Bénédicte se quedó viuda con tres hijos pequeños al morir su esposo de un cáncer repentino: «Fui tocada de cerca por el amor de Dios y he aprendido a conocerlo»

* «He comprendido que soy un tesoro para Dios, que lloraba conmigo, que sufría conmigo. Dios me llevó en sus brazos durante este calvario y también después porque tuve que levantarme, sonreír de nuevo, levantarme por la mañana para cuidar de los niños y que la familia siempre esté feliz. Dios ha cambiado mi vida y hoy pienso que lo amo mucho más que antes. Hoy quiero hablarle, estar con Él y entregarle toda mi vida»

Vídeo del testimonio de Bénédicte en Découvrir Dieu que traduce y edita Mater Mundi TV

Camino Católico.-  Con la muerte prematura de su esposo de cáncer, apenas un mes después del diagnóstico, Bénédicte quedó viuda con tres hijos, el más pequeño un bebé de solo 2 meses de vida. Antes de ese hecho dramático en su vida, ella había pasado mucho tiempo buscando y preguntando a Dios. Pero justo en esa situación de pérdida cuando se sintió, física y espiritualmente, «tocada de cerca por el amor de Dios. He comprendido que soy un tesoro para Él, que lloraba conmigo, que sufría conmigo. Dios me llevó en sus brazos durante este calvario y también después porque tuve que levantarme», dice Bénédicte en un vídeo de Découvrir Dieu. Este es su testimonio contado en primera persona:

Bénédicte gozqa de la presencia de Dios en su vida y en la de su familia
«Descubrí que soy amada por Dios, que me ama locamente dentro de ese dolor inmenso, me sentía llena de su amor, de su gracia y que Él estaba conmigo todo el tiempo»

Nací en una familia católica. Mis padres eran practicantes por lo que fui educada en la fe y también la practicaba. Cuando comencé a crecer y era jovencita fui disminuyendo la práctica. ¿Por qué? Porque mi fe era débil. Mi impresión era que no tenía una gran intimidad con el Señor, aunque lo buscaba: varias veces fui a retiros. Al crecer, mi vida nunca fue fácil y realmente le pedía a Dios que me guiara y le preguntaba: ¿Qué quieres de mí?

Tenía ganas casarme, formar una familia y tener hijos. Un día me enamoré, me casé, esperé un poco  y tuve la felicidad de tener tres hijos. El último nació en julio de 1998 y pasamos unas vacaciones muy buenas con mi esposo, mis tres hijos de tres años, quince meses y dos meses.

En septiembre mi marido, entonces de 40 años, empezó a sentirse mal y en un mes, el 1 de octubre, murió de un cáncer repentino. Y entonces mi vida da un vuelco. Pierdo al hombre que amo y me encuentro sola a los 38 años con tres niños pequeños a los que debía sacar adelante. Eso fue para mí un tsunami.

Bénédicte vive cada día entregando su vida y la de sus hijos a Dios

Pero durante esas cuatro semanas en el hospital descubrí que soy amada por Dios. Dios me ama locamente dentro de ese dolor inmenso, me sentía llena de su amor, de su gracia, una calidez inmensa, sentía que Él estaba conmigo todo el tiempo. Pensé que este amor venía de Dios porque nunca había conocido un amor así. Era del Señor porque  era más fuerte que el amor que pude recibir de mis padres, de mi esposo, de mis hijos, era más que todo eso.

Antes de que mi esposo muriera, tenía la impresión de estar con mucha gente y allí estaba Dios y le decía: “Estoy aquí, ¿me ves?”. Era como sucede en la escuela cuando levantas la mano para preguntar y al final el profesor ve a todos menos a ti. Tenía la impresión de que era algo parecido.

Estaba afectada por la muerte de mi esposo, pero fui tocada de cerca por el amor de Dios y he aprendido a conocerlo. He comprendido que soy un tesoro para Él, que lloraba conmigo, que sufría conmigo. Dios me llevó en sus brazos durante este calvario y también después porque tuve que levantarme, sonreír de nuevo, levantarme por la mañana para cuidar de los niños y que la familia siempre esté feliz.

Pienso en la dulzura con la que el Señor ha preparado mi corazón para que recibiese todo este amor suyo desde el momento en que murió mi marido. Es una dulzura infinita, fuerte pero suave, muy pacífica y me ha hecho mucho bien en mi vida. Un gran bien ligado a la muerte de mi esposo, que me ha tocado de lleno con esta alegría inmensa de sentirme infinitamente amada. Y es una alegría que no pierdo y estoy muy contenta de haber descubierto la presencia de Dios. Ha cambiado mi vida y hoy pienso que lo amo mucho más que antes. Hoy quiero hablarle, estar con Él y entregarle toda mi vida.

Bénédicte


Para entrar en el catálogo y en la tienda pincha en la imagen
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad