El Papa en la Audiencia 9-5-18: «El Bautismo, sello imborrable. Somos para siempre Hijos de Dios»

* «Inspirado por el único  Espíritu, todo el Pueblo de Dios participa de las funciones de Jesucristo, «Sacerdote, Rey  y Profeta», y tiene las responsabilidades de misión y servicio que se derivan de ellas (cf. CCC, 783-786). ¿Qué significa participar en el sacerdocio real y profético de Cristo? Significa hacer de sí mismo una oferta agradable a Dios (cf. Rm 12,1), dando testimonio a través de una vida de fe y de caridad (cf. Lumen Gentium, 12), poniéndola al servicio de los demás, siguiendo el ejemplo del Señor Jesús (ver Mt 20: 25-28; Jn 13: 13-17)»

Video completo de la transmisión en directo realizada por 13 TV de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

9 de mayo de 2018.- (CaminoCatólico.com)  La catequesis del Papa Francisco de la Audiencia General del miércoles en la Plaza de San Pedro estuvo centrada en esta ocasión de la “regeneración”, y en concreto ha afirmado que “la fuente bautismal es el lugar en el que se hace Pascua con Cristo”.

El Santo Padre ha asegurado que “la vocación cristiana está toda aquí: vivir unidos a Cristo en la santa Iglesia, partícipes de la misma consagración para desarrollar la misma misión, en este mundo, llevando frutos que duran para siempre”. A través del Bautismo, “es sepultado el hombre viejo, con sus pasiones innegables, para que renazca una nueva criatura; de verdad las cosas viejas han pasado y hay muchas nuevas”.

“El renacimiento del hombre nuevo exige que sea reducido en polvo el hombre corrupto del pecado. Las imágenes de la tumba y del vientre materno referidas a la fuente son en efecto muy incisivos para expresar cómo es de grande a través de los  simples gestos del Bautismo”. Francisco ha destacado que “si nuestros padres nos han generado a la vida terrena, la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna en el Bautismo”.

Por otro lado, ha explicado que “incorporados a Cristo por medio del Bautismo, los bautizados son conformados a Él” y “mediante la acción del Espíritu Santo, el Bautismo purifica, santifica, justifica, para formar en Cristo, de muchos, un solo cuerpo”.

“La unción crismal, nos conforma a Cristo ‘Sacerdote, Profeta y Rey’. Por eso, todo el Pueblo de Dios, animado por el Espíritu Santo, participa de esas funciones, y tiene la responsabilidad de misión y servicio que de ellas deriva”, ha dicho en la catequesis. En el vídeo superior de 13 TV se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La catequesis sobre el sacramento del bautismo nos lleva a hablar hoy del lavacro santo acompañado de la invocación a la Santísima Trinidad,  o sea el rito central, que, propiamente «bautiza» – es decir, inmerge – en el misterio pascual de Cristo (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1239). San Pablo recuerda a los cristianos de Roma el significado de este gesto, preguntando en primer lugar: «¿Es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte?» Y luego responde: «Fuimos, pues, con Él sepultados por el bautismo en la muerte  a fin de que al igual que Cristo fue  resucitado de entre los muertos… así también nosotros vivamos una vida nueva «(Rom 6: 3-4).El Bautismo nos abre la puerta a una vida de resurrección, no a una vida mundana. Una vida según Jesús.

¡La pila bautismal es el lugar donde participamos de la Pascua de Cristo! El hombre viejo es sepultado, con sus pasiones engañosas (véase Efesios 4:22), para que renazca una  criatura nueva. En efecto las cosas viejas han pasado y han nacido otras nuevas (véase 2 Cor 5, 17). En las «catequesis» atribuidas a San Cirilo de Jerusalén se explica así a los recién bautizados, lo que les ha sucedido en el agua del bautismo. Es hermosa esta explicación de San Cirilo: «Nacéis y morís en el mismo instante y la misma onda saludable se convierte para vosotros en sepulcro y madre » (n. 20, Mistagógica 2, 4-6: PG 33, 1079 – 1082). El renacimiento del hombre nuevo requiere que se convierta en polvo el hombre corrompido por el pecado. Efectivamente, las imágenes de la tumba y del seno referidas a la pila, son  muy eficaces para expresar la grandiosidad de lo que sucede a través de los sencillos gestos del Bautismo. Me gusta citar la inscripción que se encuentra en el antiguo Baptisterio romano de Letrán, donde se lee, en latín, esta frase atribuida a Sixto III: «La Iglesia Madre da a luz virginalmente mediante el agua a los hijos que concibe por el soplo de Dios. Cuántos habéis renacido de esta fuente, esperad el reino de los cielos”. [1] Es bello: la Iglesia que nos da a luz, la Iglesia que es seno, es madre nuestra por medio del Bautismo.

