El astronauta Josu Feijoo asegura que ser creyente puntúa en la NASA y que “no se puede ser astronauta sin creer en Dios”

* La tripulación del Apolo 8 leyó el Génesis mientras orbitada alrededor de la Luna

* James B. Irwin, tras caminar sobre el satélite, declaró haber “sentido el poder de Dios como jamás lo había sentido antes”

* En 1998, John Glenn, que regresó al espacio después de 36 años, declaró: “Para mí es imposible contemplar toda la creación y no creer en Dios”

4 de mayo de 2014.- (Juan Francisco Jiménez Jacinto / Forum Libertas / Camino Católico)  ¿Por qué un alto índice de astronautas cree en Dios? Muchos de estos viajeros del espacio se declaran religiosos, otros reconocen que su fe crece cuando ven la Creación desde las vitrinas privilegiadas de las naves espaciales. 

Recientemente, el diario La Vanguardia entrevistó en la popular sección de entrevistas de ‘La contra’ una entrevista al alpinista y astronauta diabético Josu Feijoo. En la entrevista este ingeniero eléctrico en Robótica espacial se declara creyente “como todo astronauta”. 

Feijoo, que viaja al espacio para probar un fármaco contra la diabetes, afirma conocer muchos astronautas que creen en Dios,“no puedes ser astronauta sin creer en Dios”, asegura. Cuando el periodista le pregunta si ser creyente puntúa de forma positiva, el astronauta afirma contundente que en la Nasa,“sí”. También cita a su instructor que le dijo “Antes de ir al espacio creía en Dios, al volver mucho más”.

La razón puede ser diversa, lo que está claro es que cuando un hombre toma la perspectiva necesaria para ver la Creación su comunión con la divinidad es mayor y crece. El incipiente proceso de urbanización provoca que sus ciudadanos cada vez miren menos al cielo, que miren menos hacia fuera y sean más autoreferenciados. ¿Será ese fenómeno en parte responsable de la secularización de nuestras sociedades?

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”, desde el espacio

En 1973, el astronauta presbiteriano Buzz Aldrin publicó el libro Regreso a la Tierra, En él explica que durante su segunda noche en el satélite extrajo una cajita que contenía pan y vino; oró y leyó el versículo de Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Y Buzz Aldrin tuvo su propia Santa Cena. 

Pero, además, el astronauta presbiteriano portaba un trozo de papel en el que había escrito algunos versículos del Salmo 8:3-4 : “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?”. Aldrin posó el papel sobre la superficie del satélite y regresó a la nave. 

Sin embargo, los astronautas se vieron obligados a realizar todas sus ‘prácticas religiosas’ con una gran discreción, porque la NASA no veía con buenos ojos estos gestos.

Un año antes, en 1968, la misión del Apolo 8 había logrado su objetivo de orbitar diez veces la Luna a lo largo de 20 horas. Era la víspera de Navidad, el 24 de diciembre por la noche, y sus tres tripulantes, Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders, realizaron una sorprendente conexión en directo con los canales de televisión de todo el mundo. “Estamos cerca de la Luna y, para todos los que nos siguen desde la Tierra, la tripulación del Apolo 8 tiene un mensaje que le gustaría compartir:

“En el principio, Dios creó el cielo y la Tierra””,comenzó a leer Anders. Era el inicio del libro del Génesis, que prosiguieron leyendo los tres astronautas en turnos hasta el versículo 15. “Y Dios hizo dos lumbreras grandes, la mayor para gobierno del día y la menor para gobierno de la noche”, continuaron. “Buenas noches, feliz Navidad y que Dios les bendiga a todos”, fue la conclusión de su conexión en directo.

Este gesto enfureció a Madalyn Murray O’ Hair, una conocida activista atea, quien demandó a la NASA. El auto fue desestimado por la Corte Suprema, pero la agencia espacial exigió a sus astronautas desde ese momento una mayor discreción.

Pero las advertencias de la agencia espacial no amedrentaron a los astronautas. En enero de 1971, dos de los tripulantes del Apolo 14, Shepard y Mitchell, depositaron sobre la superficie lunar un paquete que contenía la Biblia en microfilm y el primer versículo del Génesis en 16 idiomas. Seis meses más tarde, durante la misión del Apolo 15, James B. Irwin, tras caminar sobre la Luna, declaró haber “sentido el poder de Dios como jamás lo había sentido antes”. En 1998, John Glenn, que regresó al espacio después de 36 años, declaró: “Para mí es imposible contemplar toda la creación y no creer en Dios”. Quién sabe, quizás haya que estar en la Luna para encontrarse con el Señor…

 

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