El Papa en el Regina Coeli 28-4-18: «acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, la alegría y la misión, que es el anuncio de la misericordia divina»

* «Tocar las heridas de Jesús, que están en los problemas, en las dificultades, en las persecuciones, en las enfermedades, en tanta gente que sufre. ¿Tú no estás en paz?, Ve, ve a visitar a alguien que es símbolo de la herida de Jesús, toca la herida de Jesús. De esas heridas sale la misericordia. Por eso hoy es el domingo de la misericordia. Un santo decía que el cuerpo de Jesús crucificado es como un saco de misericordia, que a través de las heridas venía hacia todos nosotros. Todos nosotros necesitamos de la misericordia, lo sabemos. Acerquémonos a Jesús y toquemos  sus heridas, en nuestros hermanos que sufren. Las heridas de Jesús son un tesoro: de ahí surge la misericordia. Seamos valerosos y toquemos las heridas de Jesús. Con estas heridas Él está delante del Padre y nos hace ver al Padre, como si dijera. “Padre, este es el precio, estas heridas son lo que yo he pagado por mis hermanos”. Con las heridas Jesús intercede ante el Padre. Nos da la misericordia y nos acerca e intercede por nosotros. No olviden nunca las heridas de Jesús »

* «Os invito a uniros a mi oración por los refugiados que se encuentran en centros de detención en Libia, cuya situación, que ya es muy grave, se torna aún más peligrosa debido al conflicto en curso. Hago un llamamiento para que especialmente las mujeres, niños y enfermos puedan ser evacuados lo antes posible a través de los corredores humanitarios. Y también oramos por aquellos que perdieron la vida o sufrieron graves daños por las recientes inundaciones en Sudáfrica. Para que a estos hermanos nuestros no les falte nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional»

28 de abril de 2019.- (Camino católico) El domingo 28 de abril, el Papa Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para rezar la oración mariana del Regina Coeli, con su habitual  comentario al Evangelio. Bajo un cielo nublado y lluvioso, la Plaza de San Pedro congregó a miles de fieles y peregrinos que no quisieron perderse la habitual cita dominical junto al Santo Padre.

El Papa dijo en su alocución previa al Regina Coeli, que este día “estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, la alegría y la misión, que es el anuncio de la misericordia divina, testimonio alegre de su amor que se transforma y redime”. Que el Espíritu de Cristo Resucitado, dijo, guíe y sostenga siempre la acción apostólica de la Iglesia, conservando fieles a su vocación a los obispos, sacerdotes, personas consagradas y todos los fieles bautizados.

Cuando Jesús invita a Tomás a tocar sus heridas, esto dijo el Papa es una enseñanza para nosotros, como si Jesús nos dice, si tú no estás en paz, toca mis heridas. Y según el Papa, las heridas de Jesús, son los problemas, las dificultades, las persecuciones, las enfermedades de tanta gente que sufre. ¿Tú no estés en paz? se pregunta, ve a visitar a alguien que es el símbolo de esas heridas de Jesús, dijo el Pontífice, toca sus heridas, porque es de ellas que surge la misericordia. Por esto hoy es domingo de la Misericordia.

Y todos necesitamos de la Misericordia, lo sabemos dijo el Papa, acerquémonos a Jesús y toquemos sus heridas en nuestros hermanos que sufren.  Seamos valientes, dijo, y toquemos sus heridas. Con estas heridas, Él está delante del Padre, se las hace ver, cómo si le dijera: «Padre, éste es el precio, estas heridas son lo que he pagado por mis hermanos».  Con sus heridas, Jesús intercede por nosotros ante el Padre, dijo Francisco.

Después de rezar el Regina Coeli, el Papa subrayó que «ayer en La Rioja, Argentina, fueron proclamados Beatos, Enrique Ángel Angelelli, Obispo diocesano, Carlos de Dios Murias, Franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum y Wenceslao Pedernera, catequista. Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica. Que su ejemplo y su intercesión apoyen en particular a aquellos que trabajan por una sociedad más justa y unida. ¡Demos un aplauso a los nuevos beatos!».

Asimismo, el Obispo de Roma invitó a los presentes a unirse a su oración por los refugiados que se encuentran en centros de detención en Libia, cuya situación, que ya es muy grave, es aún más peligrosa debido al conflicto en curso: «Hago un llamamiento para que especialmente las mujeres, niños y enfermos puedan ser evacuados lo antes posible a través de los corredores humanitarios». Igualmente, Francisco pidió oraciones por los que perdieron la vida o sufrieron graves daños en las recientes inundaciones en Sudáfrica, «para que a estos hermanos nuestros no les falte nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional». En el vídeo se visualizan y escuchan traducidas al español las palabras del Papa en el momento de rezar el Regina Coeli traducidas al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El evangelio de hoy (Juan 20: 19-31) nos dice que en el día de Pascua Jesús se aparece a sus discípulos en el cenáculo, trayendo tres dones: la paz, la alegría y la misión apostólica.

