Los médicos sugirieron a Elizaveta Bulokhova, modelo, que abortara para curarse del cáncer, pero ella no renunció a su bebé: “Ya lo sentía moverse dentro de mi ¡ya lo amaba tanto!”

Elizaveta decidió seguir el embarazo hasta el octavo mes, cuando se sometió a una cesárea, y nació Valentin diez semanas antes de la fecha. El niño era hermoso, fuerte y sano. Tras el nacimiento de Valentin, Elizaveta comenzó la terapia, sometiéndose a una intervención que le quitó el 95% de la mandíbula, y a sesiones de quimioterapia. Actualmente está recuperándose, y tiene muchas posibilidades de curarse completamente

16 de septiembre de 2015.-  (Aleteia  / Camino Católico) El embarazo es un momento mágico y especial para la mayor parte de las mujeres. Desde niña, la mujer sueña la maternidad, el hecho de cuidar y amar a un niño.

Cuando crece y lleva ese momento, no hay mejor sensación que la certeza de llevar dentro de sí un niño y sentir que se está engendrando una vida – es sencillamente fantástico.

Imagínate, sin embargo, en medio de tanta alegría, un diagnóstico que pone fin a la esperanza de cumplir ese sueño.

¿Estar embarazada y descubrir que tendrás que luchar por tu vida contra un cáncer? Seguramente no es una buena noticia, pero la joven Elizaveta Bulokhova aceptó el reto con un valor sorprendente.

A los 24 años, la modelo canadiense de origen letón estaba llena de vida y no veía la hora de ser madre, pero no esperaba que pocos meses después de quedarse embarazada tendría que afrontar el duro diagnóstico de un cáncer en la mandíbula.

Los médicos le han dado muchas posibilidades de curación, pero todo iría bien si empezaba la terapia cuanto antes, y esto significaba interrumpir ese embarazo tan deseado.

Cuando todos decían “no”, ella dijo “sí” a la vida

Frente a esta situación, Elizaveta no podía dejar de pensar que abortaría a ese niño que tanto esperaba. “Ya lo sentía moverse dentro de mi y hablaba con él, ¡ya lo amaba tanto!”.

En esa situación, tomó una decisión difícil, arriesgada, pero tomada por amor.

“Le dije que dejara de moverse, porque no podría seguir con el embarazo, ¡y lo hizo! Pero justo allí comprendí que no habría podido renunciar a mi hijo”.

A pesar de los riesgos que comportaba esta decisión, Elizaveta decidió seguir el embarazo hasta el octavo mes, cuando se sometió a una cesárea, y nació Valentin diez semanas antes de la fecha. El niño era hermoso, fuerte y sano.

Tras el nacimiento de Valentin, Elizaveta comenzó la terapia, sometiéndose a una intervención que le quitó el 95% de la mandíbula, y a sesiones de quimioterapia. Actualmente está recuperándose, y tiene muchas posibilidades de curarse completamente.

Elizaveta ha concedido algunas entrevistas y recientemente concedió un reportaje fotográfico a una revista, contando su historia y apoyando la investigación contra el cáncer, alentando a la gente a cuidar su salud.

La joven es la prueba de que el amor ayuda a superar toda barrera y da la fuerza para vencer enfermedades crueles como el cáncer, que aún siendo mortal, no logró ahogar el amor de una madre por su hijo.

 

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