El padre Ed Meeks y su esposa Jan con un itinerario peculiar: De católicos a pentecostales, luego anglo-carismáticos y otra vez católicos, ¡con toda su parroquia!

«Sin excepción, los laicos católicos nos han recibido con brazos abiertos, en muchas ocasiones he hablado de la reacción local a nuestro retorno como hijos pródigos: han matado el ternero cebado, han puesto un anillo en nuestro dedo»

22 de noviembre de 2013.- (Pablo J. Ginés / Religión en Libertad Camino CatólicoTodos los casos de pastores anglicanos casados que se han unido a la Iglesia Católica a través de un ordinariato anglocatólico implican un viaje espiritual y un sentido de «hijo pródigo», pero el itinerario del padre Edward Meeks y su esposa Jan es de los más tortuosos, y su acogida en la Iglesia católica ha sido especialmente generosa.

Y es que ambos cónyuges del matrimonio Meeks se criaron como católicos y de hecho fueron católicos muy comprometidos. Después peregrinaron por 3 denominaciones protestantes distintas hasta que, con asombro y agradecimiento, Ed fue ordenado sacerdote católico el 23 de junio de 2012; al día siguiente ingresaban en la Iglesia Católica 140 parroquianos de su comunidad anglicana, Christ the King (www.ctktowson.org).

Un matrimonio católico y generoso

El testimonio de este matrimonio lo cuenta la esposa, Jan. En 1977, ella tenía 26 años, y Edward tenía 30. Estaban felizmente casados y tenían dos hijos pequeños. Edward y Jan se habían criado como católicos. Él incluso había sido seminarista unos pocos años.

Siendo monaguillo había sentido el «llamado» del altar. Pero dejó el seminario. Antes de casarse, los dos jóvenes habían colaborado como voluntarios con el Hogar Infantil San Vicente de Paúl. En este año ellos empezaron a acoger bebés «temporalmente» en colaboración con este hogar infantil y con Catholic Charities, hasta que encontraban una familia adoptiva definitiva. Era muy duro para Jan, que se encariñaba mucho con los bebés y lloraba al entregarlos.

Fue en esa época cuando Jan escuchó unas predicaciones grabadas de la hermana Briege McKenna (religiosa irlandesa autora del popular libro «Los milagros existen»), que tocaron su corazón con su exhortación: «Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, entrégate completamente a Él». 

Jan había sido una cristiana «de cumplir», pero ahora «mi corazón ardía, Jesús estaba en las Escrituras, la misa, los sacramentos, en mi alma y yo no lo había visto antes». Gracias a la predicación de la hermana Briege McKenna, «esa noche entregué mi vida completamente a Jesús».

Su casa se abrió. Adoptaron uno de los bebés que cuidaban. Acogieron a una chica embarazada y su bebé en su hogar durante más de dos años mientras se reconciliaba con su familia. Y después a otras embarazadas en apuros. Formaron parte del grupo de oración carismática de su parroquia, donde aprendieron mucho de Biblia, oración y alabanza. 

¿Cómo entonces se alejaron de la Iglesia Católica?

Fe, entusiasmo… y confusión

Jan no da muchos detalles y se remite a la época, muy confusa. «Los años 70 estaban llenos de todo tipo de innovaciones litúrgicas y enseñanzas privadas que estaban en contraste con el Magisterio y las Escrituras. Aún no se había publicado el Catecismo de la Iglesia Católica y nuestro renovado celo por Dios superó nuestra madurez espiritual. Esos factores, tristemente, nos alejaron de la Iglesia Católica», explica. 

En Asambleas de Dios, una de las mayores denominaciones protestantes pentecostales, encontraron un ambiente muy de su gusto: oración carismática y trabajo pro-vida de acogida a niños y embarazadas con problemas. 

En 1985 fundaron un hogar para adolescentes embarazadas llamada Sparrow House (Casa del Gorrión): Jan, Edward y sus 4 hijos vivían allí con las chicas y sus bebés. El pastor de su comunidad encargó a Edward que trabajase en este servicio a tiempo completo. Aunque un tiempo después la familia dejó de convivir en la misma casa que las chicas, trabajaron en ese ministerio eclesial casi 25 años. 

Pronto las Asambleas de Dios dieron a Edward el título de ministro: era buen predicador y tenía capacidades pastorales y de administración. Usaba esas capacidades para servir a los demás y a su comunidad cristiana. Eso le llenaba de alegría, pero notaba que le faltaba algo: añoraba la Eucaristía y la vida sacramental, algo que Asambleas de Dios no podía darle. 

Buscando algo carismático y litúrgico a la vez

Edward dejó sus tareas eclesiales durante un año de reflexión, trabajando como ejecutivo en una empresa. Y la familia tomó la decisión de entrar en otra comunidad: la Iglesia Episcopal Carismática. 

