Domenico Giani, responsable de la seguridad del Papa Francisco: «No veo en este momento amenazas puntuales contra el Santo Padre «

<p> * “Yo confío mucho en el Espíritu Santo, pero también en la actividad preventiva que hacemos antes de cualquier celebración o evento”

* “Para mí es importante, como comandante del cuerpo de la Gendarmería, pero sobre todo como hombre, como creyente, ver cómo el Papa da testimonio de su fe sin dejar de lado a nadie”

* “Lo que más me impacta de Francisco es su humildad, su darse a los demás, su hacer lo que predica. No puedo borrar de mi mente la imagen de Francisco lavándoles los pies a los jóvenes detenidos en la cárcel romana de Casal del Marmo, el Jueves Santo pasado… Me impacta ver al Santo Padre haciendo gestos que hablan de una persona consciente de haber recibido un mandato puntual, el de estar lo más cerca posible de la gente, haciéndonos regresar a los valores esenciales, pero partiendo siempre de María, madre de Dios, a quien encomienda su ministerio”

19 de noviembre de 2013.-(La Nación / Camino Católico)  «No veo en este momento amenazas puntuales contra el Santo Padre.»Pese a la alarma lanzada hace unos días por el viceprocurador de Reggio Calabria, Nicola Gratteri, que advirtió que el Papa estaría en la mira de la mafia, Domenico Giani, comandante de la Gendarmería del Vaticano y responsable de la seguridad de Jorge Bergoglio, no está preocupado.

Nacido en Arezzo hace 51 años, famoso en todo el mundo porque suele ser la sombra del Papa en donde sea que él esté, Giani tiene gran experiencia.

Formado en el mundo franciscano, casado y con dos hijas, cuidó a Juan Pablo II -entonces no era aún el jefe de seguridad- y luego a Benedicto XVI.

Aunque los tiempos cambiaron y pese a la alerta de los últimos días, en un diálogo exclusivo con LA NACION, el «ángel de la guarda» del Papa descartó que haya peligros al acecho.

-¿ Qué opina de la alarma lanzada por el viceprocurador de Reggio Calabria, Nicola Gratteri?

-Sinceramente, no veo en este momento amenazas específicas contra el Santo Padre, sino que, al contrario, veo un grandísimo afecto por el Papa, no sólo de parte de los católicos, sino también en general. Porque el Papa realmente logra acercarse a todos, a las personas de otras religiones, a los no creyentes, por lo que, sinceramente, no veo amenazas.

-Al advertir del supuesto peligro, el procurador Gratteri destacó las denuncias casi diarias del Papa contra la corrupción, la trata de personas, etcétera, así como la limpieza que puso en marcha en el Vaticano, un conjunto de cosas que pone nerviosos a los mafiosos…

-El procurador hace un análisis de carácter general con el que coincido, pero sólo en parte. Porque el Vaticano desde hace tiempo, es decir, desde el pontificado de Benedicto XVI, comenzó a trabajar para una adecuación -no quiero decir una obra de «limpieza», porque también había antes limpieza- a las normas internacionales. Claro, Francisco llama al hombre a un desapego de los bienes materiales y habla contra la corrupción, afirmando que es peor que un pecado. Pero el tema de la corrupción también se destaca en la catequesis de Juan Pablo II -recuerdo su histórico discurso en Sicilia- y de Benedicto XVI, que cuando visitó Palermo quiso detenerse frente al lugar que recuerda el atentado contra el juez antimafia Giovanni Falcone.

-¿Cambió el esquema de seguridad de la Gendarmería con Francisco?

-No. La seguridad se adecuó a sus deseos, a su voluntad de estar cerca de la gente, pero nosotros seguimos haciendo nuestro trabajo. Me parece que es muy visible la óptima relación que hay entre el Santo Padre y los hombres abocados a su seguridad. Yo confío mucho en el Espíritu Santo, pero también en la actividad preventiva que hacemos antes de cualquier celebración o evento, tanto en el Vaticano como en el exterior. Como él es un símbolo, seguimos manteniendo siempre alto el nivel de seguridad.

-¿Cómo vivió la llegada de este Papa tan distinto, como él mismo dice, «indisciplinado», que quiere estar en contacto con la gente?

-Los primeros días del pontificado fue una sorpresa para todos nosotros ver al Santo Padre subirse a un ómnibus junto a los demás cardenales electores para moverse en el Vaticano o renunciar a la limusina oficial y preferir un auto normal. La misma decisión de vivir en Santa Marta o de subir al avión yendo a Brasil con su equipaje de mano causó clamor en quienes están acostumbrados a otro protocolo. Pero fue fácil entender que el Santo Padre no quiso cambiar para nada su estilo sobrio, de cercanía al pueblo que ya tenía como arzobispo de Buenos Aires.

-¿Cómo maneja el riesgo que puede haber en las audiencias generales, cuando Francisco parece impredecible, se detiene a saludar y a abrazar a la gente?

-A mí me gusta que el Papa esté rodeado de personas, como ocurría con Juan Pablo II y con Benedicto XVI. Algunos gestos fueron definidos encíclicas, como por ejemplo ese largo abrazo entre Francisco y ese joven discapacitado norteamericano al inicio del pontificado, o cuando detuvo el papamóvil después de haber reconocido algunos jóvenes argentinos… Es decir, no le temo al contacto físico, sino al exceso de afecto que podría transformarse en peligro. Para mí es importante, como comandante del cuerpo de la Gendarmería, pero sobre todo como hombre, como creyente, ver cómo el Papa da testimonio de su fe sin dejar de lado a nadie.

-¿El viaje a Brasil -sin papamóvil blindado, en un Fiat Idea, con ese famoso embotellamiento justo después de su llegada a Río, con el Papa tomando el mate que le pasaban desde la multitud- fue una pesadilla?

-No, el viaje a Brasil fue una apoteosis. Para la gente fue una emoción inmensa y seguramente inolvidable ver al Papa tan de cerca en muchas circunstancias. Más allá de pequeños percances al principio, las cosas fueron muy bien. Ya en los días anteriores al viaje mi advanced team, luego de mis inspecciones preventivas, había planificado todos aquellos aspectos relacionados con la seguridad y con las exigencias primarias del Santo Padre y de su séquito.

-¿Qué es lo que más le impacta de Francisco?

-Su humildad, su darse a los demás, su hacer lo que predica. No puedo borrar de mi mente la imagen de Francisco lavándoles los pies a los jóvenes detenidos en la cárcel romana de Casal del Marmo, el Jueves Santo pasado… Me impacta ver al Santo Padre haciendo gestos que hablan de una persona consciente de haber recibido un mandato puntual, el de estar lo más cerca posible de la gente, haciéndonos regresar a los valores esenciales, pero partiendo siempre de María, madre de Dios, a quien encomienda su ministerio.

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