Eva Encina, periodista: «¡Qué privilegio es acercarnos a Dios con la oración, derramar nuestra alma, contarle todo! Dios no nos condena, nos ama y nos ofrece su perdón»

* «Necesito sentir cada día y, sobre todo, cada noche, la presencia de Jesús; hablarle de mis cosas, sobre mis dudas; pedirle consejo… Tener una amistad con Él me reconforta. No hay día que no amanezca dándole gracias por las nuevas oportunidades, ni noche que no converse con Él. En esto soy muy rigurosa. Creo que Dios debe ser nuestro mayor confidente, el más confiable y genuino, alguien que sabemos jamás nos va a traicionar o a dar un mal consejo; alguien que a pesar de ser perfecto, no nos juzga de manera injusta. La oración es el medio más eficaz para ayudar a otros»

Camino Católico.- Eva Encina es periodista y presentadora del informativo Málaga Noticias de Canal Málaga RTV. Antes de cada emisión se encomienda a Nuestro Padre Jesús El Rico, de quien es muy devota, y reconoce que nunca falta a su cita diaria con Dios, esté donde esté. La entrevista Ana María Medina en la web de la Diócesis de Málaga.

El primer recuerdo en torno a la oración de esta periodista malagueña es cada noche, con sus padres sentados en el filo de la cama, enseñándole a rezar. «Pertenezco a una familia religiosa y de enorme tradición cofrade. Tanto mi padre como mi madre, así como lo eran mis abuelos, son personas que creen en la oración como vehículo de transmisión con Dios y como forma de encomendar nuestra vida a Jesús y a María. Así nos lo han inculcado a mis hermanos y a mí desde pequeños», cuenta.

La oración también tuvo un papel protagonista en su formación académica, ya que estudió en un colegio de Siervas de San José, Nuestra Señora del Pilar. «Allí la oración siempre estuvo muy presente en mi formación. Recuerdo cómo cada mañana, a primera hora, formábamos filas en el patio del colegio para rezar todos juntos un Padre Nuestro y un Ave María para dar gracias a Dios y pedir su ayuda para todos los niños del mundo», añade.

«Un refugio de paz, calma y donde soy capaz de encontrar el sentido a esas adversidades que en determinados momentos me cuesta entender». Así define Eva Encina la oración. «Necesito sentir cada día y, sobre todo, cada noche, la presencia de Jesús; hablarle de mis cosas, sobre mis dudas; pedirle consejo… Tener una amistad con Él me reconforta. No hay día que no amanezca dándole gracias por las nuevas oportunidades, ni noche que no converse con Él. En esto soy muy rigurosa», reconoce.

Para Eva, su cita diaria con la oración es imprescindible. «Me agarro a él en todo momento pero es cierto que cuando las cosas se complican, la tristeza me invade o me siento perdida, me ayuda mucho pensar que Jesús está a mi lado, que me escucha y que me ayuda a encontrar la respuesta más adecuada -explica-. Siempre rezo antes de dormir, pero confieso que durante el día son muchos los momentos en los que acudo a la oración. Me ayuda a desconectar para reconectar con más fuerza y sin miedos».

Nuestro Padre Jesús el Rico

Para Eva, orar no es solo pedir, sino un medio para establecer una sincera y maravillosa conversación con nuestro Creador. «¡Qué privilegio! Es a través de ella que podemos acercarnos a Él y derramar nuestra alma, contarle todo. Creo que Dios debe ser nuestro mayor confidente, el más confiable y genuino, alguien que sabemos jamás nos va a traicionar o a dar un mal consejo; alguien que a pesar de ser perfecto, no nos condena ni juzga de manera injusta, sino que nos ama y nos ofrece su perdón. Además, la oración es el medio más eficaz para ayudar a otros», explica.

A Nuestro Padre Jesús el Rico

«Te confieso un secreto, deposito mi fe también en las imágenes de Jesús y María, fundamentalmente en la de Nuestro Padre Jesús El Rico, que me acompaña siempre antes de hacer cada informativo», cuenta Eva. Por eso, la primera oración para ella es la de Nuestro Padre Jesús El Rico:

Padre Nuestro, Jesús,
Rico en poder y misericordia,
que tan pródigamente derramas tus gracias:
concédenos a nosotros, pobres pecadores,
la gracia de perseverar en el propósito
que Tú mismo alientas,
para que siempre participemos
de la riqueza de tu gracia en esta vida,
hasta llegar a poseer
la ya definitiva riqueza
de tu eterna gloria.
Amén


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