Gaspare Spatuzza, sicario de la Cosa Nostra, mató a más de 30 personas, en la cárcel se convirtió a Dios y reza por sus víctimas

“La celda secreta donde está preso parece la celda de un monje. Altar, reclinatorio, libro de oraciones, textos teológicos. Una vez mientras me hablaba, paró y dijo: ‘es la hora de los salmos, los recita conmigo’. Durante años ha vivido una vida ascética, físicamente no tiene nada que ver con el antiguo jefe Spatuzza. Dio toda su ropa a Cáritas y viste de negro haciendo luto por todos los muertos” explica Marcello Cozzi, sacerdote italiano, que ha publicado un libro en el que habla con Spatuzza y otros mafiosos

15 de enero de 2017.- (J. Lozano Religión en Libertad  Camino Católico)  Don Marcello Cozzi es un sacerdote italiano que se ha adentrado en el escabroso mundo de la mafia denunciando sus prácticas pero mostrando que Dios también actúa allí. Muestra de ello son los mafiosos y asesinos que con cientos de asesinatos a sus espaldas se han arrepentido y han podido convertirse. Este sacerdote ve en ellos el “rostro de Caín”, asesinos de inocentes pero para los que también ha sido enviada la misericordia de Dios.

Para ello, este cura publicó un libro en el que habla con algunos de estos mafiosos arrepentidos y uno de ellos es el que fuera uno de los más sanguinarios sicarios de la Cosa Nostra, Gaspare Spatuzza.

Más de treinta asesinatos cometidos

Condenado a cadena perpetua, es el responsable de más de 30 asesinatos como el de la matanza de Via D´Amelio en la que mató con un coche bomba a un juez y cinco de sus guardaespaldas o la del adolescente de 15 años Giusseppe Di Matteo, hijo de un juez al que la Cosa Nostra quería silenciar, y al que secuestró durante dos años y disolvió su cuerpo en acido para mandar un mensaje a su padre. Uno de sus asesinatos más sonados fue el que perpetró en 1993 cuando mató de un tiro en la nuca al sacerdote Pino Puglisi, un párroco de Palermo que denunciaba abiertamente a estos grupos. Esta fue la primera vez que la mafia asesinaba a un sacerdote que se oponía a sus métodos y se interpretó como un “mensaje” a la Iglesia.

Pese a la frialdad que caracterizaba a Spatuzza quedó conmocionado con este asesinato puesto que cuando el sacerdote les vio les sonrió y le dijo tanto a él como a su compañero: “os estaba esperando”.

De sicario a llevar una vida monástica

Finalmente, fue detenido y en prisión pudo reflexionar sobre el inmenso mal que había hecho y con la ayuda de tres sacerdotes, entre ellos el obispo de L´Aquila, comenzó un fuerte proceso de conversión. Y aunque abandonó radicalmente su vida y se refugió en Dios aún paga las consecuencias de sus actos pues le vienen a su mente los rostros de sus víctimas.

En una entrevista para Il Giornaleel sacerdote que ha escrito este libro habla de su experiencia con Spatuzza al que ya ha conocido convertido. “La celda secreta donde está preso parece la celda de un monje. Altar, reclinatorio, libro de oraciones, textos teológicos. Una vez mientras me hablaba, paró y dijo: ‘es la hora de los salmos, los recita conmigo’. Durante años ha vivido una vida ascética, físicamente no tiene nada que ver con el antiguo jefe Spatuzza. Dio toda su ropa a Cáritas y viste de negro haciendo luto por todos los muertos”.

Los tormentos infernales y las pesadillas

Relataba además don Marcello Cozzi que las conversiones de la mafia “no hay finales felices nunca” sino que “son historias de tormentos infernales, pesadillas y desesperación. Tanto en Spatuzza como Giussepe Quadrano (otro mafioso) estaban manchados por la sangre de un sacerdote, este último con la del padre Pino Diana. Tanto en los ojos de Spatuzza como en los de Quadrano leí la desesperación eterna que les persigue”.

Pero para llegar a este proceso de conversión pasó por una larga noche oscura. Sólo una vez que fue consciente de todo lo que había hecho comenzó a entrar Dios en su vida. Todo empezó cuando en una misa de Navidad un sacerdote le dio una Biblia y a partir de ahí empezó a leer libros religiosos e incluso a estudiar Teología.

La confesión con el arzobispo

Pero en un proceso como el suyo hacía falta el acompañamiento de un sacerdote. Y no fue uno sino tres los que ayudaron a este miembro de la Cosa Nostra con decenas de asesinatos en su conciencia.

Fueron concretamente el capellán de la prisión de Ascoli Piceno, Peter Capoccia pero sobre todo ha tenido un fuerte papel Don Massimiliano De Simone, capellán de la cárcel de L´Aquila y que ahora es su director espiritual. Y muy implicado en este caso también estuvo el que fuera arzobispo de L´Aquila, Giuseppe Molinari, con el que el sicario de la Cosa Nostra confesó.

Spatuzza pidió a los ‘capos’ que dejaran el crimen

Arrepentido de sus asesinatos quería intentar remediar en parte lo que había causado con sus asesinatos. Dejó la Cosa Nostra y condenó sus prácticas a pesar de que hacer esto era sinónimo de ser asesinado en prisión. Incluso llegó a pedir públicamente al jefe del clan que se convirtiera y dejara el crimen.

Por ello, Spatuzza decidió colaborar totalmente con la Justicia lo que ha permitido al Estado Italiano luchar eficazmente contra la mafia. En 2009 salió en todos los medios por acudir a declarar en un juicio sobre la relación entre los clanes mafiosos y las autoridades políticas.

De servir al mal a poner su vida en manos del bien

“Don Massimiliano, el cura que se ha convertido en mi tutor espiritual me aconsejó que me liberara, que contara todo en libertad. Yo lo estoy haciendo y no pienso parar. Quiero restituir la verdad a la Historia y espero que mis acciones sirvan para honrar a todos esos muertos. Si he puesto mi vida en manos del mal, ¿por qué no puedo ahora ponerla en manos del bien?”, declaró el exmafioso.

El ejemplo de Pablo de Tarso

Este proceso le ha llevado a sentirse muy identificado con Pablo de Tarso, que se convirtió tras perseguir a los cristianos. Él mismo no sólo mató a muchos inocentes sino que incluso asesinó a un sacerdote por lo que en una carta enviada a su obispo dijo inspirarse en el que pasó a ser el apóstol de los gentiles.

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