Astrid Daniela, transexual, violado desde niño y con 57 puñaladas: rescatado en Barcelona, en Medjugorje se convirtió y ayuda a otros trans a salir de la calle

* «Dios nos quiere, sea cual sea la situación que tengamos, Dios nos acepta a todos en cualquier situación, nunca es tarde. Mientras, yo seguiré luchando con la vida que el Señor me permita, porque quiero salvar a mis amigas para que sientan lo que yo sentí. He cambiado, la Virgen me ayudó. No la vi pero la sentí, y se ha quedado dentro de mí. Ahora cada paso que doy no pienso en mí, pienso en que hay mucha gente que necesita saber esto para que les cambie la vida como a mí»

CaminoCatólico.com.- “Yo soy realista, me hice una operación pero en realidad soy un hombre”, asegura Astrid Daniela, un transexual con una vida llena de sufrimientos, abusos, agresiones, disparos y puñaladas, que acabó llevándole a una intervención de cambio de sexo y  a la calle.

En Barcelona, en una conocida zona de prostitución cerca del Camp Nou, tuvo un encuentro con un “ángel” que le cambiaría la vida para siempre. Aquella madrugada, Ignacio Sánchez Meya fue a esta zona tras decidir que hablaría de Dios a prostitutas y travestis. Y allí conoció a Astrid, al que entregó una estampa de la Virgen de Medjugorje y al que más tarde llevaría a este santuario. J. Lozano escribe sobre el testimonio de este trans  en Religión en Libertad.

Un testimonio demoledor

Su vida dio un giro de 180 grados, salió de la calle y ahora es un apóstol entre otros transexuales y personas de la calle, a los que acerca a Dios como antes hicieron con él.

Su impresionante testimonio ha quedado reflejado en el libro Transformada, de la sombra de Pablo Escobar a la luz de Medjugorjeeditado por Freshbook. En él se recoge el testimonio de este transexual, y también recoge el de Ignacio Sánchez Meya, que cuenta los detalles de cómo conoció a Astrid y acabó ayudándole a salir de esta vida.

En el prólogo, Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona, cuenta que “Astrid Daniela vino un día a verme, acompañada de buenos amigos, y me contó parte de lo que cuenta en este libro… Sentí que el Señor me la ponía en camino para que le mirara con afecto, con paternidad y para que me dejara  también amar por su ternura… El Señor la había preferido para decir una palabra al mundo, pero necesitaba una compañía, un hogar, una familia, necesitaba la Iglesia…”.

Hijo del cocinero de Pablo Escobar

Astrid reconoce que “Dios va poniendo en mi camino, que me han ido hablando de la luz y del amor de Dios y de nuestra Madre”, como Ignacio y otros compañeros que salieron a su rescate en Barcelona. “Ellos son los que me han acompañado en este mi camino hacia la conversión y se han convertido en las muletas que han permitido que me sostenga en las duras pruebas”, afirma. Sin embargo, confiesa que la gran fuerza para este cambio radical de vida la consigue en la adoración al Santísimo y en la Eucaristía.

Su nombre verdadero es Daniel Humberto y nació en Colombia. Desde el mismo momento de su nacimiento su vida estaría marcada por el sufrimiento. Su madre había tenido tres hijos, pero su padre quería tener una hija. Él había sido contratado por Pablo Escobar, el conocido narcotraficante colombiano, como su cocinero, y cuando vio que había nacido otro varón decidió abandonar a toda la familia. Su madre quedó sola con cuatro niños, y siempre responsabilizó al pequeño Daniel de haberse quedado sola.

La primera violación

A los cinco años su vida cambiaría para siempre cuando un hombre le ofreció un caramelo. Lo llevó a una zona solitaria y abusó sexualmente de él. Sería el primero de los cientos de abusos que sufriría durante su vida.

Nunca dijo a su madre lo que había ocurrido, pero por miedo decidió escaparse de casa. Acabó durmiendo en un convento de monjas, que pusieron un anuncio en la prensa para encontrar a su madre. “Vino mi madre y me llevaron a un reformatorio, luego a otro con 150 muchachos, en el que me violaban”, cuenta en un testimonio que recoge  La Contra TV.

Volvió a escaparse, pero no quiso volver con su madre porque acabaría enviándole de nuevo a este mismo lugar, así que la calle se convirtió en su nuevo hogar. Sin embargo, allí otro hombre le violaba y con amenazas le obligaba robar para él.

