, luego solo me faltaría la del canabis, que fue la más difícil, porque volvía a caer luego de largos periodos.

Un día mi madre me dice “hija, tú estás enferma del alma, ¿te gustaría ir a Medjugorje donde se aparece la Virgen?”; yo sin pensarlo le dije que bueno. Yo no estaba muy cercana a Ella, pero tenía ganas de estarlo, además por alguna razón durante todo ese tiempo de adicciones siempre se me desviaba la vista (sin razón aparente) hacia algún lugar donde había una imagen de la virgen, en especial la de Guadalupe. Por otra parte, en mi cabeza excesivamente racional y depresiva pensaba “probaré, total qué más da, ya nada puede ser peor”.

El 2018 acababa y mi madre me dio los contactos para hacer las averiguaciones y el monto del cual disponía para comprar los pasajes, que era un presupuesto algo ajustado. Una vez recopilada toda la información busqué pasajes para estar presente en la aparición de la Gospa del 02 de Marzo de 2019 por la mañana y tomar el programa de peregrinación (retiro espiritual) que comenzaría ese mismo día por la tarde. Encontré un pasaje, pero estaba algo insegura y perdí la reserva. Al otro día desperté y algo en mi corazón me dijo que volviera a buscar y encontré uno y esta vez lo compré. Estaba lista y asegurada con la cantidad exacta de dinero para mi estancia allá por el periodo estimado. Motivada perseveré con más fuerza en la oración y comencé a preparar mi corazón para mi encuentro con ella.

Tuve la suerte que alguien muy cercano a mi realizaba una terapia alternativa para desintoxicar el organismo y la tomé, lo que me ayudó a dejar rápido mi adicción a la cannabis y a los cigarros, porque era lo que más me costaba, lo dejaba y luego recaía. Además, también tuve la fortuna de poder acceder a que me pusieran el manto de la Virgen de Guadalupe, otra experiencia que tuvo sus buenos efectos en mí.

En el día del viaje tuve algunas complicaciones en el aeropuerto de Santiago y en el de Zagreb, pero curiosamente pasó que fue el primer viaje de mi vida en que tanto en el avión de partida como en las posteriores conexiones sentí sensación de familiaridad con absolutamente todas las personas que iban a bordo y ante los problemas mencionaba el motivo de mi viaje y a la Gospa, y en segundos la solución llegaba, por lo que finalmente no perdí ningún vuelo y llegué según lo programado y con todas mis cosas a Medjugorje.

Allá conozco a 2 españolas que se sumarían al programa de peregrinación y que irían conmigo al día de la aparición, una era muy dulce, suave y tierna, y la otra muy simpática y sabia. Esta última me dice “Alejandra, el día de la aparición pon en tus manos todos tus problemas y aquello que te hace infeliz, y entrégaselos a la Virgen para que se los lleve”. Me pareció muy acertada su sugerencia, entonces la tomé. Ese día nos levantamos muy temprano y fuimos al cerro pero había mucha gente y no la vi; sin embargo, cuando apareció, sentí su presencia, hice tal cual lo que me sugirió esta española y sentí que realmente se los llevó en segundos y lo más impactante fue que mientras esto ocurría, sentía que abrían mi pecho y que me dibujaban una sonrisa de nuevo en mi rostro, la había perdido, cuando trataba de sonreír era muy forzado y sin espontaneidad, me cambió el semblante y empecé a sonreír sola con completa naturalidad. Era indescriptible el gozo y paz que sentí en ese momento y que de a poco comenzaba a arraigarse en mi para quedarse para siempre. La Gospa tocó mi alma y me permitió volver a sentirme viva otra vez, mi vida ya no sería la misma, esto sería un completo renacer, algo que marcaría un antes y un después en mi vida.

Pero esto no fue todo, fue solo el comienzo, el programa de peregrinación, el cual llamaban “la escuela de María” sería el complemento perfecto para completar y sellar su obra en mí, todo lo que ocurrió ahí fue mágico y preciso para mi sanación espiritual, desde las cosas que ocurrieron hasta las personas que estaban, fue el grupo perfecto, en su mayoría españoles, yo era la única chilena, había también dos amigas peruanas y un matrimonio de cubanos radicados en Miami, ni que Ella lo hubiese planificado de esa forma, congeniamos muy bien y todos teníamos algo que entregar y aportar los unos a los otros y como grupo, hubo mucho cariño, el que aún se mantiene a través de un grupo que se hizo en una red social, donde aún nos comunicamos. Cada uno recibió lo que necesitaba. Por mi parte el mensaje de la Virgen fue que reviviera a mi niña interna, pues la tenía agonizando. Todo lo que ocurrió allá desde el momento que llegué me recordó de forma muy particular y exacta, los mejores años de mi vida, mi infancia, que fue cuando más estuve cerca de Dios, adorándolo y aprendiendo de él en un colegio de monjas maravilloso donde me tocó estar, no pudo ser mejor, cada detalle me recordaba esa etapa inolvidable en mi corazón.

Tan maravilloso fue que hasta tuve ganas de quedarme, y contaba con el apoyo de mi familia para ello, pero sentí que debía volver y enfrentar mi vida con todo lo que estaba acá en Chile, pero ya nada sería lo mismo, pues Ella me dio las más valiosas herramientas e instrumentos para amarme a mí misma y a mi entorno, cultivar la espiritualidad, ver con los ojos de Dios y lo más importante, encendió nuevamente la llama de mi FE extinta.

Aun voy al psicólogo, pero este se ha sorprendido de los progresos que he tenido y que marcó este viaje, y que ha acortado el tiempo de tratamiento, ya queda poco para que me den el alta.

La Virgen cumplió su misión y sobrepasó mis expectativas, me regaló una vida nueva.

Espero volver muy pronto a esa tierra santa, pero lo más importante, volver a encontrarme con ella de una forma tan magnifica, porque sé que está conmigo, siempre lo estuvo, como buena madre jamás me dejó sola.

Alejandra Sánchez

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