Jesús Cabello, cantautor: «La oración propicia un encuentro real con Jesús que nos enamora, no nos hace santos de un día para otro y conocemos la medida del Amor que nos cautiva»

* «La oración no es un momento de relax ni de mindfulness. La oración es una relación de amor real que va ordenando el corazón sin desanimarnos, poco a poco, y a través de la cual entendemos qué sentido tiene nuestra existencia. Nunca he sentido la necesidad de orar solamente cuando la vida golpea fuerte, aunque reconozco que en estos momentos es absolutamente fundamental. Independientemente de cómo esté, necesito sentarme para hablar y escuchar. Sí es cierto que cuanto más rezo siento que no actúo yo, sino que voy en volandas. El fruto de todo lo que hacemos se multiplica»

Camino Católico.Jesús Cabello es padre, esposo, músico, cantautor católico y profesor de Lengua y Literatura. Su carrera en la música católica le ha llevado a publicar cinco discos y a pisar escenarios de todo el mundo. Obtuvo el Premio Spera al Mejor Artista Masculino en 2017 y explica a Ana María Medina en Diócesis de Málaga como vive su relación con Dios.

– ¿Quién te enseñó a rezar? ¿Qué recuerdas de eso?

– Recuerdo que mi madre me enseñó las oraciones más básicas. Con apenas diez años me invitaba a acudir a Misa solo. Supongo que lo hacía con el objetivo de que madurara mi relación personal con Dios. Me iba una hora antes, cuando todavía no había nadie. Me colocaba siempre en el segundo banco de una nave lateral y me sentía muy bien. Pensaba en mis cosas y hacía un repaso de todo lo que puede preocupar a un nene de esa edad. Nunca me sentí solo, al contrario. Estaba súper a gusto.

Alguna vez se me acercó el párroco a preguntarme si me pasaba algo o tenía problemas en casa, pero yo le respondía que no con cara de sorpresa. Luego llegaba la Misa de la que me enteraba más bien poco, pero en la consagración siempre me latía el corazón muy fuerte. Volvía a casa con la sensación de haberme hartado de hablar con alguien. Ahora me sorprendo de todo aquello y le pongo nombre a tanto misterio que me atraía poderosamente. Esos ecos todavía resuenan hoy en mi corazón.

– ¿Qué significa la oración en tu vida? ¿Podrías vivir sin rezar?

Es curioso que, a pesar de haber tenido una experiencia de oración tan prematura, mi hermano Pedro me ayudó a encauzar todo aquello y me enseñó la Oración de la Iglesia cuando apenas empezaba la universidad.  Ya no me funcionaba ir de salvaje por la vida (ríe). Aquello me permitió hacer oración con la Palabra de Dios.

Jesús Cabello actuando con su banda

Durante esos años de noviazgo con Paloma, la oración encendió luces en nuestro camino y llegamos a conclusiones preciosas que nos salvaron de caer en una vida sin sabor. La oración no es un momento de relax ni de mindfulness. La oración es una relación de amor real que va ordenando el corazón sin desanimarnos, poco a poco, y a través de la cual entendemos qué sentido tiene nuestra existencia.

Jesús Cabello dice que cuanto más rezo siento que no actúo yo, sino que voy en volandas. El fruto de todo lo que hacemos se multiplica

A partir de ser padre y de enrolarnos en la frenética rutina, no dispongo de tanto tiempo diario para orar. Muchos sacerdotes me han dicho que una manta de retales también calienta, que aproveche los pequeños momentos que pueda; pero confieso que no es lo mismo. Cuando llega el fin de semana busco “mi ratito” como un desesperado (ríe de nuevo).

– ¿En qué momentos la tienes más presente?

Nunca he sentido la necesidad de orar solamente cuando la vida golpea fuerte, aunque reconozco que en estos momentos es absolutamente fundamental. Independientemente de cómo esté, necesito sentarme para hablar y escuchar. Sí es cierto que cuanto más rezo siento que no actúo yo, sino que voy en volandas. El fruto de todo lo que hacemos se multiplica.

– ¿Cómo rezas, en qué momento, en qué lugar?

Me gusta orar recién levantado, sentado en la cama. Un sacerdote me explicó una vez que cuando oramos nuestro corazón es como una cebolla: hay que ir quitando capas. Al principio, siempre es complicado centrarse y los proyectos inmediatos se estrellan en la cabeza como kamikazes. También las preocupaciones que nos despistan.

