Gregoire Ahongbonon, de Benín, reparaba neumáticos, hoy libera a enfermos mentales encadenados: «Cristo está en su carne»

* «Mientras siga habiendo enfermos encadenados a un árbol o dentro de una cabaña, yo no puedo hacer un balance de victoria. Mi victoria, hasta hoy, es encontrarlos y dejar que Él me ayude a liberarlos»

* «La oración tiene una importancia capital en nuestros centros; en todos hay capillas donde se celebra todos los días por lo menos una misa. Porque, repito, esta obra no es mi obra, es la obra de Dios y entonces hay que dirigirse a Él para que la obra continúe»

4 de septiembre de 2015.- (Rodolfo Casadei / Tempi.it  / Religión en Libertad  Camino Católico)  En el Meeting de Rimini (www.meetingrimini.org) ha tenido lugar el encuentro “La enfermedad mental y la recuperación del yo”, durante el cual ha ofrecido su testimonio Gregoire Ahongbonon, el beninés fundador de la Asociación San Camilo de Lellis que en estos años ha liberado y consolado a miles de enfermos mentales en algunos países de África Occidental, dando vida a una experiencia inédita tanto en África como en los países industrializados, observada con asombro y maravilla por muchos psiquiatras europeos. 

Tras una profunda crisis personal y una peregrinación a Tierra Santa, Gregoire, ex reparador de neumáticos, empezó a reunir a su alrededor a los enfermos mentales que encontraba por la calle y a voluntarios africanos y europeos para ocuparse de los primeros.

-Gregoire, hace ya 25 años que empezaste la misión de cuidar a los enfermos mentales cuando en el rostro de uno de ellos reconociste el rostro de Jesús. ¿Qué balance harías de esta experiencia, que llega hasta el día de hoy?

(Se ríe, ndr) ¿Cómo se puede hacer un balance del hecho de que cada día, desde aquel día, veo el rostro de Cristo en el de los enfermos? Se trata simplemente de seguir el trabajo iniciado. Jesucristo está presente en su carne. Mientras siga habiendo enfermos encadenados a un árbol o dentro de una cabaña, yo no puedo hacer un balance de victoria. Mi victoria, hasta hoy, es encontrarlos y dejar que Él me ayude a liberarlos.

-Para ayudar a los enfermos a menudo es necesario romper las cadenas con las que han sido inmovilizados, entrar en conflicto con quien los mantenía en esas condiciones, y más aún. ¿Es necesario todavía seguir luchando para ayudar a los enfermos mentales o la mentalidad ha cambiado un poco?

-Hemos creado muchos centros, la gente ve y esto ayuda a cambiar la mentalidad. Hay una mejoría en el modo que tienen los africanos de relacionarse con los enfermos mentales, pero hay que hacer todavía un inmenso trabajo de sensibilización; con la ayuda de la Gracia y del Espíritu Santo lo estamos haciendo con entusiasmo. Nos llaman de otros países africanos y nosotros vamos con alegría para llevar adelante esta obra que Dios ha querido y que aún continúa. 

No es mi obra, no es mi proyecto: es Su obra, es Su proyecto y Él elige a quien quiere para realizarlo. Tras el inicio en Costa de Marfil fuimos a Benín en 2004, donde encontramos la misma situación que en Costa de Marfil: enfermos abandonados en las calles o encadenados en las aldeas. Creamos un centro en el sur y otro en el norte; abriremos un tercero en Cotonou, la capital, donde el arzobispo nos ha puesto a disposición una propiedad sobre la cual estamos construyendo. 

El año pasado abrimos el primer centro en Burkina Faso, en Bobo Dioulasso, precisamente dentro del recinto donde se encuentra el obispado. ¡El obispo, los sacerdotes y los enfermos mentales se encuentran cada día cara a cara! Ahora nos gustaría hacer algo en Togo. Allí hay una situación bastante traumática: en el sur, no lejos de la capital, me topé con una explanada donde hay 204 personas atadas a plantas o palos. Es el «campo de oración» de una secta que dice que puede liberar a los enfermos de la posesión de los espíritus. En el Meeting de Rimini he hablado de esto, porque necesitamos la ayuda de todos para empezar la obra también allí.

