Lidia Cortés, 22 años: «El año pasado no creía en Dios, fui a un retiro donde me encontré con Cristo y he ingresado en las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares»

* «Me arrodillé y me eché a llorar. Cuando me levanté tenía el corazón a mil y tuve que salir a la calle. No entendía nada, porque no tenía ningún sufrimiento en mi vida y a partir de esa tarde me sentía súper feliz, con una confianza en mí que nunca había tenido… Empecé a necesitar ir a Misa, confesarme, recibir a Cristo en la Eucaristía, cosas muy raras que antes no hacía. Solo me salía entregarme al Señor y que me hiciera como Él quisiera. No podía seguir con mi vida como si nada hubiera pasado. Desde entonces, ir al convento era una necesidad. Me salía una sonrisa que nunca había tenido. Me decía: ‘Aquí soy yo misma’»

Lidia Cortés revestida con el hábito de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares, convento en el que ha ingresado el 8 de enero de 2023

A.L.M. / Camino Católico.- «Me he encontrado conmigo misma, me he encontrado con Dios», dice Lidia Cortés sobre su vocación. Natural del pueblo alicantino de Aspe, tiene 22 años y acaba de entrar como aspirante  en el monasterio de Santa Verónica de las Hermanas Pobres de Santa Clara, en la pedanía murciana de Algezares. El portal de la Diócesis de Cartagena comparte la historia de su vocación.

Todo empezó con una invitación que le hizo su prima: ir con ella a un retiro de Pascua que se celebraría en el convento de Santa Verónica. Lidia dice que «en enero del año pasado ni siquiera creía en Dios», pero accedió a acompañarla porque su prima insistía: «Tienes que venir y conocerlas».

Ya había pedido los días libres necesarios en el trabajo cuando, una semana antes del encuentro, su prima cayó enferma. Si iba, tendría que ser sola. Después de pensarlo mucho, Lidia decidió acudir al retiro pese a todo.

Llegó el Jueves Santo, día que empezaba el retiro:  «Yo venía sin creer en Dios, sin conocer a las hermanas ni a las otras chicas. No sabía qué hacía yo ahí, ni entendía la forma de vida del convento. Yo pensaba esas mujeres eran pobrecitas a las que la vida no le había ido bien, con sus parejas y en sus trabajos, y que se habían conformado con eso», explica. No le entraba en la cabeza que, «en pleno siglo XXI, esta gente se creyera esa historia de Jesús», cuenta Lidia a Alfa y Omega.

El segundo día todo cambió: «Tuve un encuentro con Dios en una adoración a la Cruz, en Viernes Santo. Me arrodillé y me eché a llorar. Cuando me levanté tenía el corazón a mil y tuve que salir a la calle. No entendía nada, porque no tenía ningún sufrimiento en mi vida y a partir de esa tarde me sentía súper feliz, con una confianza en mí que nunca había tenido», explica. Sin embargo, al no conocer todavía a Dios, «pensé que simplemente me había emocionado con las canciones y ya no le di mayor importancia».

Los días siguientes los pasó un poco más abierta a la experiencia, pero al volver a su casa se empezó a sentir inquieta. «Lloraba y no tenía ganas de comer. Y entonces decidí hablar con ellas para que me explicaran qué me había pasado», narra. Las religiosas le dijeron que había tenido un encuentro con Dios y que tenía que ir poco a poco, y así es como Lidia empezó a hablar con ellas con asiduidad, «sin que saliera la vocación por ningún lado», señala.

Lidia Cortés en la Misa de acción de gracias el día que ingresó en el convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares

Pero ir al convento la enganchaba, no quería irse, y al volver de otra convivencia, un mes después, sintió la misma apatía que la otra vez. «Empecé a necesitar ir a Misa, confesarme, recibir a Cristo en la Eucaristía, cosas muy raras que antes no hacía», ríe.

Con el paso de los meses, le surgió una pregunta: «¿Cómo te agradezco todo eso, Señor?». Porque, añade, «solo me salía entregarme a Él, hacerme una bolita de plastilina y que me hiciera como Él quisiera. No podía seguir con mi vida como si nada hubiera pasado».

En cuanto estaba con las monjas, era automático: volvía a sentirse bien. «Desde entonces, ir al convento era una necesidad. Me salía una sonrisa que nunca había tenido. Me decía: “Aquí soy yo misma”».

Lidia Cortés durante los ritos de admisión en el convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares, el 8 de enero de 2023

Lidia comenzó un proceso de discernimiento que duró meses. Como parte de él, además de tener acompañamiento espiritual y de visitar el convento, hizo el Camino de Santiago con las hermanas, realizó con ellas una experiencia de un mes. «Era todo para quitarme la idea de la cabeza, para decirme “esto no es lo mío”. Pero siempre estaba esa otra pregunta: “¿Y si es para mí?”», confiesa con una sonrisa, porque la respuesta resultó ser sí:

«Me sentía en casa, como si hubiera estado toda la vida con las hermanas. Había una confianza muy bonita y, después de saberme amada por Dios, no necesitaba más». Decidió que era cuestión de abandonarse a la voluntad de Dios y, después de la experiencia que vivió con las hermanas y de recibir su confirmación de que la admitirían en la comunidad, finalmente ingresó en el convento.

Lidia Cortés besando la cruz en los ritos de admisión en el convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares, el 8 de enero de 2023

La celebración tuvo lugar el 8 de enero, en el convento de Santa Verónica. Acompañada por amigos y familiares, Lidia participó con las hermanas en la Eucaristía de acción de gracias por su vocación. Después, dio comienzo el rito de admisión. Lidia se vistió la túnica en una habitación, con su madre y su hermana; llamó tres veces a la puerta del convento y, tras la apertura de la puerta, recibió la bendición del sacerdote.

A continuación, se arrodilló frente a las hermanas para recibir de la abadesa la bendición de santa Clara, besar el crucifijo y también el suelo. El rito se cerró con el abrazo de las hermanas, signo de acogida, y con una visita al locutorio para despedirse de su familia. «Fue una celebración muy entrañable, muy bonita. Tanto Lidia como sus familiares estaban muy contentos», cuenta la abadesa del convento, Leo Sánchez.

Lidia Cortés con todas sus humanas de la comunidad del convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara de Algezares, el 8 de enero de 2023

Ya como aspirante, Lidia permanecerá en Santa Verónica, donde dentro de seis meses podrá comenzar su postulantado.


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