Javier González de Lara, empresario: «La oración es mi «whatsapp» con Dios a quien le digo: ‘aquí estoy, márcame el camino porque no dejo de ser una herramienta tuya’»

* «A Dios le hablo siempre como a un padre… Yo le tengo una devoción enorme al Espíritu Santo y le rezo muchísimo. Mi padre me lo decía. ‘Tú reza al Espíritu Santo, que es el que lleva todos los asuntos complicados’. Y así lo veo como en una organización empresarial sería el secretario general. Me explico: el presidente es Dios; el CEO, o sea, el Consejero Delegado, es Cristo. Ambos intentando que la empresa siga avanzando. Pero el Espíritu Santo es aquel que se encarga de que funcione la luz, de que haya gas, de que esté la logística a punto, de que haya cocina donde se coma. Si se me permite casi la broma, creo que se entiende. Yo soy muy del Espíritu Santo. Para mí es la clave, es el que nos ilumina y nos va marcando el camino. A él le digo ‘Espíritu Santo, dame elocuencia, dame capacidad de visualizar, dame capacidad de transmitir, de trabajar, de no rendirme…’ Él nos lo da todos los días»

Camino Católico.Javier González de Lara, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) y de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), patrono de la Fundación Victoria y pregonero de la Semana Santa de Málaga de 2022, comparte con Ana Medina en Diócesis de Málaga su experiencia de oración. Lo hace cuando se enfrenta a la responsabilidad de trasmitir la vivencia de fe que la religiosidad popular ejemplifica en los próximos días en la ciudad de Málaga

– ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de las oraciones? ¿Cuándo empezó a aprender a rezar? ¿Quién le enseñó?

– Los primeros recuerdos son, como suelo decir, en las habitaciones de la infancia, con mis padres, mis hermanos, mi abuela Paquita, mi tata Lola… La oración era algo normal en un niño que se despertaba todos los días con muchísima ilusión y que veía en ella un mecanismo de comunicación con Dios.

– ¿Qué significa la oración para usted?

Para mí es un refugio. Creo que la oración es una manera de comunicarte con Dios, algo así como el «whatsapp» que tenemos hoy en día con Él. Todas las mañanas, cuando abro los ojos, intento darle las gracias por darme un día más. Después, trato de leer el evangelio. y ver qué aprendo para intentar acometer el día con algo que me haya forjado esa lectura. Por lo tanto, la oración es mi comunicación, mi «whatsapp» con Dios y mi forma de decirle «aquí estoy, acuérdate de mí y márcame el camino porque no dejo de ser una herramienta tuya.

Javier González de Lara habla a Dios como a un padre

– ¿Podría vivir sin rezar?

– No, en los momentos de alegría, se reza; en los de tristeza, se reza… Con esta pandemia tan dura, hemos aprendido a rezar, a no volver a pronunciar el nombre de «héroe» en vano y los que somos creyentes hemos aprendido el verdadero significado de la oración, de lo que es hablar con Dios, rogarle, pedirle y hasta suplicarle. Hay oraciones que son muy formales, como es natural, pero yo le hablo siempre a Dios como a un padre…¿y a un padre cómo se le habla? «No me aprietes más» o «a ver si este tema lo resolvemos juntos»; «pon de tu parte o ilumíname»; «busca la manera en la que podamos resolver un conflicto», o le pides por alguien que lo está pasando mal.

– ¿Cómo encaja esa vivencia suya de la oración con el mundo de la empresa que puede parecer muy árido?

– Creo que el mundo de la empresa tiene muchos estereotipos, pero realmente es una comunidad de personas, no solo con intereses económicos sino una comunidad social. Deberíamos pensar que no son solo las grandes empresas sino muchas PYMES, micropymes, autónomos… grupos donde existe una relación casi familiar. El 85% de las empresas de Andalucía tienen menos de seis trabajadores y en ellas el empresario tiene una relación estrechísima con sus empleados.

– ¿En qué momento tiene más presente la oración?

– Normalmente por las mañanas, aunque también por la noche. Curiosamente, es el amanecer, el alba, el momento que más me conecta con Dios a mí. Durante el día se puede rezar en cualquier momento, pero para mí la mañana tiene una simbología que representa una nueva oportunidad, una forma de regenerarte y hasta de pedir perdón por los errores que has cometido el día anterior.

– ¿Tiene algún lugar favorito para rezar?

– Bueno tengo en mi casa un sitio que es como un mi pequeño santuario, dónde le rezo al Señor y dónde tengo mi refugio personal, pero si estoy de viaje, también puedo rezar en el hotel o en una capilla a la que entro. En una iglesia me encanta, por supuesto, pero no hay un sitio predeterminado. Obviamente, en tu casa siempre te sientes mucho más cobijado para poder hablar con Dios.

Javier González de Lara tiene especial devoción al Espíritu Santo

– El pregón que está a punto de pronunciar, ¿debe ser leído también en esa clave de oración?

– Quiero transmitir un pregón que sea diferente, no porque vaya a inventar nada, porque el pregón no deja de ser un género, una fórmula de ensalzar nuestra Semana Santa, pero también quiero que sea un testimonio de fe y, en esa línea, un pregón distinto, en el que al final los cofrades de Málaga se identifiquen. Que sea el pregón del reencuentro, el que hemos anhelado, al que hemos aspirado en este tiempo sin pregones… pero siempre teniendo en cuenta que, efectivamente, (me gusta esa expresión suya) el pregón es una gran oración.

– ¿Por qué recomendaría la oración a alguien que no la practique, que no la haya descubierto todavía?

– Porque creo que genera endorfinas, alegría, te inunda de esperanza y es una forma de apaciguar la ansiedad que todos padecemos. Hemos vivido unos tiempos de una intensa ansiedad y la oración te consuela mucho. Hay quien puede decir: «eso es un opiáceo, es una manera de autoconsolarte». No, no. Es una manera de, por un lado, relajar hasta tu respiración, la hiperventilación que puedas tener en ocasiones (la oración tranquiliza hasta el ritmo cardíaco), pero es que además te permite rogar por los demás, y cuando ruegas por los demás, te haces más generoso y creces, te ensanchas como persona. Por lo tanto, creo que la oración tiene efectos beneficiosos. Los psiquiatras deberían aconsejarla. Yo creo que el mundo necesita mucha oración.

– ¿Qué oración es su favorita?

– Le rezo mucho al Espíritu Santo. El Padre Nuestro es la que el Señor nos trasmitió personalmente en el evangelio, pero yo le tengo una devoción enorme al Espíritu Santo y le rezo muchísimo. Mi padre me lo decía. «Tú reza al Espíritu Santo, que es el que lleva todos los asuntos complicados». Y así lo veo como en una organización empresarial sería el secretario general. Me explico: el presidente es Dios; el CEO, o sea, el Consejero Delegado, es Cristo. Ambos intentando que la empresa siga avanzando. Pero el Espíritu Santo es aquel que se encarga de que funcione la luz, de que haya gas, de que esté la logistica a punto, de que haya cocina donde se coma. Si se me permite casi la broma, creo que se entiende. Yo soy muy del Espíritu Santo. Para mí es la clave, es el que nos ilumina y nos va marcando el camino. A él le digo «Espíritu Santo, dame elocuencia, dame capacidad de visualizar, dame capacidad de transmitir, de trabajar, de no rendirme…» Él nos lo da todos los días.


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