Luca vivió la JMJ de Madrid con su novia, la de Cracovia como seminarista, irá a Panamá como sacerdote

“Espero, si Dios quiere, llegar a Panamá en 2019 como presbitero. Me pondría a disposición de aquellos que se enfrentan a muchos caminos, tratando de averiguar si pueden o no llegar a la vida religiosa, pero no sólo esto. Entre esos caminos hay también la misión, de laicos o de consagrados, el matrimonio, los hijos, la vida en suma. Me gustaría poder dar mi ayuda porque sé lo que significa no tener bien claro el camino”

4 de agosto de 2016.-  (Vincenzo Faccioli Pintozzi / Asia News / Camino Católico)  La Jornada Mundial de la Juventud «es un camino privilegiado para la vocación al sacerdocio. Al menos, lo fue para mí. Y todos estos chicos aquí en el Campus Misericordiae para estar cerca del Papa, que me hace pensar que hay muchas vocaciones no escuchadas. Tengo grandes esperanzas de que la Iglesia ponga en marcha un plan más funcional para ayudar a los jóvenes a escuchar la llamada, al igual que la tuve durante la JMJ». Luca tiene 32 años, viene de la diócesis de Chieti-Vasto en Molise y esta de Cracovia era su segunda Jornada. Durante la primera, Madrid 2010, sintió la llamada al sacerdocio; este es su último año de seminario: «En Panamá en 2019 voy a estar allí, como sacerdote si Dios quiere. Para mí será la última: 35 años en realidad es la fecha límite para ser considerado joven».

En los caminos de la explanada de Brzegi Wieliczka – que ha hospedado la vigilia de oración y la gran misa conclusiva del Papa Francisco con los jóvenes de todo el mundo – Lucas ve «una imagen muy emblemática. Son tantos los caminos que cada uno tiene, yo tenía delante algunos hace años. Los senderos no son claros, no se ven dónde terminan, tienen curvas que van en direcciones desconocidas. Pero todos parecen más o menos atractivos, todo a la luz del sol, todo ello rodeado de gente hermosa. En este campo de seguro es así, pero por desgracia en la vida no es así».

Él había llegado a Madrid justamente porque «uno de los caminos que seguía en la época, parecía prometedor, pero no fue así. Mi novia, Lucía, me había convencido del viaje porque me veía triste y de mal humor. ‘Vas a ver – me dijo – que todo será más claro’. Durante la vigilia de ese día oí una voz que no podía pasar por alto, y he estado feliz. Con Lucía – se ríe – quedé en buenos términos».

Ahora asiste al Seminario Mayor, y este año fue ordenado diácono: «espero, si Dios quiere, llegar a Panamá en 2019 como sacerdote. Me pondría a disposición de aquellos que se enfrentan a muchos caminos, tratando de averiguar si pueden o no llegar a la vida religiosa, pero no sólo esto. Entre esos caminos hay también la misión, de laicos o de consagrados, el matrimonio, los hijos, la vida en suma. Me gustaría poder dar mi ayuda porque sé lo que significa no tener bien claro el camino”.

La esperanza de Lucas es que también la Iglesia emprenda un camino de una manera más decisiva a favor del discernimiento vocacional: «He encontrado en Madrid centros con gente capacitada, dispuestos y entusiastas; en Cracovia parece ser lo mismo. En Italia no siempre los encargados de la misma tarea han tenido o tienen la misma actitud. Me gustaría que todos entendieran que descubrir finalmente el camino que Dios ha elegido para nosotros es todo en la vida. Es cierto que hay tantos sacerdotes frustrados, en el mundo, pero pienso en todas las personas que viven la misma frustración tal vez porque no entendían que podían consagrarse y no lo han hecho».    

 

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