Juan Segundo Stegmann era modelo y periodista: «Me convertí al visitar a la Virgen, lo deje todo, ayudo a los necesitados, Dios me quería para Él y vivo de su providencia»

* «Sentí que Dios me necesitaba a tiempo completo y fue una decisión que tomé con mi director espiritual. Hace cinco años que no trabajo en la tele y yo me pregunté cómo iba a vivir, pero Dios te da todo cuando le das todo a Él primero. Todo lo que hago es por los demás. Me olvidé un poco de mí hace varios años y me dediqué a los otros. Y es un esfuerzo grande, pero tengo total confianza en Dios. Y es algo que la gente tal vez no entienda, pero es real, no es algo místico… a mí nunca me fue tan bien como ahora ni fui tan capaz, siempre me costó mucho todo, pero desde que conocí a Jesús y a María, me fue bien. Y me fue bien porque me dejé conducir por Ellos»

Camino Católico.-  A principios de la década de los noventa ya estaba consagrado como modelo, movilero y periodista. Y actualmente, está consagrado a la Virgen María. Él es Juan Segundo Stegmann (54), un hombre de muchos carismas. Recorrió más de cincuenta países como notero de “360, todo para ver”, programa que emitía canal 13 y conducían Julián Weich y María Belén Aramburu (la madre de sus dos hijos, de 27 y 25 años). Participó de Telenoche, vivió fuera del país, trabajó como modelo publicitario con un éxito arrasador, y ahora ayuda a los más necesitados. Lo entrevista Rocío Sueiro en el periódico argentino La Nación.

Juan Segundo Stegmann junto a Julián Weich en «360, todo para ver». Durante los 90, también fue modelo de Pancho Dotto. Su noviazgo con María Belén Aramburu (la madre de sus dos hijos) atrajo la atención de todas las revistas.

“Tuve grandes dolores que no pude manejar, fue ahí cuando me acerqué a Dios”

“La obra de misericordia está creciendo y como yo la coordino tengo que estar un poco al pie del cañón”, dice Juanse -como llegó a ser conocido en su pico de fama-. Cuando dice “la obra”, se refiere a La Casa Azul de María, donde además de fundador es un servidor más. Son laicos que hacen el bien sin mirar a quién. Y Juanse dedica sus días a repartirse entre cuatro hospitales y la organización de la misión.

El frente de La Casa Azul, en el Hospital Rivadavia

“Es una obra de misericordia de la Virgen, bastante escondida como todo lo de María, muy silencioso… somos muy pequeños -comienza-. Estuve ocho años en el Hospital de Niños antes, y ahora llevo once acá, en el Hospital Rivadavia. Esto me devolvió mucho más de lo que creo que yo pude dar, pero no fue fácil.

La Virgen es tremenda, la Virgen es la que me cambió todo porque fue Ella la que hizo toda la parte difícil, cuando yo estaba pasando por el dolor o el sufrimiento… Yo tuve mis grandes dolores que no pude manejar y fue ahí cuando me acerqué a DiosMaría fue la que a mí me llevó de la mano y es como si me hubiera lavado, como si me hubiera bañado. Me purificó. Yo tenía muchos pecados y creo que todo lo que viví en esos nueve años de conversión fue algo tan privilegiado, tan privilegiado, que no es común. Por mi bautismo mi fe es la católica, pero después más de grande me fui como alejando, y me alejé del todo… Después viajé, me fui a vivir a Europa, hice publicidades, trabajé en la tele… Entonces todo eso me llevó por otros caminos”.

– ¿Y extrañas esa vida?

