Giusy, del clan Versace, perdió las piernas en un accidente y es atleta paralímpica, se aferró a la fe y está agradecida a Dios

“He perdido mis piernas pero Dios me ha dado tantas cosas hoy en día que parecería pecado si me quejara porque tengo dos piernas artificiales. Las nuevas piernas no son una cruz sino una oportunidad. Estar viva es un regalo y así, después de casi morir, vivir día a día me ayuda”

3 de mayo de 2017.- (J. Lozano / Religión en Libertad  Camino Católico) Giusy Versace pertenece a la familia que da nombre a una de las grandes firmas de moda que hay en el mundo. El apellido ha pesado mucho en su vida y ella también se dedicaba al mundo de la moda y con éxito cuando a la edad de 28 años, el 22 de agosto de 2005, sufrió un terrible accidente de tráfico debido a una gran tormenta lo que le provocó que le amputaran ambas piernas justo por debajo de la rodilla.

Lejos de dejarse llevar por la desesperación y rebelarse ante esta situación que la dejaba para siempre sin piernas se apoyó fuertemente en la fe. Así fue como no sólo logró superar esta situación sino que vio la amputación de las piernas como una oportunidad dada por Dios para ver su gracia.

Sin piernas ha ganado concursos de baile y pruebas de atletismo

Versace es un ejemplo de superación y tras serle colocada unas modernas prótesis ha podido participar en distintas pruebas de atletismo de los Juegos Paralímpicos y ha sido campeona de Italia en distintas disciplinas.

Pero su vitalidad ha vencido con creces su discapacidad y tras participar en el exitoso programa de televisión Dancing with the Stars (Bailando con las estrellas), reality del que llegó a ser vencedora en 2014 bailando con una soltura que dejó asombrados a los espectadores y al jurado.

Ella misma confiesa que ha sido afrontar el sufrimiento del accidente desde la fe lo que ha hecho vivir así la vida. Todavía recuerda los duros momentos que vivió en el hospital. En una entrevista hace unos años en TV2000, propiedad de los obispos italianos, Versace contaba cómo los terribles dolores que sufría le impedían prácticamente recordar el Ave María que intentaba recitar a la Virgen para que la consolase en ese momento.

Agradecida a Dios tras el accidente

“He perdido mis piernas pero Dios me ha dado tantas cosas hoy en día que parecería pecado si me quejara porque tengo dos piernas artificiales”, asegura Giusy. Según dice ella misma, “las nuevas piernas no son una cruz sino una oportunidad”.

La fe fue tuvo un papel clave en su proceso de rehabilitación, lo que le ha llevado a cumplir sueños que nunca habría imaginado antes del accidente. “Sin fe no se va a ninguna parte, todo el mundo tiene que creer en algo más grande, un plan divino, siempre hay una razón cuando sucede algo y yo quería dar sentido a lo que me pasó”. “Estar viva es un regalo y así, después de casi morir, vivir día a día me ayuda», dice convencida.

Su devoción a la Virgen ha sido clave en su recuperación aunque ya antes del accidente mientras trabajaba en Milán era parte importante en su vida. Tras el accidente hizo una promesa a la Virgen. Si volvía a andar iría a Lourdes. Y un año después estaba en la gruta.

La importancia de Lourdes en su vida

En 2010, ante miles de personas ofreció su testimonio en Lourdes. Allí habló a muchos enfermos que como ella habían acudido a este santuario a buscar consuelo:

“He rezado tanto. Yo había hecho una promesa: si volvía a caminar vendría a Lourdes para agradecérselo a la Virgen. Estando frente a la gruta experimenté una sensación increíble, por supuesto lloré pues el dolor no podía ser contado. Cualquiera de ustedes que ha sufrido o está pasando por un momento difícil lo sabe. Siempre me preguntaba: ‘¿por qué me ha pasado a mí? ¿Qué he hecho mal?’ Hay tantos ladrones, asesinos con salud y, ¿tengo yo que perder mis piernas?’ Entonces miré a la imagen y parecía como si me estuviera hablando y me dijo: ‘da la vuelta a la pregunta, ¿por qué no? ¿qué eres tú más que los demás? Y efectivamente es así,  por qué no a mí”.

Este encuentro la liberó y permitió que se dedicara únicamente a mirar hacia adelante. Fue así como empezó a correr y ganar carreras llegando a ser subcampeona de Europa y finalista en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro.

Su forma de afrontar la vida es un ejemplo para los demás

Su entrenador afirma de ella, tal y como recoge Aleteia, que “Giusy es una persona de gran fe, es una fe contagiosa porque ella hace bien a los necesitados, a los enfermos, a personas con discapacidad, pero también es buena para gente como yo porque transmite valores positivos como la bondad, el afecto, la paz…”.

En la actualidad además de participar en programas de televisión y de correr también ha creado una asociación para ayudar a personas con discapacidad. Pero sobre todo, el accidente le hizo ponerse de cara a Dios y disfrutar de todo lo que tiene y que antes no valoraba como“comer berenjenas con mi madre o tomar café con un amigo”.

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