Douglas Hunter sintió la llamada de Dios, optó por ser rico, fue policía, tenía novia, pero era infeliz y decidió entregar su vida a Cristo y es capellán de ’Los Colts’ de fútbol americano

* «Huía de esto. Mi objetivo era ser rico y famoso, ganar mucho dinero, tener casas grandes y coches elegantes. Pero Dios me dijo: ‘No, no necesitas todo eso’. Tuve que descubrir qué era lo que Dios quería que hiciera, no lo que yo quisiera hacer…  Hace unos dos años recibí una llamada del ahora fallecido padre Glenn O´Connor. Le dijo: “’Los Colts están buscando capellán, y creo que serías genial’. Contesté: ‘¿yo?’. Él dijo: ‘Sí, tú. Necesitan un tipo grande allí, y tú eres el más grande que he encontrado’… Sólo les trato como Jesús les trataría. Es un ministerio de presencia, simplemente mostrándoles que Jesús los ama, que alguien se preocupa por ellos, que alguien realmente quiere saber quiénes son en ese nivel personal»

Camino Católico.-  Douglas Hunter es un sacerdote grande, que literalmente da la «talla». Precisamente, su gran tamaño y el ser ex policía de la oficina del Sheriff hicieron que fuera el elegido para un destino para el que se necesitaba un “tipo duro”. Ejerce como capellán de los Colts de Indianápolis del fútbol americano, donde acompaña espiritualmente a jugadores en muchos casos de gran envergadura y peso. Y al verle como uno más a pie de campo se han ido abriendo a este joven sacerdote, produciéndose incluso conversiones entre algunos de estos millonarios deportistas.

El padre Hunter fue ordenado en 2016 y poco después le ofrecieron el encargo de poder ayudar desde el ámbito espiritual al equipo de toda su vida. “Hace unos dos años recibí una llamada del ahora fallecido padre Glenn O´Connor. Le dijo: “’Los Colts están buscando capellán, y creo que serías genial’. Contesté: ‘¿yo?’. Él dijo: ‘Sí, tú. Necesitan un tipo grande allí, y tú eres el más grande que he encontrado’”.

Una misión muy particular

Este sacerdote nunca habría imaginado que acabaría en este destino, y más tras una vida en la que se resistió a la llamada del Señor hasta que finalmente ingresó en el seminario a los 31 años. Aunque desde niño sintió atracción por la vida religiosa se dejó seducir por las cosas del mundo como el éxito, el dinero y los buenos coches. Ese era su sueño. Finalmente, se hizo agente de policía, tenía novia, su propia casa y el coche que tanto anhelaba, pero no encontró la felicidad que creía que tendría. Y finalmente, se dio cuenta que sólo Dios llenaba ese vacío que sentía y tras reconocerlo decidió entregar su vida a Cristo.

El padre Hunter se reunió en primer lugar con el poderoso gerente de los Colts, Chris Ballard, que dijo que “tan vital como es preparar a nuestros jugadores en el campo es ayudarles a crecer espiritualmente como hombres. Nuestra plantilla está llena de grandes líderes a los que el padre Hunter ayudará a convertirse en mejores esposos, padres, hermanos y amigos”.

«Invité a todos a la liturgia en el hotel»

Este sacerdote habló con varios exjugadores católicos del equipo para ver cómo acercarse a la plantilla. Empezó a ir a las instalaciones, a dejarse ver, a hablar con ellos. Pronto descubrió a más católicos entre los empleados del equipo. “Invité a todos a la liturgia que tenemos en el hotel las noches antes de los partidos que jugamos en casa”, cuenta el padre Hunter.

El momento clave se produjo cuando uno de los jugadores se acercó a él en una de las jornadas de entrenamiento y charlaron sobre su vida. “Cuando otros vieron que estaba hablando y sentado con él empezaron a venir y a hablar más y más. Me percaté que el mejor momento para hablar con estos tipos era la hora del almuerzo. Primero, tenía comida gratis. Segundo, podíamos hablar”, relata al Catholic News Service y lo sintetiza y traduce Javier Lozano en Religión en Libertad .

Básicamente consiste en exponerles la fe pero no imponerles nada. Cuando haces eso, no se sienten amenazados” y abren su corazón, reconoce Douglas Hunter. Así, por ejemplo habla de otro jugador que le invitaba a pasar la pelota para así hablar sobre la fe y preguntaba cómo acercar a su novia al catolicismo para así poder casarse por la Iglesia.

Dougas Hunter es un sacerdote que da la «talla» como capellán de los Colts de Indianápolis de la NFL

Ya hay jugadores que se han convertido

“Los conozco por su nombre, no por su fama o fortuna. Me acercó a ellos en su humanidad. No me importa qué tipo de coche conducen, cuánto dinero ganan o de dónde son. Sólo les trato como Jesús les trataría”, añade.

Igualmente, este capellán recuerda que cuando más se cuestionaba si debía seguir con este encargo pastoral un jugador le llamó porque quería aprender más sobre la fe católica y participar en el catecumenado de adultos para ser bautizado. Al final –señala el sacerdote- “es un ministerio de presencia, simplemente mostrándoles que Jesús los ama, que alguien se preocupa por ellos, que alguien realmente quiere saber quiénes son en ese nivel personal”.

Su lucha con Dios

El mismo Hunter tuvo que experimentar primero este amor para luego poder darlo como sacerdote. Y su vida no ha estado exenta de sufrimientos y de luchas con Dios. Creció en una familia católica y siempre estaba en la iglesia. Desde niño sentía una inclinación al sacerdocio, pero siempre la rechazaba.

“Huía de esto. Mi objetivo era ser rico y famoso, ganar mucho dinero, tener casas grandes y coches elegantes. Pero Dios me dijo: ‘No, no necesitas todo eso’. Tuve que descubrir qué era lo que Dios quería que hiciera, no lo que yo quisiera hacer”, explicaba en otra entrevista en Indy Star.

A los 15 años un triste suceso marcó su vida. Su padre murió y él fue quien encontró su cuerpo horas después. Este hecho le provocó una depresión, pero el apoyo que la parroquia brindó tanto a su madre como a él le acabó sanando y le acercaron a Dios.

Policía, coches, casa, novia… pero infeliz

Sin embargo, siguió luchando contra esa llamada de Dios. Al no conseguir las notas suficientes para ir a la universidad acabaría siendo Policía del departamento del Sheriff durante varios años.

Aparentemente todo iba sobre ruedas para él. Era un agente respetado, “tenía una casa, una novia, dos perros, coches, todo iba bien”, pero confiesa que “era infeliz”.

¿Qué estoy haciendo con mi vida?”, se preguntaba Douglas. Habló con su familia mientras seguía activo en la pastoral juvenil de su parroquia. Al fin escuchó la voz de Dios y decidió dejarse hacer y dejó todo lo que tenía en su vida para ingresar en el seminario a los 31 años. “Nunca he mirado atrás”, afirma este joven. Ahora sólo mira hacia adelante en una misión con un grupo de deportistas que son un ejemplo para millones de personas que les siguen día a día.

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