Benedicto XVI / Ángelus 11/11/2012: «Unidad inseparable entre fe y caridad, y entre el amor a Dios y el amor al prójimo»

11 de noviembre de 2012.- (13 TV / Camino Católico «En la balanza de la justicia divina, no se pesa la cantidad de los dones, sino más bien el peso de los corazones», ha dicho, desde la ventana de su estudio en la Plaza de San Pedro durante el Ángelus, Benedicto XVI, citando las palabras del Papa San León Magno y dejándose guiar por la liturgia de este domingo que presenta el ejemplo de las dos viudas: la del Primer libro de los Reyes y la del Evangelio. Ambas nos dejan una preciosa enseñanza sobre la fe: existe, efectivamente, «la unidad inseparable entre fe y caridad, y entre el amor a Dios y el amor al prójimo». En el vídeo se visualiza y escucha traducida al castellano la intervención integra de Benedicto XVI, así como el saludo a los peregrinos de lengua española . El texto de las palabras del Papa es el siguiente:

¡Queridos hermanos y hermanas!

La Liturgia de la Palabra de este domingo nos presenta como modelo de fe las figuras de dos viudas. Y nos la presenta en paralelo: una en el Primer Libro de los Reyes (17,10-16), la otra en el Evangelio de Marcos (12,41-44). Ambas mujeres son muy pobres, y es en esta condición que demuestran una gran fe en Dios. La primera aparece en el ciclo de relatos sobre el profeta Elías. Este, en una época de carestía, recibe del Señor la orden de ir cerca de Sidón, por lo tanto, fuera de Israel, en territorio pagano. Allí se encuentra con esta viuda y le pide un poco de agua para beber y algo de pan. La mujer responde que solo le queda un puñado de harina y un poco de aceite –pero dado que el profeta insiste y le promete que, si le hace caso, la harina y el aceite no le faltarán–, se lo concede y es recompensada.

La segunda viuda, la del Evangelio, es puesta en evidencia por Jesús en el templo de Jerusalén, específicamente ante el arca del tesoro, donde la gente dejaba las ofrendas. Jesús ve que esta mujer deja dos monedas en el arca; luego llama a los discípulos y les explica que su óbolo es mayor que la de los ricos, porque, mientras ellos dan de su abundancia, la viuda dio «todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir» (Mc. 12,44).

A partir de estos dos episodios bíblicos, muy bien combinados, se puede obtener una valiosa lección sobre la fe. Se parece a la actitud interior de aquel que basa su vida en Dios, en su Palabra, y confía plenamente en Él. La viudez, en la antigüedad, era en sí misma una situación de gran necesidad. Por esta razón, en la Biblia, las viudas y los huérfanos son personas de las que Dios se preocupa de modo especial: han perdido su apoyo en la tierra, pero Dios sigue siendo su esposo, su padre. Sin embargo, la Escritura dice que la condición objetiva de la necesidad, en este caso, al ser una viuda, no es suficiente: Dios siempre exige nuestra libre aceptación de la fe, que se expresa en el amor a Él y al prójimo. Nadie es tan pobre que no pueda donar algo.

De hecho, nuestras viudas de hoy muestran su fe cumpliendo con un acto de caridad: una frente al profeta y la otra dando la limosna. Así, dan testimonio de la unidad inseparable de la fe y de la caridad, y entre el amor a Dios y el amor al prójimo–, como nos recuerda el evangelio del domingo pasado. El papa san León Magno, cuya memoria celebramos ayer, explica: «En la balanza de la justicia divina no pesa la cantidad de dones, sino el peso de los corazones. La viuda del Evangelio depositó en el arca del templo dos monedas y superó todos los regalos de los ricos. Ningún acto de bondad carece de sentido ante Dios, ningún acto de misericordia permanece sin fruto (Sermo de jejunio dec. mens., 90, 3).

La Virgen María es el ejemplo perfecto de alguien que se entrega por completo confiando en Dios; con esta fe le dijo al ángel su «Heme aquí» y aceptó la voluntad del Señor. María, ayuda a cada uno de nosotros, en este Año de la fe, a reforzar la confianza en Dios y en su Palabra.

(El Papa ha dicho en español:)

Saludo con afecto a los fieles de lengua española, en particular a los peregrinos de la Parroquia San José Obrero, de San Boi de Llobregat, y de la Asociación de Padres del Colegio El Prado, de Madrid. En la liturgia de este domingo, el gesto de dos viudas, la del Evangelio, al igual que la del Antiguo Testamento, nos lleva a reconocer el valor fundamental que tiene la entrega completa de la propia vida al Señor y al prójimo. Estas dos mujeres lo dan todo, se dan a sí mismas, y se ponen en las manos de Dios por el bien de los demás. Que estos elocuentes ejemplos de desprendimiento y confianza sin límites en la Providencia divina iluminen cada día nuestro seguimiento de Cristo. Muchas gracias.

Benedicto XVI

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