Altagracia Domínguez, periodista y laica consagrada: «Jesús pidió que me consagrara, estaba enamorada de Él y si le daba mi corazón, no me fallaría. Dije: `Quiero darte toda mi vida’»

* «La verdadera felicidad, la que da sentido y plenitud a tu vida, solo se encuentra cuando respondes a la llamada personal y a la misión que Dios tiene para ti. Dios conoce tu corazón, lo que te hará feliz. Lánzate, confía. El egoísmo y la comodidad no llenan. Dios es el único que no defrauda»

Camino Católico. Altagracia Domínguez, consagrada desde 1994, pertenece al Instituto secular Cruzadas de Santa María y actualmente vive en Córdoba, es periodista y educadora, vive su consagración en medio de la sociedad y entrevistada en Diócesis de Córdoba asegura que quiere mostrar con su vida “que hay que creer y vivir abandonados en el amor de Dios. Y recordar a los bautizados que Jesús llama a todos a estar con Él, y como Él, servir a Dios y a los hermanos”.

– ¿Qué te llevó a consagrar tu vida al Señor?

– Jesús me lo pidió. En menos de una hora y en unos Ejercicios Espirituales. Un sacerdote, el venerable P. Tomás Morales, dijo en una meditación: “hay que enamorarse de Jesucristo”; yo pensé, “este hombre está loco, ¿cómo te vas a enamorar de alguien que no ves ni está presente?”…  Y me di cuenta de que Jesús estaba muy vivo y presente, que hablaba con Él a diario en la oración y le comulgaba. Y descubrí que estaba enamorada de Jesús!!…y que llenaba todas mis aspiraciones. Que si le daba mi corazón, no me fallaría. Después abrí el evangelio al azar y leí “El que quiera seguirme, cargue con su cruz y me siga”. Y dije: “Quiero!! Quiero seguirte, Jesús, y darte toda mi vida”.

– ¿Cómo es actualmente la vida de un consagrado?

Altagracia Domínguez es Cruzadas de Santa María, laicas consagradas y que siguen a Jesucristo en medio del mundo, en cualquier profesión, en la evangelización y formación integral de los jóvenes

– Un consagrado vive su voto (promesa a Dios) de pobreza, castidad y obediencia según el  propio carisma y vocación. Nosotras, las Cruzadas de Santa María, somos laicas consagradas y ese seguimiento radical a Jesucristo lo vivimos en medio del mundo, en cualquier profesión, y en la evangelización y formación integral de los jóvenes.

– ¿Qué diferencia fundamental hay entre un laico consagrado y un religioso?

– El laico consagrado, a diferencia del religioso, no está llamado a vivir en comunidad, puede vivir sólo o con su familia; cada cual tiene su propia profesión para estar más inmersos en la sociedad (yo, por ejemplo, soy periodista y educadora) Además, los laicos consagrados no tenemos que llevar un signo externo que nos distinga (por ejemplo, un hábito).

– ¿Qué papel tiene hoy la vida consagrada dentro de la Iglesia?

Somos signo. El consagrado muestra la vida de Jesús -pobre, virgen y obediente-  con su total y exclusiva entrega a Dios. En una sociedad indiferente a lo religioso y que rechaza la cruz, hoy el consagrado expresa que hay que creer y vivir abandonados en el amor de Dios. Y recordar a los bautizados que Jesús llama a todos a estar con Él, y como Él, servir a Dios y a los hermanos.

– ¿Qué dirías a una persona que se está planteando consagrar su vida a Dios?

– La verdadera felicidad, la que da sentido y plenitud a tu vida, solo se encuentra cuando respondes a la llamada personal y a la misión que Dios tiene para ti. Dios conoce tu corazón, lo que te hará feliz. Lánzate, confía. El egoísmo y la comodidad no llenan. Dios es el único que no defrauda. Sé generoso, dale todo (que tampoco es mucho) y te dará las fuerzas para seguirle e identificarte con Él. Dios te necesita, ánimo.


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