Antonio Jiménez, de 26 años, sacerdote, testimonia en la Vigilia del Encuentro de Jóvenes en Ávila: “El Señor me ha buscado y me ha encontrado”

“El Señor ha sido siempre fiel a la alianza que selló conmigo el día de mi bautismo. Mi pequeño sí, que voy renovando cada día, es posible gracias al gran sí que el Señor ha pronunciado sobre mí. Por eso el mérito no es mío, es de Dios. Él se ha fiado de mí, me ha hecho capaz y me ha confiado el tesoro del ministerio sacerdotal. ¡Que locura la del Señor! Un Dios todopoderoso que quiere contar con cada uno de nosotros para seguir realizando su plan de salvación sobre toda la humanidad”

12 de agosto de 2015.- (13 TV / Camino Católico)  El sábado 8 de agosto, la cuarta jornada del Encuentro Europeo de Jóvenes de Ávila, a las 22:30 horas comenzó la Vigilia de Oración presidida por Mons. Xavier Novell, presidente del Departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal Española. En el acto, los jóvenes rezaron a través de las meditaciones en torno a la figura de Santa Teresa y a los cantos del coro de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Cuenca.

Un momento importante de la Vigilia lo protagonizaron cuatro jóvenes que salieron a contar su testimonio, entre ellos Antonio Jiménez Martin, de 26 años, ordenado sacerdote en la diócesis de Ávila el pasado 14 de junio, que explicó como ha vivido su vocación desde el que el Señor lo llamó a servirle, momento que recoge el vídeo. El texto completo del testimonio de Antonio es el siguiente:

Desde el principio quede claro que el protagonista de mi historia es el Señor. Él siempre lleva la iniciativa en nuestra vida. Yosólo he ido respondiendo con su fuerza a las llamadas que me ha ido haciendo, a través de mediaciones sencillas. Tengo la experiencia que ha sido el Señor quien me ha buscado y quien me ha encontrado.

Al preguntarme que quería hacer con mi vida y buscando mi sitio en el mundo y en la Iglesia, el Señor me ha hecho descubrir que Él tenía pensado para mí un sueño para que sea feliz y haga feliz a otros. Ese sueño de Dios sobre mí ha sido la vocación sacerdotal. Para descubrirlo ha ido poniendo personas en mí camino, mi familia, especialmente mis padres, los formadores del seminario, y me ha ido regalando una mirada de fe, para leer los acontecimientos que me han ido sucediendo como señales indicadoras de su voluntad.

Por eso puedo decir que ha sido el Señor quien me ha buscado y quien me ha encontrado, para que otros por medio mío, y especialmente del sacerdocio que se me ha regalado, puedan encontrarse con Él

Tengo una experiencia también de que el Señor ha sido siempre fiel a la alianza que selló conmigo el día de mi bautismo. Mi pequeño sí, que voy renovando cada día, es posible gracias al gran sí que el Señor ha pronunciado sobre mí. Por eso el mérito no es mío, es de Dios. Él se ha fiado de mí, me ha hecho capaz y me ha confiado el tesoro del ministerio sacerdotal.

¡Que locura la del Señor! Un Dios todopoderoso que quiere contar con cada uno de nosotros para seguir realizando su plan de salvación sobre toda la humanidad.

Y finalmente, también tengo la experiencia de que el Señor ha hecho, está haciendo y seguirá realizando grandes maravillas en mi vida y en la vida de muchos. El Señor me ha consagrado sacerdote, sacerdote para vosotros, porque el sacerdocio no es solo un regalo para mí, sino sobre todo para vosotros. Él me ha hecho sacerdote para repartiros su Palabra, su Cuerpo y su perdón. ¿Puede haber algo más grande que esto?

Tras pocas semanas que llevo de sacerdote, estoy empezando a ver las maravillas que el Señor está haciendo y va a hacer, a través de mi sacerdocio, en las personas que se me vayan encomendando a mi cuidado de pastor.

Doy gracias a Dios por el don inmenso que me ha hecho al consagrarme sacerdote y de modo especial le doy gracias por el regalo de su Iglesia, porque ha sido ella la que me ha ayudado a descubrir este sueño que el Señor tenía para mí y la que me ha encomendado esta tarea tan grande y a la vez tan delicada.

Os invito a que descubráis el sueño que Dios tiene pensado para cada uno de vosotros, que solo así encontrareis la verdadera felicidad. Solo os hará falta una mirada de fe, para juzgar todo lo que os acontezca, y así iréis descubriendo el plan bueno que Dios ha escribió en vuestro corazón al crearos. ¡Animo y no tengáis miedo!

Antonio Jiménez Martin

Sacerdote de la diócesis de Ávila  

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