Comentario del Evangelio del Domingo: Jesús enseña «la ecología del corazón»/ Por Raniero Cantalamessa Ofmcap.

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Lo que contamina al hombre: XXII Domingo del tiempo ordinario (B)

Deuteronomio 4, 1-2. 6-8; Santiago 1, 17-18. 21. 27; Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

30 de agosto de 2015.- (P. Raniero Cantalamessa, ofmcap / Camino Católico«Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. […] Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre». 

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En el pasaje del Evangelio de este domingo Jesús corta de raíz la tendencia a dar más importancia a los gestos y a los ritos exteriores que a las disposiciones del corazón, el deseo de aparentar -que se es más que de serlo- bueno. En resumen, la hipocresía y el formalismo.

Pero podemos sacar hoy de esta página del Evangelio una enseñanza de orden no sólo individual, sino también social y colectivo. La distorsión que Jesús denunciaba de dar más importancia a la limpieza exterior que a la pureza del corazón se reproduce hoy a escala mundial. Hay muchísima preocupación por la contaminación exterior y física de la atmósfera, del agua, por el agujero en el ozono; en cambio silencio casi absoluto sobre la contaminación interior y moral. Nos indignamos al ver imágenes de pájaros marinos que salen de aguas contaminadas por manchas de petróleo, cubiertos de alquitrán e incapaces de volar, pero no hacemos lo mismo por nuestros niños, precozmente viciados y apagados a causa del manto de malicia que ya se extiende sobre cada aspecto de la vida.

Que quede bien claro: no se trata de oponer entre sí los dos tipos de contaminación. La lucha contra la contaminación física y el cuidado de la higiene es una señal de progreso y de civilización al que no se puede renunciar a ningún precio. Jesús no dijo, en aquella ocasión, que no había que lavarse las manos o los jarros y todo lo demás; dijo que esto, por sí solo, no basta; no va a la raíz del mal.

Jesús lanza entonces el programa de una ecología del corazón. Tomemos alguna de las cosas «contaminantes» enumeradas por Jesús, la calumnia con el vicio a ella emparentado de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos un lucha sin cuartel contra nuestra cosmamasecreto.jpgtumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto es un veneno dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.

Una vez una mujer fue a confesarse con San Felipe Neri acusándose de haber hablado mal de algunas personas. El santo la absolvió, pero le puso una extraña penitencia. Le dijo que fuera a casa, tomara una gallina y volviera adonde él desplumándola poco a poco a lo largo del camino. Cuando estuvo de nuevo ante él, le dijo: «Ahora vuelve a casa y recoge una por una las plumas que has dejado caer cuando venías hacia aquí». «¡Imposible! -exclamó la mujer- Entretanto el viento las ha dispersado en todas direcciones». Es ahí donde quería llegar San Felipe. «Ya ves –le dijo- como es imposible recoger las plumas una vez que se las ha llevado el viento; igualmente es imposible retirar las murmuraciones y calumnias una vez que han salido de la boca».

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap 

Evangelio

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes la manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.

Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús:

«¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores»?

Él contesto:

«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:  Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.  El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan / son preceptos humanos. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo:

«Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer la hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23

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