La curación de una peritonitis mortal de Kasongo Bavon hace santa a Bonifacia Rodríguez de Castro

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* Un consistorio de cardenales decidirá el 21 de febrero en el Vaticano la fecha en la que el papa Benedicto XVI proclamará santa a la beata española Bonifacia Rodríguez de Castro (1837-1905), fundadora de las Siervas de San José y creadora de los Talleres de Nazaret, que ayudan a mujeres desempleadas o con problemas en cuatro continentes

* El decreto de reconocimiento del milagro, atribuido a la madre Bonifacia y acontecido en un modesto hospital de las Siervas de San José en el Congo, dice que, el 9 de junio de 2003, Kasongo Bavon iba a ser sometido a una tercera operación, ante su estado grave, y que el doctor «antes de comenzar, invocó a la madre Bonifacia y los enfermeros allí presentes se unieron a su oración. También participaron en la plegaria su padre y su cuñado, protestantes, y su mujer y el propio Bavon, neo-apostólicos, que acababan de conocer a Bonifacia. La laparotomía evidenció la presencia de una peritonitis plástica con dos perforaciones en el intestino. Suturó rápidamente las perforaciones y, viendo la extrema gravedad de Bavon, sin hacer nada más, cerró de prisa el abdomen y le dijo a su padre que probablemente moriría en las próximas horas, pronóstico compartido por el personal sanitario del centro»

19 de febrero de 2011.- El Papa Benedicto XVI anunciará el lunes 21 de febrero, después del consitorio de cardenales, la fecha de canonización de la salmantina Bonifacia Rodríguez de Castro, fundadora de las Siervas de San José y creadora de los Talleres de Nazaret, que son hogares de trabajo, de oración y de solidaridad para mujeres trabajadoras en situación de desempleo. Muy probablemente, la ceremonia de canonización presidida por el Papa tenga lugar el próximo mes de octubre.

La nueva santa española, que fue beatificada por Juan Pablo II en noviembre del 2003 enkasongo_bavon_en_la_foto_a_la_derecha.jpg el Vaticano, nació el año de 1837 en Salamanca, donde fundó, junto con el padre jesuita Francisco Buntinyá, las Siervas de San José, una comunidad que hoy suma 720 hermanas distribuidas en 13 países de Europa, Latinoamérica, África y Asia.

El milagro que permite la canonización, reconocido por Benedicto XVI el pasado 27 de marzo, tuvo lugar el 10 de junio del 2003 en Katanga, Republica Democrática del Congo. La plegaria de varias personas a la intercesión de la Madre Bonifacia logró la curación extraordinaria y repentina de Kasongo Bavon (en la imagen de la derecha es el que está a la derecha), un comerciante y padre de familia congoleño de 33 años que estaba a punto de morir en un pequeño hospital de las Siervas de San José pero deseaba ardientemente sobrevivir para no dejar abandon

Según el decreto de reconocimiento del milagro Kasongo Bavon es natural de Kolwezi (Katanga, República Democrática del Congo). De confesión neoapostólica, era vendedor ambulante en el momento de la curación, estaba casado y tenía una hija. A finales de marzo de 2003 el señor Bavon se vio aquejado de fiebre alta y escalofríos. Creyendo que se trataba de malaria, muy frecuente en la zona, se automedicó. Pero los síntomas se agravaron, por lo que se decidió a ir al Hospital de la Misión Católica de Kayeye, dirigido por las Siervas de san José.
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El médico del centro lo visitó y, después de un diagnóstico clínico de probable peritonitis aguda por perforación tífica, le practicó de urgencia una laparotomía explorativa, en el curso de la cual emitió el diagnóstico de “fiebre tifoidea con perforación en el tercio terminal del ileon” y le realizó una resección ileal. Al término de la intervención, la enfermera Sierva de san José que ayudaba al doctor encomendó el enfermo a la intercesión de la madre Bonifacia, fundadora de la Congregación, creyendo que no sobreviviría.

