La llegada de las crisis conyugales: oportunidad y crecimiento / Por Mª Carmen González Rivas *

16 de julio de 2010.- Durante la formación de la pareja a la constitución del matrimonio, la relación de pareja no es estática, al contrario dinámica, recorre distintos momentos o ciclos evolutivos. Y con ello acontecen distintas crisis, derivado este vocablo del chino significa o bien peligro u oportunidad.
Y es que al igual que las personas cambiamos es necesario sostener que la relación de pareja también lo hace, por diversos motivos ya sean intrínsicos o por circunstancias externas. Lo cual significa que es muy saludable estar abiertos a los cambios, abiertos en definitiva a la sorpresa y ser hábiles en su correspondiente adaptación.
De esta manera hay que comprender lo que suponen estas crisis y aprender a diferenciar unas de otras para entenderlas en el contexto adecuado. Así bien están aquellas crisis, que denominamos evolutivas: aquellas que suponen la transición de unas etapas o momentos evolutivos que por diferentes motivos no se han resuelto con normalidad en la familia: adaptaciones iniciales a la vida de casados, la llegada del primer hijo, crisis de mediana edad, crecimiento de los hijos, jubilación, etc.; por otro lado están aquellas crisis extraordinarias provocadas por elementos que llegan en los momentos más inesperados y difíciles de preveer: pérdida de trabajo de unos de los miembros, hijos con problemas, una enfermedad o accidente, que unos de los miembros de la pareja descubre cosas nuevas en sí mismo y necesita hacer cambios significativos, etc.
Deducimos que ambas crisis son muy distintas, y nos centraremos en las evolutivas que son las que son motivo de muchas terapias de pareja en su mayoría. Hemos de saber que estas crisis en principio ni son buenas ni malas simplemente son y se dan.
Con referencia a estas últimas se suele decir que la crisis no es el problema, sino como se afronta esta. Así por ejemplo es necesario saber que la relación con mi cónyuge va a cambiar en el momento de que tengamos un hijo y eso es motivo para que ambos miembros de la pareja sepan como lo van afrontar, lo que no resolvería la crisis es no tratar el tema cuando vienen los hijos dejarlo todo al azar o a las circunstancias de ambos, esto es lo que poco a poco ira minando la relación de pareja. Este tipo de crisis se convierte por lo general en un cúmulo de conflictos no resueltos, que se han ido amontando con el tiempo y que suelen hacerse más patentes y explícitos en momentos o situaciones un tanto especiales, como consecuencia de la presencia de un nuevo conflicto añadido. Es conveniente ante esto hacer un alto en el camino, reflexionar y encontrar un espacio de comunicación en la pareja y así respetar el dicho de “en tiempos de desolación no hacer mudanza”, es decir esperar y no tomar decisiones precipitadamente.
Visto de esta manera toda crisis es una oportunidad para renacer, de crecimiento, superación y desafío para la pareja así bien lo dice R. Marcos: “Junto a la libertad elegir esta implícito el derecho de cambiar de parecer”.
Así pues para ir superando estos estadios evolutivos y prevenir situaciones de conflicto, es importante fomentar ciertas actitudes y comportamientos:
- Encontrar espacios para la comunicación en la pareja.
- Mantener actitudes de respeto y admiración mutuas.
- No rehuhir de las dificultades y no insistir en las diferencias
- Dedicarse tiempo, paciencia y ternura.
- Cuidar la vida sexual en la pareja. Es necesario para el matrimonio pues es una dimensión que les une como pareja. Es propio también matizar que cada pareja vive distintos momentos evolutivos, en los cuales ambos tendrán que ir adaptándose.
- Establecer y respetar los “espacios personales”. En el matrimonio ambos son “una sola carne” pero no entendido esto como una fusión, sino que ambos se encaminan hacia un proyecto común pero que necesitan mantener sus distancias personales.
- Mantener un reparto equilibrado y flexible de tareas y roles. Los cónyuges atendiendo a sus cualidades es importante que distribuyan sus funciones.
- Fomentar la complicidad. Es muy importante abrirse a la intimidad aprender a ser compañeros de vida.
Bien es verdad que podemos optar por introducir cambios para adaptarnos a estos ciclos evolutivos u optar por otra opción preferir el no cambio, y con eso vivir la crisis. Y es que la decisión de cambiar tiene que ver con uno mismo y con la pareja. En una u otra opción tenemos que asumir las consecuencias.
Y así llegar a comprender que en definitiva “la pareja no esta constituida para restar; está para multiplicar en lugar de dividir, para tener más en cuenta lo que les une que lo que les separa” A. Polaino
* Mª Carmen González Rivas es Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.Master en Psicología de la Familia. Pontificio Instituto Juan Pablo II.Curso de Orientación y Mediación en la Intervención Familiar.
VINCULOS Centro de Atención Psicologica y Familiar