-No, no, para nada, no. Me encantó lo que hice, todo lo que pude hacer. Por ahí si me llaman para hacer un programa donde pueda hablar de la Virgen o de testimonios de vida me encantaría. Eso sería genial porque yo sigo siendo un comunicador, y creo que hay un desconocimiento de las cosas de Dios. A mí me cambió la vida para bien, soy una persona que me considero común, en el sentido de que tengo mis dos hijos, tengo mi familia, hago todas las cosas que hacemos todos, pero a mí me resignificó las prioridades, el sentido de las cosas, qué cosas ya no me sirven… y eso se lo debo mucho a la Virgen, y además yo tengo la gracia de vivir a Jesús, porque sin ese Pan sé que no puedo hacer nada y mucho menos llevar una obra que es de Él. Eso yo no lo busqué. Me pasó.

Además de tener la Casita Azul de María, cada vez que puede Juan Segundo Stegmann viaja por el país con una imagen de la Virgen María

-¿Cómo fue tu conversión? ¿Hubo un momento preciso que impulsó tu cambio de vida?

-Mi conversión fue una conversión fuertísima. Sucedió en Salta, lugar al que siempre vuelvo para agradecer. Yo trabajaba en Telenoche haciendo una sección que se llamaba “Los gigantes” y era sobre maestros y niños de las escuelas rurales más alejadas de la Argentina. Fui con un camarógrafo y un sonidista a Humahuaca, Jujuy, y terminamos la nota dos días antes. Y en ese momento le dije a mis compañeros: “Me voy a Salta a conocer a la Virgen”.

Juan Segundo Stegmann recibió el llamado que despertó su vocación Mariana en Salta, cuando fue a visitar a la Virgen del Cerro

Fue un jueves. Subí al Cerro y no había nadie, estaba para mí. Entré a la ermita y estuve dos horas solo y lloraba, lloraba, lloraba frente a la Virgen… y ahí algo me tocó: sentí que me llamaba. Y eso fue el comienzo. Hace… 17 o 18 años… Tenía muchas cosas vacías y muchas preguntas, muchos sinsentidos… La salida rápida y más dulce posible es encontrarte con la Virgen. Hoy vivo feliz, trabajo a tiempo completo para esta obra, vivo franciscanamente y de la providencia, y nunca me faltó nada.

-¿Cómo es vivir de la providencia?

-Fue un abismo porque siempre viví de mi trabajo, como debe ser. Pero sentí que Dios me necesitaba a tiempo completo y fue una decisión que tomé con mi director espiritual. Hace cinco años que no trabajo en la tele y yo me pregunté cómo iba a vivir, pero Dios me quería para Él y vivo de su providencia… Dios te da todo cuando le das todo a Él primero. Vivo de la ayuda de la gente, de una comunidad que nos acompaña, de unos doscientos colaboradores de la obra que nos ayudan y saben de mi compromiso.

Hago jardines de la Virgen, donde nosotros ponemos la imagen y construimos un jardín alrededor de Ella, y la gente dona lo que quiere. Como el jardín del hospital Rivadavia. Son lugares muy especiales, hechos para la oración y la conversión. Es distinto a como vivía, pero es hermoso desde hacer el bien a la gente, me emociona. Yo siempre hice lo que mi corazón me dijo, y a veces me equivoqué por apasionado. Pero la Virgen me enderezó todos esos caminos, me dignificó, y hoy puedo ser feliz con pocas cosas, pero cosas muy significativas.

 

A principios de 2000, Paula Médici y Juanse Stegmann -los dos modelos de Pancho Dotto- condujeron un programa en Canal a.

-Tu cambio de vida parece radical.

-Yo era una persona que vivía de apariencias, de cosas muy vanas… Y hoy mi experiencia es diferente, es algo donde prácticamente no necesito nada, casi no tengo nada y sin embargo me siento totalmente pleno, feliz con una felicidad diferente porque mi vida no es todos los días en Cariló… yo estoy todos los días adentro de un hospital, entonces lo que veo es doloroso.

Pero a mí Dios me quiere ahí, ayudando a la gente que sufre, a la gente que está mal, a la gente que no puede, y cada tanto me lleva a misionar que es cuando son mis ‘vacaciones’, mi momento de mayor alegría. Tuve que dejar muchas cosas de mi vida normal para poder entender a este Cristo. Y Él me quiere así para poder hacer lo que tengo que hacer, sino no podría hacer lo que hago.

