Karla Arroyo Pinto: «Doy gracias a Dios por la linda oportunidad de caminar, que era mi sueño y lo logré a los 15 años”

* “Los doctores que me veían Sentenciaron que nunca podría caminar, ni hablar, que sería para siempre una bebé «

* “Si bien mis padres me inculcaron desde pequeña que la Iglesia era buena, sentía una rabia con todo lo que me estaba pasando, porque quería llevar una vida normal como todos”

* “Me acerqué a los grupos juveniles y después viví experiencias que me permitieron descubrir a Dios. Rezar a diario el Padre Nuestro, dándole gracias antes de acostarme y pedir el auxilio de mi Ángel de la Guarda sintiendo que me ha acompañado desde siempre, comenzó a ser vital para avanzar”

23 de octubre de 2013.- (PortaLuz  / Camino Católico Karla Arroyo Pinto a sus veinte años es feliz, clara en su fe y valores, plena de sueños, próxima a iniciar estudios profesionales, con sanas raíces familiares y una buena red de amigos. Es efectivamente una joven inserta en su medio y que busca dejar su huella.   ¡Vamos!, una chica normal. Sí, pues no hay evidencias que señalen en ella daño en su ser íntimo tras haber pasado por tres intervenciones quirúrgicas para tratar una condición neurofisiológica que provoca en ella rigidez muscular y, alternadamente, agudos, dolorosos e involuntarios espasmos de sus articulaciones, contracciones musculares rápidas, reflejos exagerados en los tendones profundos, movimientos de tijera (cruce involuntario de las piernas) y articulaciones fijas… conocida como Espasticidad.  

Definida por la ciencia como un problema médico y social, causado por múltiples factores neurofisiológicos, las soluciones a largo plazo, no siempre efectivas, que se proponen involucran también una multiplicidad de recursos como cirugías, medicinas, kinesiología, entre otras.

Pero Karla tenía en sí una cualidad, que siendo constitutiva de todo ser humano, es optada sólo por algunos… la Fe. Y hablamos de aquella que es capaz de decirle a una morera (árbol)… ¡plántate en el mar!, y ocurre.

Nada te turbe, nada te espante

Habla distinto, porque obviamente la Espasticidad impone una pericia para lograr modular y vocalizar los sonidos. Pero esto en nada la limita, ni tampoco al prójimo. Porque Karla comenzó a mostrar desde que era una bebé su innata fortaleza espiritual… con la que todos nacemos, y que ella luego se ocuparía de cuidar y desarrollar como administradora fiel. 

“Mis padres se percataron a mis cinco meses de vida que las oportunidades en que jugaba, no podía tomar los juguetes. Mis músculos no crecían, no me permitían caminar y se me doblaban los tendones”.Pero ella se las ingeniaba igual, para jugar y expresar la vida que latía en sus ojos y sonrisa… “Mis padres me han contado que en ese entonces buscaron medicinas por todas partes. Pero su dolor mayor fue que en muchas clínicas los doctores que me veían, sentenciaron que nunca podría caminar, ni hablar, que sería para siempre una bebé”. 

Con los años aparecían en su cuerpo todos los síntomas, ya señalados, de la Espasticidad. Se preguntaba en su mente, dice, “¿Por qué yo?, ¿por qué soy diferente al resto de mis amigos?”… pero no se permitía victimizarse y resistía aquél impulso. Exigente consigo misma, hoy evalúa que en ese entonces de niña púber su fe era débil. “Si bien mis padres me inculcaron desde pequeña que la Iglesia era buena, sentía una rabia con todo lo que me estaba pasando, porque quería llevar una vida normal como todos”. 

¡Vamos!, ¡Con Fe todo se puede!

Pero la realidad es que esta joven allí en la ciudad de Temuco (zona sur de Chile) estaba siempre alerta a dar las batallas de rehabilitación que estuvieran a su alcance y a la par poner todo de sí para vivir su juventud. Pronto descubriría que, aunque débil, con fe todo se puede. 

Fueron sus primas quienes la invitaron a participar en un grupo de confirmación de la parroquia San Sebastián de Lonquimay. Y este paso fue providencial. “Me acerqué a los grupos juveniles y después viví experiencias que me permitieron descubrir a Dios. Rezar a diario el Padre Nuestro, dándole gracias antes de acostarme y pedir el auxilio de mi Ángel de la Guarda sintiendo que me ha acompañado desde siempre, comenzó a ser vital para avanzar. Pero también el amor de mis amigos de la comunidad que me acompañaron en las terapias y estuvieron orando desde mi primera operación”.

Ese gesto, relata, hizo que los tuviera siempre presentes en el día más importante de su vida. “Era 5 de octubre de 2009 y asistida por una máquina, empecé a caminar y me emocioné.  ¡Vi cómo se movían mis piernas!, ¡Era un sueño cumplido!”. Sí, lo que es el don mayor disponible para todos, la Fe, tuvo frutos tangibles, dice, por la misericordia de Dios.

El inicio de su apostolado

“La fe fue un factor determinante dentro de mi proceso de recuperación-explica- porque con dolores y todo, empecé a hablar con Dios y le pedía que por favor me calmara. Se lo pedía de corazón, y me di cuenta que Él estaba y que puso su mano en los doctores para que todo saliera bien”. 

Sus primeros pasos se mezclan con la gratitud de vivir una fe cristiana junto a sus familiares y amigos. “En mi comunidad de Confirmación encontré un lugar que me ha dado muchas fuerzas para salir adelante, me siento muy integrada y he vivido muy lindas experiencias… todos los días doy gracias a Dios por la linda oportunidad de caminar, que era mi sueño y lo logré a los 15 años. Agradezco a mi familia, al grupo de la pastoral juvenil de mi parroquia –con el que aparece en la imagen de la derecha– y sé que saldré adelante sólo con confiar y tener mucha fe en Él”. 

Hoy es parte del equipo pastoral de su comunidad y quiere estudiar Técnico en Odontología o Terapia Ocupacional. “Quiero prestar ayuda a otros, trabajar con niños. Porque siempre me ha gustado esa área y puedo entregar respuestas a casos más impactantes como el mío”.  

Está expectante, pues, a finales de octubre hará los trámites para someterse a su cuarta operación. Consiente que aún faltan muchas etapas por vivir, “he aprendido que todos los sueños se pueden cumplir y estoy agradecida de Dios, aunque me ha costado salir adelante, pero si me tocó a mí, creo que es por algo, aunque no ha sido fácil. Con esfuerzo, perseverancia y fe, se puede salir adelante y me siento muy orgullosa de todo lo que me ha tocado vivir”. 

Finalmente, sostiene que en la vida “una enfermedad así puede ocurrir, pero si hay obstáculos que Dios permite podemos mirarlos desde la fe, ¡superas todo aparente límite!, porque Él siempre estará para nosotros”. 

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