-A menudo has definido lo que se hace en la obra como «dar la libertad a los enfermos». Ahora bien, la propia condición de la enfermedad, y sobre todo de la enfermedad mental, es la falta de libertad, es un estado de esclavitud, de encarcelamiento. ¿Qué significa exactamente para ti «dar la libertad a los enfermos»?

-Significa darles la libertad de vivir como las otras personas, reconocer su dignidad de seres humanos. No son enfermos a los que la enfermedad ha borrado toda cualidad humana; son seres humanos que participan en el desarrollo de la sociedad. ¡Algunas de las personas que han pasado por nuestros centros ahora trabajan en asociaciones de protección de los derechos humanos! Hay que saberlos acoger y saberlos comprender. Entonces dan todo aquello de que son capaces.

-Una de las razones por las que los africanos tiene miedo de los enfermos mentales es que muchos aún piensan que han sido atacados por espíritus malvados y que no hay que interferir con ellos. ¿Ha habido algún cambio en este aspecto o el problema aún subsiste? ¿El miedo a los espíritus sigue dominando la vida de los africanos o ha sido superado?

-En muchos el miedo ha sido superado, pero queda aún mucho por hacer. Hay todavía africanos que cuando asisten a la crisis epiléptica de un enfermo piensan que sería justo quemarlo vivo para impedir al espíritu malvado que ha atacado a la persona que contagie a otros. Pero estamos asistiendo a una evolución en todo el continente, debida en parte a la difusión y a la profundización del cristianismo y en parte a una mejor educación científica. 

Nuestros centros de Benín están conectados en red con los dispensarios donde los enfermos van a coger las medicinas. El hecho de que los enfermos tomen los medicamentos los ayuda a estar mejor y hace que la gente los acepte, que deje de pensar en los espíritus como causa de esas enfermedades. Hay que sensibilizar también a los cristianos sobre las verdaderas causas de las enfermedades psíquicas. Tratan a los enfermos mentales como los cristianos de hace siglos trataban a los leprosos: marginándolos y teniéndolos alejados de la comunidad. Hay que organizar conferencias científicas, educar a la gente, profundizar la catequesis.

-África es aún un continente muy pobre. ¿Dónde encontráis los recursos materiales y económicos para las obras que has creado en estos años?

-No son las obras que he creado yo; son las obras que Dios ha creado a través de mí. Todo lo que viene de Dios es obra suya y entonces es Él quien provee para que la obra pueda continuar. Tenemos amigos en todo el mundo que nos ayudan con dinero y asistencia sanitaria: en Italia, en Francia, en España, en Canadá. En Benín los obispos nos ayudan e invitan a los fieles a ayudarnos, a hacernos donaciones. 

También hay musulmanes ricos que nos sostienen, porque los enfermos son personas de todos los credos religiosos y nosotros los cuidamos sin hacer distinciones. La Providencia continúa su camino y nosotros confiamos en ella. Cuando iniciamos nuestros proyectos en Benín, no teníamos el dinero suficiente para empezarlos, pero confiamos en la Providencia. Cuando una obra viene de Dios, Él provee.

-Una vez me dijiste que la curación de un enfermo mental depende en un 50 por ciento de los fármacos que toma y en el otro 50 por ciento del amor cristiano que recibe. ¿Qué parte tiene la oración en tu “cocktail terapéutico”?

-La oración tiene una importancia capital en nuestros centros; en todos hay capillas donde se celebra todos los días por lo menos una misa. Porque, repito, esta obra no es mi obra, es la obra de Dios y entonces hay que dirigirse a Él para que la obra continúe. 

En nuestros centros está naciendo una comunidad de laicos consagrados, autorizada por los obispos: he aquí el signo de lo que Dios tiene en mente. La oración tiene una importancia capital en mi vida: quiero estar en comunión permanente con la Iglesia, cada día voy a misa y comulgo. Todos los días como el cuerpo de Cristo y quiero que los otros me coman a mí. Quiero ser comido por ellos.


(Publicado originariamente en italiano en Tempi.it; traducción de Helena Faccia Serrano)

Grégoire Ahongbonon, Asociación San Camilo de Lellis para enfermos mentales: “Dios habita en todos y dejar a un enfermo a su suerte es abandonar a Dios”

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