Si nuestros padres nos generaron a la vida terrena, la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna en el Bautismo. Nos hemos convertido en hijos en su Hijo Jesús (véase Rom 8:15, Gal 4: 5-7). También sobre cada uno de nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, nuestro Padre Celestial hace resonar con amor infinito su voz que dice: «Tú eres mi hijo amado» (Mt. 3,17). Esta voz paternal, imperceptible para el oído pero bien audible desde el corazón de aquellos que creen, nos acompaña a lo largo de la vida, sin abandonarnos nunca. Durante toda la vida el Padre nos dice: “Tú eres mi hijo, el amado; tu eres mi hija, la amada”. Dios nos ama tanto, como un Padre y no nos deja solos. Esto desde el momento del Bautismo. ¡Renacidos hijos de Dios, lo somos por siempre! El bautismo no se repite, porque imprime un sello espiritual indeleble: «Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación » (CIC, 1272). ¡El sello del Bautismo no se borra nunca! “Padre, pero si una persona se vuelve un malhechor, de los más famosos, de esos que matan a la gente, que hace injusticias, ¿el sello se borra?”. No. Para vergüenza suya, hace estas cosas ese hombre que es hijo de Dios; pero el sello no se borra. Y sigue siendo hijo de Dios, que va contra Dios pero Dios no reniega nunca a sus hijos. ¿Habéis entendido esto último? Dios no reniega nunca a sus hijos. ¿Lo repetimos todos juntos? “Dios no reniega nunca a sus hijos”. Más fuerte, que o yo soy sordo o no lo he entendido: (lo repiten más fuerte). “Dios no reniega nunca a sus hijos”. Vale, así está bien.

Incorporados a Cristo a través del Bautismo, los bautizados son, pues, conformados a Él, «el primogénito de muchos hermanos» (Rom 8:29). Mediante la acción del Espíritu Santo, el Bautismo purifica, santifica, justifica, para formar en Cristo, de muchos, un solo cuerpo (1 Co 6:11, 12, 13). Lo expresa la unción crismal «que es un signo del sacerdocio real de los bautizados y de su agregación a la comunidad del pueblo de Dios» (Rito del bautismo de niños, Introducción, n. 18, 3). Por lo tanto, el sacerdote unge con el santo crisma la cabeza de todo bautizado, después de pronunciar estas palabras que explican el significado: «Dios mismo os consagra con el crisma de la salvación  con el Crisma de la salvación para que entréis a formar parte de su pueblo y seáis para siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey. «(ibíd., 71).

Hermanos y hermanas, la vocación cristiana estriba en esto: vivir unidos a Cristo en la santa Iglesia, partícipes de la misma consagración para llevar a cabo la misma misión, en este mundo, dando frutos que duren para siempre. En efecto, inspirado por el único  Espíritu, todo el Pueblo de Dios participa de las funciones de Jesucristo, «Sacerdote, Rey  y Profeta», y tiene las responsabilidades de misión y servicio que se derivan de ellas (cf. CCC, 783-786). ¿Qué significa participar en el sacerdocio real y profético de Cristo? Significa hacer de sí mismo una oferta agradable a Dios (cf. Rm 12,1), dando testimonio a través de una vida de fe y de caridad (cf. Lumen Gentium, 12), poniéndola al servicio de los demás, siguiendo el ejemplo del Señor Jesús (ver Mt 20: 25-28; Jn 13: 13-17). Gracias.

(Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy fijamos nuestra atención en el rito central del bautismo: el lavacro santo acompañado de la invocación a la Santísima Trinidad, momento en el que somos bautizados y participamos en el Misterio pascual de Cristo: el hombre viejo queda sepultado para que renazca una creatura nueva. Morimos y nacemos en el mismo instante, pues la fuente bautismal se convierte en sepulcro y en madre. Estas dos imágenes manifiestan la grandeza de lo que sucede por medio de los gestos sencillos del bautismo.

Nuestros padres nos generaron a la vida terrena; la Iglesia, en el Bautismo, nos regenera a la vida eterna, haciéndonos hijos de Dios para siempre. Por eso, también sobre cada uno de nosotros, renacidos del agua y del Espíritu Santo, el Padre dice amorosamente: «Tú eres mi hijo amado» (cf. Mt 3,17). El bautismo no se repite porque imprime un sello sacramental indeleble que el pecado no puede borrar, pero sí puede impedir que dé frutos de salvación.

Luego, la unción crismal, nos conforma a Cristo “Sacerdote, Profeta y Rey”. Por eso, todo el Pueblo de Dios, animado por el Espíritu Santo, participa de esas funciones, y tiene la responsabilidad de misión y servicio que de ellas deriva.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. En este tiempo pascual, los invito a considerar la grandeza de la vocación cristiana que recibimos en el bautismo, y vivirla unidos a Cristo en la Iglesia, de modo que pueda dar frutos abundantes en una vida de fe y de caridad, al servicio de los hermanos. Muchas gracias.

(El Papa ha dicho al final de la catequesis:)

Un pensamiento especial para los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Estamos en el mes de mayo, tiempo dedicado a la Bienaventurada Virgen María. Cultivad la devoción a la Virgen, con la oración cotidiana del Rosario, para que como la Madre de Dios, acogiendo a los misterios de Cristo en vuestra vida, seáis cada vez más un don de amor para todos. ¡Gracias!

Francisco

[1] «Virgineo fetu genitrix Ecclesia natos / quos spirante Deo concipit amne parit. / Caelorum regnum sperate hoc fuente renati

Comentarios 1

  1. Maravilhosa catequese como sempre vinda de alguém muito sábio que nos ensina a maravilhosa palavra de Deus! O batismo é a fonte onde bebemos a mais pura água do céu, fomos sepultados com Cristo mas renascemos para a vida com o batismo que nos purifica através de Jesus que morreu por nós. É muito bom viver dessa fonte da alegria, da paz da felicidade, porque o batismo tudo isto nos oferece só se nós nos encaminharmos para o caminho sem luz. Todos nós os batizados que sempre nos renovamos na fonte da salvação, caminhamos iluminados, aqueles que não procuram essa luz muitas vezes nos invejam, rezemos por eles para que possam encontrar a fonte viva a fonte que sempre jorra água pura luz e amor, essa fonte chamada Jesus Cristo através do batismo. Amém que Deus o abençoe.

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