Juanse Stegmann en el comedor de La Casa Azul de María, donde cada mañana dan 70 desayunos a las madres que hacen cola en el hospital Rivadavia desde muy temprano para conseguir turno para sus hijos. Además, sábados y domingos dan de comer a 80 personas en situación de calle de Palermo y Núñez

-¿Qué hace, concretamente, la obra?

-Durante el 2021, todos los días dimos setenta desayunos cada mañana a las mamás que vienen desde muy lejos al hospital y están haciendo cola con sus niños para conseguir un turno. Alimentar a la gente y estar desde muy temprano para ellos fue muy importante para nosotros. Hay gente que no tiene dinero para desayunar y acá el hospital se llena, es multitudinario. Y los fines de semana cocinamos para ochenta personas en situación de calle entre Núñez y Palermo. También algo muy valioso es la visita a los enfermos, porque vamos hasta la casa de ellos, les tocamos timbre y los visitamos con la imagen de la Virgen. Hay mucha gente que está sola, sola, sola. Miles. Y nos quedamos con ellos, a su lado, acompañándolos, rezando. Es un gran dolor de la Argentina esa gente sola…

-¿Cómo pueden colaborar con ustedes?

Juan Segundo Stegmann quiere llevar la imagen de la Virgen Martía a todos los rincones del país. «Hay gente que está muy sola, muy sola», asegura

-Nosotros no tenemos redes, nada. Sólo un mail. Ahí la gente que siente que les tocamos el corazón y quiere colaborar, puede ofrecernos lo que tenga, escribirnos para que recemos por alguien o si es que necesitan ayuda. Es lacasaazuldemaria@gmail.com y a partir de ahí se obran los milagros. No somos una organización más que del corazón, no somos una ONG. Somos una obra de caridad.

-¿Y cuáles son los planes para este año?

-Llevo trece años rezando por lo que se viene. Vamos a llevar a la Virgen por toda la Argentina, pueblo a pueblo, para llevar su esperanza y alegría hasta el último rincón. En un tiempo de nuestro país de mucha oscuridad, soledad y tristeza; queremos matar esa orfandad llevando a la Madre, llevando María, cuando es un país totalmente mariano el nuestro. El proyecto se llama “La Argentina de María” y voy a escribir un libro en paralelo, con la ayuda de todos los marianos que se involucren en esta misión.

-¿Qué proyectos tenés para La Casa Azul?

-Es una casita que me dieron, que no es mía, dentro del hospital. Es preciosa, es “la casa de la Virgen”, y desde allí hacemos muchísimas cosas pero hay otras que no podemos. Por ejemplo, cobijar a todos los que querríamos aquí dentro. Entonces este año otro proyecto muy importante es encontrar un lugar que sea una casa de misericordia: una casa de contención para las personas que necesiten un lugar, ayuda, un abrazo, compañía, cobijo. Un hogar. Yo no quiero pedir, la Virgen nos provee. A lo mejor alguien que está leyendo nos presta un lugar así. Lo necesitamos mucho y para muchos.

-¿Cómo balanceás tanta entrega a la obra con la dedicación a tu familia, a tus hijos?

-Mi anhelo es que mis hijos estén bien, que mi familia esté bien, pero también que todos estemos bien. Porque todo lo que hago es por los demás. Me olvidé un poco de mí hace varios años y me dediqué a los otros. Y es un esfuerzo grande, pero tengo total confianza en Dios. Y es algo que la gente tal vez no entienda, pero es real, no es algo místico… a mí nunca me fue tan bien como ahora ni fui tan capaz, siempre me costó mucho todo, pero desde que conocí a Jesús y a María, me fue bien. Y me fue bien porque me dejé conducir por Ellos.


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