Homilía del Evangelio del Domingo de Pascua: Cristo Resucitado renueva la gracia que recibimos en el bautismo para vivir como ciudadanos del cielo / Por P. José María Prats

* «’Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba’, nos ha dicho san Pablo. El tiempo pascual que hoy comenzamos nos invita a tomar conciencia de lo que hemos llegado a ser por la muerte y resurrección del Señor y a vivir con gozo esta nueva vida libre y victoriosa… Resurrección, novedad, victoria, fuerza, santidad, alegría, belleza, plenitud, misión, comunión: Que estas palabras resuenen con fuerza en nuestro corazón y se hagan realidad en nuestra vida a lo largo del tiempo pascual que hoy comenzamos»

Domingo de resurrección

Hechos 10, 34a.37-43  /  Sal 117  /  Colosenses 3,1-4  /  Juan 20,1-9

P. José María Prats / Camino Católico.-  Durante el Triduo Pascual hemos revivido la pasión, muerte y resurrección del Señor, su paso de este mundo a la gloria del Padre. La palabra pascua, como sabéis, procede de la palabra hebrea phase, que significa paso, tránsito. Y nosotros, como nos dicen las lecturas de hoy, hemos realizado este tránsito unidos a Jesús. En la segunda lectura, San Pablo nos ha dicho: «Habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios»; «habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios».

Durante la Cuaresma nos fuimos preparando para este tránsito, luchando por dar muerte a todo lo que nos esclaviza y nos separa de Dios y de los hermanos. Ahora se ha renovado en nosotros la gracia que recibimos en el bautismo para vivir como ciudadanos del cielo, que han vencido sobre las seducciones del maligno y las vanidades de este mundo.

Podemos imaginar la profunda impresión de los discípulos ante el espectáculo de la tumba vacía, con «las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza (…) enrollado en un sitio aparte». Y a continuación, el encuentro con Jesús resucitado que les dice: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Quedan atrás la Pasión, el sudario y las vendas, y empieza una realidad nueva llena de fuerza frente al poder del mal y la esclavitud del pecado.

«Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba», nos ha dicho san Pablo. El tiempo pascual que hoy comenzamos nos invita a tomar conciencia de lo que hemos llegado a ser por la muerte y resurrección del Señor y a vivir con gozo esta nueva vida libre y victoriosa. La liturgia nos insta a la alegría y a la alabanza de Dios con el canto del aleluya por el don extraordinario que hemos recibido, y la exuberancia de la naturaleza en este tiempo refleja la belleza y la fuerza de esta nueva vida.

Pero el Señor resucitado dice también a sus discípulos: «Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19-20), pues es justo y necesario que un don que supone pasar de la muerte a la vida llegue a todos los habitantes del mundo. Por ello, la Pascua es el tiempo de la misión de la Iglesia en el poder del Espíritu Santo.

Resurrección, novedad, victoria, fuerza, santidad, alegría, belleza, plenitud, misión, comunión: Que estas palabras resuenen con fuerza en nuestro corazón y se hagan realidad en nuestra vida a lo largo del tiempo pascual que hoy comenzamos.

P. José María Prats

Evangelio

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:

– «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Juan 20,1-9


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