David Jasso fue 7 años directivo de fútbol en Monterrey, con lujos, trato VIP y famosos: sentía que Dios lo llamaba y ahora es sacerdote

* «Ahí empezó el discernimiento en serio, cuando dejé Rayados. La espinita estuvo todo el tiempo, pero había momentos en que se iba. Tuve novias, viajé, me divertí, del Cielo a la tierra, del seminario a la cancha de futbol, en un ambiente de lujos, de trato VIP en muchas partes, de estar cerca de los famosos, de estar ahí en el mejor momento del equipo»

A.L.M. / Camino Católico.-  ¿Qué tiene que suceder para que un reconocido directivo abandone el mundo del futbol –y sus lujos- para convertirse en sacerdote? La del padre David Jasso es una historia de fe y de mucho futbol y cuenta su historia a Alejandro Feregrino en Desde la fe, semanario de la diócesis de México, que se visualiza y escucha en el video superior.

Su camino vocacional inició como el de otros jóvenes que, al terminar la preparatoria, piden su ingreso al seminario para ser sacerdotes. No obstante, ocho años después, en 2003 tras un periodo de discernimiento, volvió a la vida laical.

“Llegué hasta tercero de Teología, me faltaba año y medio para terminar y, fruto del discernimiento con los padres superiores, yo salí del seminario. Entré con 17 años y salí de 26, con 20 pesos en la bolsa”, recuerda. «Me expulsaron porque no cumplía con el perfil. A lo largo de la formación hay varios momentos de revisión de vida y consideraron, los padres formadores, en ese momento, que yo no tenía vocación, que me faltaba madurar algunos aspectos de mi vida y que el perfil que yo tenía no correspondía a lo que se buscaba», explica con transparencia actualmente a Aleteia.

Un mes después se entrevistó con Jorge Urdiales, entonces presidente del Club de Futbol Monterrey, quien lo invitó a incorporarse a la institución como coordinador de Responsabilidad Social. Después fue Jefe de Prensa por un corto periodo hasta que fue nombrado Gerente Deportivo.

En ese momento su historia dio un vuelco que lo llevó a viajar durante años con el primer equipo, a convivir todos los días con los jugadores y el cuerpo técnico, a compartir sus logros y sus fracasos, las fiestas y reuniones familiares. En esta época convivió con figuras del futbol mexicano, como Jesús «el cabrito» Arellano, Aldo de Nigris, Sebastian «el loco» Abreu, Victor Manuel Vucetich, Miguel Herrera y Ricardo Antonio Lavolpe, entre muchos más.

Tenía el acceso a toda una institución poderosa del futbol mexicano y se codeaba con los futbolistas más famosos de toda la liga mexicana. Su talento y habilidades lo llevaron a tocar el cielo del futbol y pasó de ser un seminarista desconocido a un líder dentro del club. «Cada vez que salíamos al campo, rezábamos un padrenuestro y un avemaría. Me acuerdo haber ayudado a Sebastián “loco” Abreu a restaurar una imagen de la Virgen que traía por todos lados», así recuerda el Padre David cómo su fe seguía intacta.

Un ‘curita’ en el Monterrey

El padre Jasso recuerda varios momentos específicos durante su carrera como directivo, en los que se replanteó seriamente volver al seminario: el primero fue la muerte de Antonio de Nigris, en 2009. Aunque jugaba en Grecia, era un jugador muy querido por la afición, y su hermano Aldo jugaba en Rayados. Por ello, a él le tocó gestionar la repatriación del cuerpo y acompañar a la familia.

“Yo estaba en el vestidor y Chuy Arellano me pidió que dijera una oración. Solamente había jugadores y cuerpo técnico, yo era el único de pantalón largo. Entré, me puse a un lado de Aldo, él se hincó, puse la mano en su hombro y empezamos a rezar. No me acuerdo qué recé, pero traté de crear un ambiente de hermandad, de equipo y de comunidad”.

