Juan Pablo II nunca pidió sedantes y abrazó siempre el dolor, explica su médico Renato Buzzonetti

El Papa era un paciente dócil, atento, deseoso de conocer sus males para curarse pronto y volver a trabajar, comenta el también médico personal de Benedicto XVI
(ACI) Buzzonetti prosigue: «creo que citó aquel nombre porque fue muy tocado por el asesinato del vicepresidente del Consejo superior de la magistratura, muerto por las Brigadas Rojas el 12 de febrero de 1980: el Papa lo conocía porque, ya siendo Presidente General de la Acción Católica Italiana, era miembro del Pontificio Consejo para los Laicos, del cual el cardenal Wojtyla había f Tras resaltar la profunda e impactante espiritualidad del Papa polaco, el médico se refiere al Parkinson que lo afectó desde 1991. Le había explicado que el temblor en las manos «no había matado a ninguno antes» pero era una clara indicación de esta dolencia. «La vida del Papa fue luego más complicada por la sintomatología dolorosa osteo-articular, particularmente importante en la rodilla derecha, que le impedía a Juan Pablo II estar de pie y caminar ágilmente. Eran dos síntomas que, sumados y entrelazados, hicieron necesarios el uso del bastón, y posteriormente la silla de ruedas».
Nunca pidió sedantes
Ante el dolor y los impedimentos, cuenta Buzzonetti, Karol Wojtyla «nunca pidió sedante
![]() «Cuando llegó la hora de la cruz, supo abrazarla sin atenuantes: Vexilla regis prodeunt (a todo viento las banderas reales ondean)».
«¿Qué me han hecho? ¡Totus tuus!»
Seguidamente relata que un momento particularmente dramático de los últimos días del Papa peregrino fue el que siguió a la traqueotomía que tuvo que practicarle: «levantándose tras la anestesia, luego de haber dado su consentimiento, se dio cuenta de que no podía hablar. De improviso se encontró ante una realidad pesadísima. Sobre una pizarrita escribió “¿Qué me han hecho? ¡Totus tuus! (¡Todo tuyo!, su lema mariano)”. Era la toma de conciencia de la nueva condición existencial en la que acababa de caer, de pronto sublimado por el acto de confianza en María».
La «muerte de un hombre despojado de todo»
![]() Renato Buzzonetti quiso alguna vez dejar de servir al Papa como su médico, pero no le aceptó la renuncia. «Es la voluntad del Santo Padre» que lo siga siendo, le dijo alguna vez el actual arzobispo de Cracovia, Cardenal Stanislaw Dziwisz, cuando era secretario personal del Santo Padre, pedido que acogió con solicitud y obediencia.
Tras comentar que acompañaban con «respeto al hombre sufriente», subraya que «para el médico cristiano la agonía del hombre es la imagen del Señor. Todo hombre tiene sus llagas, porta su corona de espinas, balbucea sus últimas palabras, se abandona en las manos de alguno que inconscientemente renueva el gesto de María, de las pías mujeres, de José de Arimatea. La muerte de Juan Pablo II me involucró aún más».
Al finalizar la entrevista, el doctor Renato Buzzonetti afirma que el tránsito del Papa Wojtyla «fue la muerte de un hombre despojado de todo, que había vivido las horas de la batalla y de la gloria y que se presentaba en su desnudez interior, pobre y solo, al encuentro de su Señor al que estaba por restituir las llaves del Reino. En aquella hora de dolor y estupor, tuve la sensación de encontrarme en las orillas del lago Tiberíades. La historia parecía reajustada, mientras Cristo estaba por llamar al nuevo Pedro».
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