La vida trans

En aquel entorno conoció a los primeros travestis, un grupo que le parecían “chicas muy bonitas, pero raras y con voces extrañas. Me gustaban porque eran muy chistosas”, así que este niño decidió irse a vivir a la calle a su zona, pues además le daban de comer.

De ahí pasó a vivir en la casa de los transexuales y supo por fin a qué se dedicaban. Mientras tanto, Daniel sobrevivía robando. En uno de estos hurtos robó a una mujer una bolsa. En su interior había un vestido y zapatos de charol, y además eran de su talla.

“Me lo puse, me quedaba bien, y me fui a la zona de las chicas raras”, cuenta Astrid. Así empezó este tipo de vida a la que se dedicó durante muchos años. Además, empezó a levantar envidias porque ganaba más dinero que los demás.

57 puñaladas y tres disparos

Recuerda que “no me daba miedo nada, mi madre se había suicidado. Tengo 57 puñaladas y tres disparos”. Ahora piensa que Dios la quería para una misión pues siempre acababa sorteando la muerte.

Era la década de los 80 y en esos años pasó varias veces por la cárcel. Su problema de afectividad fue tal que fue secuestrada y acabó enamorándose del que le había raptado. “Al tipo le mataron, y yo me entregué a la droga consumiendo pega de zapato y emborrachándome”. Podía estar varios días sin dormir.

La primera vez que oyó hablar de Dios y de la Virgen cuando estaba inmerso en esta vida se produjo cuando uno de los transexuales que conocía desapareció durante un tiempo. A los meses volvió a verlo muy cambiado, y este le dijo que había ido a ver a la Virgen.

Nacho Sánchez Meya fue la persona que rescató a Astrid mostrándole una imagen de la Virgen
Nacho Sánchez Meya fue la persona que rescató a Astrid mostrándole una imagen de la Virgen

El cambio de sexo

Astrid decidió ir a ese mismo lugar mariano en Colombia. Una vez que salió de allí notó que no podía consumir droga porque no soportaba ese olor y vomitaba. Pero además pidió que le diera otra oportunidad, que pasaba por ir a Europa.

Consiguió el dinero y viajó a Europa recorriendo varios países. Pero finalmente acabó viajando a Tailandia para someterse a una operación de cambio de sexo. “No quería sentir nada. Lo único que sentía hacia los hombres era dolor por tantas veces que me violaron. Me cogía entre varios, y yo me defendía, así que no sólo me violaban sino que además me apuñalaban”.

La llegada a Barcelona y el encuentro con la Virgen

En medio de esta vida recordó de nuevo a la Virgen y visitó varios santuarios buscando “paz interior” y así fue como casi por casualidad acabó llegando a Barcelona. Primero en las Ramblas y luego cerca del estadio del FC Barcelona, zona en la que hay mucha prostitución.

Y fue entonces cuando Nacho Sánchez Meya irrumpió en su vida. Este católico ya participaba en un apostolado que consistía en ir por las noches a dar de comer a los pobres de Barcelona. Pero tras conocer a Salvador Íñiguez, un mexicano que evangelizaba con la Virgen entre prostitutas, travestis y chulos, quiso hacer lo mismo en Barcelona.

Con una imagen de la Virgen de la Paz de Medjugorje se presentó en la zona de los travestis y entonces Astrid le dijo que conocía esa imagen. Ahí cambió su vida para siempre.

“Nunca pensé que una personas querría ayudarme a cambiar de vida”, cuenta Astrid, que habla de cómo Nacho le presentó a la Virgen y le invitó a ir Medjugorje.

«Dios nos quiere»

Allí tuvo un encuentro fuerte con Dios, a través de la Virgen, y pasó de la calle a ayudar a la gente de la calle que tenía una vida como ella. Su misión ahora es mostrar a los transexuales que hay otra vida y que el Señor quiere encontrarse con ellos.

“Dios nos quiere, sea cual sea la situación que tengamos, Dios nos acepta a todos en cualquier situación, nunca es tarde. Mientras, yo seguiré luchando con la vida que el Señor me permita, porque quiero salvar a mis amigas para que sientan lo que yo sentí”.

Sobre esta experiencia añade que “he cambiado, la Virgen me ayudó. No la vi pero la sentí, y se ha quedado dentro de mí. Ahora cada paso que doy no pienso en mí, pienso en que hay mucha gente que necesita saber esto para que les cambie la vida como a mí”.

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