El otro momento, durante el primer campeonato que vivió como Gerente Deportivo, de nueva cuenta los jugadores del Monterrey le pidieron que dirigiera una oración de agradecimiento a Dios.

“Fueron esos dos momentos, en la alegría y en el dolor, en que me pregunté ‘¿Qué ven en mí que yo no estoy viendo? ¿Qué estoy transmitiendo que yo no me doy cuenta?’”, recuerda.

Quizá por eso, el ahora técnico del Club América, Miguel Herrera, uno de sus amigos más entrañables en el mundo del futbol, siempre lo apodó El Curita.

Un alto en el camino

«Siempre estuvo latente la semilla de la vocación. Había momentos de mucho llamado y otros de nada», dice. Pese a que la cosquillita por volver al seminario nunca desapareció en todos esos años, la intensidad del trabajo en el Monterrey no le permitió detenerse para discernir qué era lo que Dios quería de él, hasta que en 2011 dijo adiós a Rayados, fundó una empresa de mercadotecnia deportiva y comenzó a dar clases. Entonces, el llamado de Dios se hizo fuerte. «Estuve 10 años fuera del seminario, de los cuales, siete trabajé con los Rayados, y tres años tuve un negocio propio. Fue ahí en donde hice un discernimiento más profundo».

“Ahí empezó el discernimiento en serio, cuando dejé Rayados. La espinita estuvo todo el tiempo, pero había momentos en que se iba. Tuve novias, viajé, me divertí, del Cielo a la tierradel seminario a la cancha de futbol, en un ambiente de lujos, de trato VIP en muchas partes, de estar cerca de los famosos, de estar ahí en el mejor momento del equipo”.

Finalmente pidió su readmisión al seminario.El camino para llegar al sacerdocio fue largo. No sólo su readmisión tomó tiempo. Ya de regreso como seminarista, enfrentó una grave enfermedad congénita que lo llevó a una cirugía de corazón abierto. El miedo hacía mella en su alma, pero su devoción a la Virgen María de Guadalupe lo inundó de paz, fe y esperanza para enfrentar esta cirugía.

Las pruebas aún no terminaban para el seminarista, ya que meses después, su papá enfermó y falleció, llevando al David  a forjarse en la paciencia y a entender esta etapa de su vida como el crisol de su alma y vocación.

«No fue fácil regresar porque me habían expulsado. Yo toqué la puerta del seminario, no fue fácil, no había obispo en ese momento y tardaron un año en aceptarme. Entré condicionado y, aunque ya habían pasado 10 años, ahí seguían los expedientes; pero finalmente me ordenaron sacerdote», comenta

Sólo el inicio

Cinco años después, en enero de 2018, David Jasso se ordenó sacerdote. Desde entonces hasta hoy ha servido tanto en la arquidiócesis de Monterrey, como en el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) y en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), obedeciendo a obispos y superiores.  Sabiendo los obispos de las capacidades y talentos del sacerdote, le han encomendado varias tareas y responsabilidades desde el primer día de ser ordenado. El padre David Jasso se distingue por su trato amable y por su experiencia en la comunicación, el marketing y el futbol, que hoy aplica en todas sus tareas y responsabilidades asignadas.

Si antes, a su llegada a Rayados, asumió el reto de aprovechar su experiencia como seminarista para aplicar esos valores en el club. Ahora, asegura, el camino es a la inversa. “Quizá ese es el mayor reto ¿Cómo integrar aquello que aprendí con la Iglesia y con mi ministerio?”.

El camino que David Jasso debió recorrer para convertirse en sacerdote fue muy distinto y mucho más largo que el de muchos de sus compañeros. Sin embargo, asegura, el día de su ordenación no lo vivió como el final del trayecto: “no es la meta, sino un nuevo inicio”.

Publicado originalmente en Camino Católico en febrero de 2019 y actualizado


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