Comentario del Evangelio de San Gaudencio, obispo de Arezzo y mártir: Llamados a testimoniar y reconocer a Cristo ante los hombres / Por P. José María Prats

“Alentados por el testimonio de los mártires, todos los cristianos estamos llamados a manifestar en nuestra vida cotidiana el poder de esta fe que vence al mundo. El político que renuncia a sus intereses personales o de partido en favor del bien común, el profesional que rechaza una comisión ilegítima por amor a la justicia, el esposo que en la tentación permanece fiel a su compromiso matrimonial… están afirmando el valor absoluto de la verdad frente a las vanidades y seducciones de este mundo, están reconociendo a Cristo delante de los hombres, sabiendo que así serán también reconocidos por Cristo delante de su Padre del cielo. Pidamos hoy, por intercesión de nuestro co-patrón, San Gaudencio, esta fe martirial que nos libra de la esclavitud del pecado y nos permite afirmar con Cristo: «yo he vencido al mundo» (Jn 16,33)”

San Gaudencio – Patrón secundario de la Parroquia de San Juan de Horta

Sirácida 51,1-12 / Salmo 33 / Romanos 5,1-5 / Mateo 10, 28-33

Este domingo 9 de septiembre la Parroquia de San Juan de Horta de Barcelona celebra San Gaudencio, su Patrón secundario, y por dicho motivo la homilía del evangelio que habitualmente escribe su párroco José María Prats está centrada en dicha celebración. Por el interés de su profundo contenido espiritual la ofrecemos a nuestros lectores porque reflexiona sobre la realidad del martirio y la llamada que todos los cristianos tenemos de reconocer a Cristo ante los hombres, testimoniándolo  con los actos cotidianos de nuestra vida. Si deseas también leer el comentario del evangelio del Domingo XXIII del Tiempo Ordinario escrito por el P. Raniero Cantalamessa pincha aquí.

José María Prats / Camino Católico.com Como sabéis, la fiesta de San Gaudencio, obispo de Arezzo y mártir, que estamos celebrando tiene su origen en una importante reliquia suya que se hallaba en las catacumbas romanas de Priscila y que fue donada por la Santa Sede a nuestra parroquia en 1731. La poderosa intercesión del santo en momentos de fuerte sequía suscitó muy pronto el agradecimiento del pueblo de Horta, que lo designó como co-patrón.

Esta fiesta nos invita a reflexionar sobre la realidad del martirio, que ha sido siempre de gran importancia para la Iglesia. El culto a los mártires se remonta a los mismos inicios del cristianismo. Los primeros cristianos recogieron por escrito y conservaron cuidadosamente sus testimonios en las actas martiriales y veneraron sus reliquias como auténticos tesoros. En el aniversario del martirio acudían a la tumba del mártir para recordar y celebrar su nacimiento definitivo a la vida eterna y celebrar la eucaristía. Así nos lo cuenta, por ejemplo, el acta del Martirio de San Policarpo, obispo de Esmirna y discípulo del apóstol San Juan, escrita por San Ireneo a finales del siglo II:

… poniendo el cuerpo [de San Policarpo] en medio, lo mandó quemar a la usanza pagana. De este modo, por lo menos, pudimos nosotros más adelante recoger los huesos del mártir, más preciosos que piedras de valor y más estimados que oro puro, los cuales depositamos en lugar conveniente. Allí, según nos fuere posible, reunidos en júbilo y alegría, nos concederá el Señor celebrar el natalicio del martirio de Policarpo, para memoria de los que acabaron ya su combate y ejercicio y preparación de los que tienen aún que combatir.

Muy pronto se generalizó también la costumbre de que el altar de las iglesias se construyera encima de la tumba de un mártir, o al menos que tuviera alguna reliquia suya, pues ellos habían participado de forma real y concreta en la pasión, muerte y resurrección del Señor que se renueva en el altar durante la celebración de la eucaristía. Sólo más tarde, la veneración tributada a los mártires se extendió a los confesores de la fe y a otros cristianos de probada santidad.

Barcelona cuenta, por ejemplo, con el testimonio martirial de su patrona, Santa Eulalia, que se recuerda en multitud de calles y plazas del casco antiguo. Pero ¿qué es lo que a lo largo de los siglos ha suscitado por doquier esta admiración y veneración de los mártires? Es el hecho de que ellos muestran de forma eminente el poder de la fe que vence al mundo, afirmando con su testimonio el valor relativo de los bienes terrenos, que deben subordinarse siempre a la verdad que perdura eternamente.

Alentados por el testimonio de los mártires, todos los cristianos estamos llamados a manifestar en nuestra vida cotidiana el poder de esta fe que vence al mundo. El político que renuncia a sus intereses personales o de partido en favor del bien común, el profesional que rechaza una comisión ilegítima por amor a la justicia, el esposo que en la tentación permanece fiel a su compromiso matrimonial… están afirmando el valor absoluto de la verdad frente a las vanidades y seducciones de este mundo, están reconociendo a Cristo delante de los hombres, sabiendo que así serán también reconocidos por Cristo delante de su Padre del cielo.

Pidamos hoy, por intercesión de nuestro co-patrón, San Gaudencio, esta fe martirial que nos libra de la esclavitud del pecado y nos permite afirmar con Cristo: «yo he vencido al mundo» (Jn 16,33).

José María Prats

Evangelio

No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena.

¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo.

Ustedes tienen contados todos sus cabellos.

No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros.

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.

Mateo 10, 28-33

Comentario del Evangelio del Domingo: Jesús sigue «tocándonos» físicamente para curarnos espiritualmente / Por Raniero Cantalamessa Ofmcap.

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