Se trataba de una iglesia similar en las formas a la anglicana (liturgia, obispos, sacerdotes, ordenaciones, vestimentas), con doctrina pro-vida y pro-familia, y estilo y teología carismáticos. Protestantes carismáticos con ganas de «algo litúrgico», o anglicanos litúrgicos con deseos de «algo carismático», podían llegar allí y sentirse cómodos. Fue «ordenado sacerdote» por un obispo de esta congregación y fundó una comunidad en la ciudad de Towson en 1996 llamada Christ the King (Cristo Rey).

Al pasar los años, el reverendo Edward, su familia y toda su comunidad de Christ the King fueron reflexionando más y más sobre el llamado de Jesús a la unidad, y el papel clave de la Iglesia Católica en esa unidad. 

En 2008, todo Christ the King, con el matrimonio Meeks a la cabeza, se afiliaron como parroquia en la Comunión Tradicional Anglicana, una red mundial de comunidades anglicanas conservadoras que hablaban de su deseo de unidad con Roma.

El Papa Benedicto mueve pieza: los ordinariatos

Y en 2009 llegó la sorpresa: el Papa Benedicto XVI abrió una puerta especial para grupos de anglicanos que quisieran entrar en plena comunión con la Iglesia Católica manteniendo aspectos de su herencia cultural y litúrgica, la constitución «Anglicanorum Coetibus», que permitía crear ordinariatos anglocatólicos. 

Hoy hay tres: uno en las Islas Británicas, otro en América del Norte y otro en Australia, que suman varios miles de ex-anglicanos, incluyendo más de doscientos antiguos pastores y ministros. 

Para los parroquianos de Christ the King era un sueño hecho realidad. Edward fue el pastor que preparó a sus ovejas para «cruzar el Tíber hacia Roma», la unión con la Iglesia que Cristo fundó sobre Pedro, el Portador de las Llaves del Reino. 

En 2010 Edward puso a su comunidad a estudiar los aspectos del catolicismo más difíciles para los cristianos llegados de otras tradiciones: la veneración de María, la intercesión de los santos, la purificación tras la muerte que comenta San Pablo en sus cartas y los católicos modernos llaman «Purgatorio», el Primado de Pedro, etc… 

Un caso complicado: eran ex-católicos

En 2011, el reverendo Edward pedía formalmente su ingreso en el ordinariato norteamericano como clérigo, pero parecía difícil que se lo concedieran. 

Él no era un pastor anglicano «de toda la vida» casado: era un ex-católico, que pese a haber estado en otras iglesias y pese a estar casado, pedía ser admitido y ordenado como clérigo católico. 

Pero, por otra parte, él tampoco era un ex-cura, ni su pasado era el de un clérigo rebelde a su obispo católico: cuando los Meeks se hicieron pentecostales eran simples laicos. Y ahora llevaban 15 años liderando una congregación que quería hacerse católica en bloque. 

La alegría de Jan, Edward y toda su congregación fue grande cuando de Roma llegaron tres notas especiales: una le dispensaba del impedimento de cisma (por ser un católico que se fue a una congregación protestante); otra permitía su ordenación pese a ser un hombre casado; la tercera concluía que nada impedía ordenar como sacerdote a Edward. Era una respuesta realmente generosa desde el Vaticano a la petición de un hijo que volvía a casa y quería servir a la Iglesia como sacerdote.

Una nueva etapa

A los 6 días de recibir las notificaciones, el obispo Mitchell Rozanski le ordenó diácono, y siete días después el cardenal Wuerl le ordenaba sacerdote. Al día siguiente, toda la parroquia de Christ the King entraba en plena comunión con Iglesia Católica.

Eran 140 personas: un tercio habían sido católicos en su infancia o juventud y ahora se reconciliaban con la Iglesia Católica. Los otros eran de orígenes protestantes, o incluso más diversos: el «Baltimore Sun» señalaba que la señora Sheila Schmolitz, de 75 años, y su prima Anita Goldman, de 74, eran de origen judío, pero ahora ya eran católicas recién confirmadas. (Galería de fotos de esta ocasión AQUÍ).

«Sin excepción, los laicos católicos nos han recibido con brazos abiertos, en muchas ocasiones he hablado de la reacción local a nuestro retorno como hijos pródigos: han matado el ternero cebado, han puesto un anillo en nuestro dedo», escribe Jan, muy agradecida.

«Ahora nuestra pasión es animar a los católicos que, como nosotros, por una razón u otra dejaron la Iglesia y desean volver de nuevo a casa. A las pocas semanas de ser recibidos como parroquia en la Iglesia, hubo individuos y familias que habían estado lejos de la Iglesia durante 30 años que llegaron buscando reconciliarse. Saber que también nosotros habíamos dejado la Iglesia y habíamos vuelto les daba cierto nivel de confianza al acercarse a Ed para el sacramento de la Reconciliación».

«Igual que fuimos bien recibidos, también nosotros damos la bienvenida a aquellos que puedan sentirse inseguros, titubeantes o asustados de volver a casa, a la Santa Madre Iglesia», anima Jan. «Para nosotros es el momento de matar al ternero cebado, de comer y hacer fiesta y estar alegres, porque hemos encontrado al que estaba perdido. ¡Puedes volver a casa!»

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