Felipe y Paulo Lizama son gemelos y fueron ordenados sacerdotes: le propusieron a su madre abortarlos cuando el aborto bajo el supuesto «terapéutico» era legal en Chile

* Paulo cuenta que los médicos dijeron “a mi mamá que abortara porque la guagua [el bebé] venía mal, con tres piernas, cuatro brazos… pero ella no quiso, optó por la vida aunque en ese tiempo se podía, ya que ella estaba supuestamente en riesgo”

* Felipe explica que el llamado de Dios «no es algo mágico, algo así como que venga un ángel del cielo, te hable y te diga ándate al seminario…No, es algo que se va dando de a poco, pero que versa principalmente por la experiencia de fe y de revelación de Dios que se va dando en cada uno».

 Camino Católico.-  En la Iglesia se han dado casos de hermanos gemelos que se han ordenado sacerdotes juntos, y también casos de niños que iban a ser abortados pero nacieron y llegaron a ser sacerdotes u obispos que han ayudado a muchas personas. Los jóvenes Felipe y Paulo Lizama, hoy de 34 años de edad, cumplen ambas cosas: sacerdotes gemelos que han sobrevivido a la cultura del aborto.

En Chile, su país, el aborto fue legal bajo el supuesto«terapéutico» durante 58 años, hasta que en 1989 se prohibió todo aborto. Eso no empeoró la salud de las mujeres: al contrario, la salud materna de Chile es la mejor del continente americano, sólo por detrás de la de Canadá. Chile, con una sanidad moderna y documentada, es la prueba también de que no hay mujeres que mueran por abortos clandestinos, ni dañadas bajo camuflaje de septicemia u otras complicaciones. Y, puesto que en los países vecinos, apenas hay tampoco aborto legal, las cifras no esconden casi chilenas que viajen al extranjero para abortar. 

A mi mamá le dijeron que abortara porque la guagua [el bebé] venía mal, con tres piernas, cuatro brazos… pero ella no quiso, optó por la vida aunque en ese tiempo se podía, ya que ella estaba supuestamente en riesgo”, dice Paulo. Como en tantos otros casos de diagnósticos equivocados, cabe preguntarse cuantos bebés han sido abortados por errores de diagnóstico. El caso es que la mamá fue recompensada por su apuesta provida, no con un niño sano, sino con dos, idénticos, que nacieron con 17 minutos de diferencia.

Crisis familiar, cercanía de Dios

Eso no significa que todo fuera maravilloso en la vida, que siempre es una lucha. Cuando tenían 14 años, la familia se rompió. Pero eso acercó a los chicos a Dios y a una vida de servicio en la Iglesia. “Mis papás se separaron y eso nos marcó mucho a los dos. Como nuestro pueblo era chico, lo único que había era la iglesia, así que llegamos allá por cosas de la vida”, relata.

«El llamado de Dios es misterioso, está escondido y se desarrolla a lo largo de la historia personal. Es tan misterioso y personal como cada individuo y ese llamado va a responder a la historia que cada uno tenga», dice Paulo, preguntado por el Mercurio de Valparaíso.

Felipe, en tanto, respondiendo al mismo periódico es más gráfico. «No es algo mágico, algo así como que venga un ángel del cielo, te hable y te diga ándate al seminario…No, es algo que se va dando de a poco, pero que versa principalmente por la experiencia de fe y de revelación de Dios que se va dando en cada uno».

Paulo y Felipe Lizama Silva son oriundos de la localidad de Lagunillas y aunque de familia católica por el lado de su madre, no eran de misa dominical; ambos andaban en una búsqueda, esa típica de la adolescencia, a los 14 años, en la que la separación de sus papás tuvo un efecto profundo.

Felipe atravesaba una crisis, necesitaba una identidad y fue cuando un amigo lo invitó a confirmarse. Empezó siendo monaguillo y en ese tiempo el sacerdote de la parroquia compartía actividades con los seminaristas. «Ahí me fue bien cercana la figura del sacerdote, antes el fin de semana estaba dedicado al fútbol y en mi prioridad no estaba Dios».

Paulo reacciona con el testimonio de Felipe. «Nunca lo había escuchado; me llama la atención porque se parece mucho, es casi idéntico, a lo que yo he vivido; obedece a la misma experiencia, la misma vivencia».

Él también andaba tras una identidad. «A esa edad, no tenía muchos amigos, también me invitaron a la confirmación y acepté, pero no porque mi intención primera fuera el sacramento, lo que yo quería era buscar amistades, tener un nuevo círculo. Entonces entré a catequesis que era lo que se me presentaba en ese momento, aunque no me pareció muy entretenido al principio».

Al final, Paulo y Felipe entraron en proceso de confirmarse simultáneamente. La exigencia son dos años de preparación y como ellos fueron los únicos pidieron hacerla en un solo año, a lo que el párroco accedió, con el compromiso de que siguieran colaborando con la Iglesia. Accedieron y hoy rescatan a que gracias a ese compromiso han llegado a ser ordenados sacerdotes.

A los 18 años decidieron entrar al Seminario, aunque fue algo que habían decidido cada uno por su cuenta, sin consultarlo entre ellos. “Fue muy raro, porque yo no quise hablarlo para no influenciar a mi hermano. Pero cuando llegó el momento de tener que decidir qué íbamos a hacer con nuestras vidas, ambos decidimos entrar”, explican.

En el seminario les ponían apodos divertidos: «los fotocopia», «los tangananica-tangananá». Fueron ocho años de carrera en los que cursaron dos de filosofía, uno de experiencia pastoral, uno de práctica y cuatro de teología en el Seminario Mayor San Rafael. 

Sacerdotes católicos

“Fue todo muy bonito. En la misa nos ungieron las manos con un aceite especial que nos convierte en sacerdotes de la Iglesia Católica. La ceremonia fue espectacular. La iglesia estaba llena de gente que nos acompañó en distintas etapas de este proceso, desde que ingresamos al seminario”,explica Paulo. 

“Ahora en adelante uno se siente en plenitud. Uno se puede proyectar como sacerdote, por mucho tiempo, en la parroquia a la que fuimos designados”,afirma Felipe. 

Después de ocho años de estudio y dos de formación en el Seminario San Rafael, fueron ordenados sacerdotes en abril de 2012, en la catedral de Valparaíso, por el obispo Gonzalo  Duarte. Los gemelos fueron destinados a distintas parroquias: el padre Paulo en Achupallas y Felipe en Puchuncaví. 

Bromas de gemelos

Como suelen hacer los gemelos, continúan divirtiéndose con sus bromas. “La gente nos confunde y yo muchas veces me hago pasar por mi hermano. Lo más chistoso es ver la reacción de las personas. Es la maldad del gemelo, un plus que no podemos dejar de explotar”, reconoce el padre Paulo.

Recuerda que “cuando chicos decíamos que éramos psíquicos, yo le decía una palabra al oído a una persona y mi hermano tenía que adivinarla. El truco es que yo mencionaba algo que tenía en la mano. La gente quedaba loca pensando que teníamos esa capacidad y nunca fue”.

Pero quien preste mucha atención podrá distinguirlos: “Felipe es el mayor, pero en la parroquia dicen que yo tengo la voz más fuerte”, afirma el cura Paulo. Además, uno de ellos es zurdo y el otro diestro.

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