La Oración de la Iglesia, los Laudes en este caso, me ayudan a ir entrando en actitud de escucha. Después de la lectura breve empieza “el diálogo”. No dejo de sorprenderme cuando llego a esos problemas aparentemente irresolubles y soy testigo de que se van disolviendo hasta quedar en casi nada. Cuando consigo llegar más al centro de la “cebolla”, encuentro el sentido de lo que estoy viviendo, incluso contradiciendo lo que minutos antes defendía como una posible solución.

Alguien me orienta con una paciencia tremenda. La sensación final siempre es de agradecimiento. Me quedo nuevo.

Jesús Cabello dice que orar con música supone acercarse al silencio donde Dios habla

– ¿Por qué recomendarías la oración a alguien que no la practique?

– En 2007 comencé un grupo de oración de jóvenes en mi parroquia. Fui uniendo cabos a circunstancias que me iba encontrando y acabamos cerca de cuarenta preparando oraciones en una pequeña sala de la parroquia. No era nada extraordinario. Se adecentaba una sala, cantábamos, leíamos el Evangelio de ese domingo y compartíamos lo que nos había inspirado. Poco más, pero algunos se emocionaban y lloraban con verdadera necesidad.

Durante ese curso académico fue un éxito rotundo. Yo aluciné; no me ha vuelto a pasar. Soy testigo de todo el bien que hizo en unos y otros, y todavía lo recordamos con asombro. ¡Hasta salió un cura de ahí!

La oración propicia un encuentro real con Jesús que nos enamora. No nos hace santos de un día para otro, pero desde entonces sí conocemos la medida del Amor que nos cautiva.

Quizás en la Iglesia le prestamos demasiada atención a la formación. Tenemos mogollón de horas de catequesis en las parroquias, además de los sacramentos; pero apenas hay encuentros de oración donde puedan reunirse en comunidad laicos con toda clase de circunstancias para abrir el corazón con la Palabra de Dios. Debemos acercar a la gente a Jesús. No podemos empezar la casa por el tejado.

– ¿Cómo la unes a la música?

– Orar con música supone acercarse al silencio donde Dios habla. La música no es un fin, sino un medio. A mí me pasa. A veces he cantado alguna canción y he sentido la necesidad de callar y escuchar después. En ocasiones, los aplausos de los conciertos no ayudan a que el mensaje de una canción cale dentro, repose y dé fruto, sino que lo espanta. No es lo mismo servirse de la música en una Adoración que en un concierto. Lo primero adquiere todo el sentido, pero insisto en que la música es solo un medio.

Jesús Cabello conoció en la universidadlas Letanías de la humildad del cardenal Merry del Val y me hicieron mucho bien

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

A la hora de recomendar una oración, Jesús afirma que hay muchas que le han ayudado. «En la universidad conocí las Letanías de la humildad del cardenal Merry del Val y me hicieron mucho bien. No es fácil subirse a un escenario y tener el corazón en su sitio. Creo que a cualquier joven católico le vendría muy bien en este tiempo selfie que nos ha tocado vivir».

Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón parecido al tuyo.

(Después de cada frase decir: Líbrame, Señor)

Del deseo de ser alabado,

del deseo de ser honrado,

del deseo de ser aplaudido,

del deseo de ser preferido a otros,

del deseo de ser consultado,

del deseo de ser aceptado,

del temor a ser humillado,

del temor a ser despreciado,

del temor a ser reprendido,

del temor a ser calumniado,

del temor a ser olvidado,

del temor a ser ridiculizado,

del temor a ser injuriado,

del temor a ser rechazado,

(Antes de cada frase decir: Concédeme, Señor, el deseo de…)

que otros sean más amados que yo,

que otros sean más estimados que yo,

que otros crezcan susciten mejor opinión de la gente y yo disminuya,

que otros sean alabados y de mí no se haga caso,

que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,

que otros sean preferidos a mí en todo,

que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda.

De ser desconocido y pobre, Señor, me alegraré,

De estar desprovisto de perfecciones naturales de cuerpo y de espíritu.

… que no se piense en mí,

que se me ocupe en los empleos más bajos,

que ni se dignen usarme,

que no se me pida mi opinión,

que se me deje el último lugar,

que no me hagan cumplidos,

que me reprueben a tiempo y a destiempo,

bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia,

porque suyo es el Reino de los Cielos.

Oración:

Dios mío, no soy más que polvo y ceniza. Reprime los movimientos de orgullo que se elevan en mi alma. Enséñame a despreciarme a mí mismo, Vos que resistís a los soberbios y que dais vuestra gracia a los humildes. Por Jesús, manso y humilde de Corazón. Amén.

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