Después de un mes, Kasongo Bavon presentó un cuadro preocupante, calificado por un diagnóstico clínico previo como oclusión intestinal aguda y el 3 de junio fue sometido a nueva laparotomía explorativa, que puso de

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 manifiesto un cuadro abdominal muy grave por la presencia de una perivisceritis abdominal difusa, enfermedad que el doctor veía por primera vez. Le practicó una adhesiolisis muy laboriosa durante cuatro horas, terapia contraindicada en aquel caso. El pronóstico fue infausto.

Después de tres días, la herida se abrió y la situación se presentó desesperada. Era el 6 de junio de 2003. Las Siervas de san José intensificaron la oración y comenzaron una novena, pues no había esperanza de vida. El 9 de junio el doctor se vio obligado a operarlo por tercera vez. Antes de comenzar, invocó a la madre Bonifacia y los enfermeros allí presentes se unieron a su oración. También participaron en la plegaria su padre y su cuñado, protestantes, y su mujer y el propio Bavon, neo-apostólicos, que

acababan de conocer a Bonifacia. La laparotomía evidenció la presencia de una peritonitis plástica con dos perforaciones en el intestino. Suturó rápidamente las perforaciones y, viendo la extrema gravedad de Bavon, sin hacer nada más, cerró de prisa el abdomen y le dijo a su padre que probablemente moriría en las próximas horas, pronóstico compartido por el personal sanitario del centro.
Sin embargo, contra toda esperanza, al día siguiente, 10 de junio de 2003, Kasongo Bavon se sentía curado, no sentía dolores y pedía de comer con mucha ansia a la hermana Sacramento Villalón,ssj. Al tercer día la herida apareció seca y limpia, sin supuración y se reanudó espontáneamente el tránsito intestinal.
 
La madre Bonifacia, una vida de santificación en el trabajo y la vocación
 
La madre Bonifacia, original de Salamanca, fue beatificada el 9 de noviembre de 2003 por Juan Pablo II. Nacida en Salamanca y huérfana de padre muy pronto, Bonifacia vivió en su propia carne el drama de las condiciones de trabajo de muchas mujeres obreras durante el siglo XIX. Sintiendo desde muy joven una vocación religiosa, Bonifacia se encontró con el jesuita catalán Francisco Javier Butinyà i Hospital (1834-1899), quien llegó a Salamanca en octubre de 1870 con una gran inquietud apostólica hacia el mundo de los trabajadores manuales. Animada por éste, fundó la Congregación de Siervas de San José, con la finalidad de crear “Casas-Talleres de Nazaret” para mujeres pobres que carecían de trabajo, donde se les enseñara un oficio y se dignificase su vida.

Unos años después, por la desunión que sembraron algunos eclesiásticos en Salamanca y marginada por sus hijas espirituales, Bonifacia fue destituida como superiora y orientadora del Instituto. Ante las humillaciones, los desprecios y las calumnias que recibió, su respuesta fue el silencio, la humildad y el perdón. Venerada como una santa, murió en Zamora el 8 de agosto de 1905 dejando como herencia un camino de espiritualidad basado en la santificación del trabajo unido a la oración en la sencillez de la vida diaria.

En la ceremonia de su beatificación, Juan Pablo II afirmó:

“Las palabras de Jesús en el Evangelio proclamado hoy: No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado, interpelan a la sociedad actual, tentada a veces a convertir todo en mercancía y ganancia dejando del lado los valores y la dignidad que no tienen precio. Siendo la persona imagen y morada de Dios, hace falta una purificación que la defienda, sea cual fuere su condición social o su actividad laboral”.

“A esto se consagró enteramente la beata Bonifacia Rodríguez de Castro, que siendo ella misma trabajadora, percibió los riesgos de esta condición social en su época. En la vida sencilla y oculta de la Sagrada Familia de Nazaret encontró un modelo de espiritualidad del trabajo, que dignifica la persona y hace de toda actividad, por humilde que parezca, un ofrecimiento a Dios y un medio de santificación”.

“Este es el espíritu que quiso infundir en las mujeres trabajadoras, primero con la Asociación Josefina y después con la fundación de las Siervas de San José, que continúan su obra en el mundo con sencillez, alegría y abnegación”.

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