Las primeras palabras que dice son: “La paz a vosotros” (v. 21). El Señor Resucitado trae auténtica paz, porque a través de su sacrificio en la cruz ha logrado la reconciliación entre Dios y la humanidad y ha vencido el pecado y la muerte, esta es la paz. Sus discípulos eran los primeros que necesitaban esta paz, porque después de la captura y la sentencia de muerte contra el Maestro, habían caído en el desconcierto y el miedo. Jesús se aparece vivo entre ellos y mostrando sus heridas en el cuerpo glorioso, da la paz como fruto de su victoria. Pero esa tarde el apóstol Tomás no estuvo presente. Informado de este evento extraordinario, él, incrédulo ante el testimonio de los otros apóstoles, pretende verificar personalmente la verdad de lo que ellos afirman. Ocho días después, como hoy, se repite la aparición: Jesús se encuentra con la incredulidad de Tomás y le invita a tocar sus heridas. Son la fuente de la paz, porque son el signo del inmenso amor de Jesús, quien derrotó a las fuerzas hostiles del hombre, es decir, el pecado, el mal y la muerte. Invita a tocar las heridas, es una enseñanza para nosotros, como si Jesús nos dijera a cada uno de nosotros: “Si tú no estás en paz, toca mis heridas”.

Tocar las heridas de Jesús, que están en los problemas, en las dificultades, en las persecuciones, en las enfermedades, en tanta gente que sufre. ¿Tú no estás en paz?, Ve, ve a visitar a alguien que es símbolo de la herida de Jesús, toca la herida de Jesús. De esas heridas sale la misericordia. Por eso hoy es el domingo de la misericordia. Un santo decía que el cuerpo de Jesús crucificado es como un saco de misericordia, que a través de las heridas venía hacia todos nosotros. Todos nosotros necesitamos de la misericordia, lo sabemos. Acerquémonos a Jesús y toquemos  sus heridas, en nuestros hermanos que sufren. Las heridas de Jesús son un tesoro: de ahí surge la misericordia. Seamos valerosos y toquemos las heridas de Jesús. Con estas heridas Él está delante del Padre y nos hace ver al Padre, como si dijera. “Padre, este es el precio, estas heridas son lo que yo he pagado por mis hermanos”. Con las heridas Jesús intercede ante el Padre. Nos da la misericordia y nos acerca e intercede por nosotros. No olviden nunca las heridas de Jesús.

El segundo don que Jesús resucitado trae a los discípulos es la alegría. El evangelista informa que los discípulos se regocijaron al ver al Señor “(v. 20). Hay un versículo que dice que “no podían creer por la alegría que tenían”, no lo podían creer.  A nosotros cuando nos pasa algo increíble demasiado bello, nos viene de dentro decir: “¡No lo podemos creer, que esto no es verdad!” y así decían los discípulos, no lo podían creer por tanta alegría que sentían. Y esa es la alegría que nos da Jesús. Si tú estás triste, si no estás en paz, mira a Jesús crucificado, a Jesús resucitado, mira sus heridas y recibe su alegría.

Y además de la paz y la alegría, Jesús da a sus discípulos una nueva misión: “Así como el Padre me envió, yo también os envío” (v. 21). y La resurrección de Jesús es el inicio de un nuevo dinamismo  de amor capaz de transformar el mundo con la presencia del Espíritu Santo.

En este segundo domingo de Pascua, estamos invitados a acercarnos a Cristo con fe, abriendo nuestros corazones a la paz, la alegría y la misión, pero no nos olvidemos de las heridas de Jesús, que de ahí surge la paz, la alegría y la fuerza par la misión. Confiamos esto a la intercesión materna de la Virgen María, Reina del Cielo y de la Tierra.

Oración del Regina Coeli: 

V/. Reina del Cielo, alégrate; aleluya.

R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V/. Resucitó según dijo; aleluya.

R/. Ruega por nosotros a Dios; aleluya;

V/. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R/. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.

Oración:

¡Oh, Dios!, que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: concédenos, te rogamos, que por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

Después el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer en La Rioja, Argentina, fueron proclamados Beatos, Enrique Ángel Angelelli, Obispo diocesano, Carlos de Dios Murias, Franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum y Wenceslao Pedernera, catequista. Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica. Que su ejemplo y su intercesión apoyen en particular a aquellos que trabajan por una sociedad más justa y unida. Uno de ellos era francés, fue como misionero a la Argentina. Los otros tres, argentinos. ¡Demos un aplauso a los nuevos beatos!

Os invito a uniros a mi oración por los refugiados que se encuentran en centros de detención en Libia, cuya situación, que ya es muy grave, se torna aún más peligrosa debido al conflicto en curso. Hago un llamamiento para que especialmente las mujeres, niños y enfermos puedan ser evacuados lo antes posible a través de los corredores humanitarios.

Y también oramos por aquellos que perdieron la vida o sufrieron graves daños por las recientes inundaciones en Sudáfrica. Para que a estos hermanos nuestros no les falte nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional.

Os saludo a todos, fieles romanos y peregrinos de Italia y de muchos países, en particular los fieles de Tlalnepantla (México), los jóvenes de Valencia, los estudiantes de Tricase, los adolescentes de Arcore y los de Carugo; Los fieles de Modugno y Génova. Un saludo especial a la peregrinación diocesana de las familias de la Arquidiócesis de Trani-Barletta-Bisceglie, así como a los devotos de la Divina Misericordia reunidos hoy en la iglesia de Santo Spirito en Sassia.

A nuestros hermanos y hermanas de las Iglesias orientales que hoy, según el calendario juliano, celebran la Pascua, les ofrezco mis cordiales felicitaciones. ¡Que el Señor resucitado les dé gozo y paz! Y un aplauso también para todos los católicos orientales y ortodoxos, para decirles: «¡Feliz Pascua!».

Finalmente, agradezco a todos los que me han enviado saludos de Pascua en estos días. Los devuelvo con entusiasmo, invocando todo el bien para todas y cada una de las familias.

Buen domingo y por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Francisco

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