Mª Ángeles Almacellas, autora del libro “No creo, pero busco la verdad”: «Iniciarse en la oración es situarse en la presencia de Cristo, con confianza, porque sé que me ama»

* «Orando hay que ser auténtico, sin disimulo, sin caritas, sin reservas: mi alma desnuda, con sus defectos y sus heridas. Con las frustraciones, humillaciones sufridas, inseguridades, renuncias, antiguas culpas no reconocidas y viejas heridas no cerradas. Y esto «duele», sin duda, puesto que supone liberarnos de la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Vernos a nosotros mismos en nuestra verdad desnuda exige tener el valor de llegar a lo más genuino, sin concesiones ni paliativos. Pero es un auténtico bálsamo para el alma y un torrente de luz para orientar su propia vida. Merece la pena todo el esfuerzo porque encontrarnos personalmente con Cristo implica entrar en la dinámica de una relación de amor, aprender a mirarnos a nosotros mismos con los mismos ojos con los que nos mira Jesús, llenos de amor incondicional»

Mª Ángeles Almacellas habla en el vídeo sobre el contenido de su libro ‘No creo, pero busco la verdad. Tras las huellas de Teresa de Jesús’

Camino Católico.- Mª Ángeles Almacellas, doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, licenciada en Filología Hispánica y diplomada en Formación Teológica, acaba de publicar el libro ‘No creo, pero busco la verdad. Tras las huellas de Teresa de Jesús’, de Desclée De Brouwer. También es Profesora de la Escuela de Pensamiento y Creatividad y profundiza  en Catalunya Cristiana en la oración como la esencia para que se produzca un encuentro personal con Jesucristo

– ¿Con qué objetivo ha escrito este libro?

– Creo que en nuestro mundo hay mucha soledad y mucho vacío interior y, al mismo tiempo, hay una sed acuciante de sentirse querido y de saber que la vida tiene sentido. Este deseo interior de trascendencia, de salir de uno mismo para establecer relaciones humanas valiosas es la manifestación de algo más profundo: la sed de Dios, la sed de infinito.

Y estoy convencida de que el camino para resolver estas inquietudes y estos deseos es mantener un encuentro personal con Jesús, el Hijo de Dios vivo. Y éste ha sido el principal objetivo del libro: proponer un camino para poder hacer la experiencia de un encuentro íntimo de amistad «con quien sabemos nos ama», siguiendo las palabras, las enseñanzas y, sobre todo, la experiencia misma de Teresa de Jesús.

– ¿Santa Teresa sigue siendo hoy día una excepcional maestra de oración?

– Teresa de Jesús fue una gran buscadora de la verdad. No en el sentido filosófico, sino como un compromiso de amor y vida con el Señor. Tenía, sin duda, en muy alta estima la obediencia y el sentido de pertenencia a la Iglesia, pero era una mujer con personalidad, que pensaba y buscaba.

La portada del libro “No creo, pero busco la verdad” escrito por Mª Ángeles Almacellas

La actitud de Teresa de búsqueda de la verdad, de apertura al amor de Jesús y de entrega confiada a una relación de amistad con el Señor no está sometida al tiempo y al espacio, y tiene, por tanto, plena validez. Por eso, la experiencia y las enseñanzas de la santa, el camino de encuentro personal del hombre con Cristo, constituyen una vía de plenitud y de respuesta a todas las preguntas y todas las inquietudes, a la medida del hombre de hoy.

Es como si la santa te dijera: «Ven y haz la experiencia de la verdad, de la amistad y del amor.» Porque Cristo es, él mismo, la verdad, y porque, como nos cuenta la santa, «no es otra cosa oración mental sino tratar de amistad con quien sabemos nos ama».

– Santa Teresa ya nos advierte de que orar no es tarea fácil.

– Efectivamente, porque, aunque la primera iniciativa siempre es del Señor, que ama y llama al hombre, al principio a éste le corresponde hacer el esfuerzo máximo para crear un encuentro personal. Orar es un encuentro personal e íntimo entre el hombre y aquel que sabemos nos ama, pero un encuentro personal es muy exigente, pide valentía y perseverancia.

– ¿Cómo debemos introducirnos en la oración?

– Iniciarse en la oración supone situarse en la presencia de Cristo, con confianza, porque sé que me ama por ser quien soy, su hijo amado, obra de sus manos. Y, por tanto, hay que ser auténtico, sin disimulo, sin caritas, sin reservas: mi alma desnuda, con sus defectos y sus heridas. Con las frustraciones, humillaciones sufridas, inseguridades, renuncias, antiguas culpas no reconocidas y viejas heridas no cerradas.

Y esto «duele», sin duda, puesto que supone liberarnos de la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Vernos a nosotros mismos en nuestra verdad desnuda exige tener el valor de llegar a lo más genuino, sin concesiones ni paliativos. Pero es un auténtico bálsamo para el alma y un torrente de luz para orientar su propia vida.

Merece la pena todo el esfuerzo porque encontrarnos personalmente con Cristo implica entrar en la dinámica de una relación de amor, aprender a mirarnos a nosotros mismos con los mismos ojos con los que nos mira Jesús, llenos de amor incondicional.

Mª Ángeles Almacellas

– ¿Todos estamos invitados a encontrarnos con el Señor?

– Nadie está excluido, cada uno es «un elegido por amor». En los orígenes de la historia, el ser humano, superado, rompió los lazos con el Creador, porque él mismo quería ser Dios y decidir sobre el bien y el mal. Para rehacer estos vínculos rotos, el Hijo de Dios se hizo hombre y, con ello, la humanidad quedó de nuevo entrelazada con Dios. Y, cuando el hombre insistió en rechazar la Palabra y el amor de Dios, Jesús fue a la cruz por cada uno de nosotros, sin excepción.

La redención es el mayor acto de amor de toda la historia de humanidad, pero el amor implica libertad. Esto significa que cada hombre puede aceptar la redención o rechazarla. Todo hombre está invitado al encuentro personal con Jesús, ya cada uno le corresponde responder a su amor o despreciarle.

– ¿A quién va dirigido este libro?

– El «no creo, pero busco la verdad» hace referencia a los «no creyentes» en el sentido más amplio: quienes no creen en el Dios que se revela en Jesucristo; los que creen en el Dios de Jesucristo, pero a su modo particular, sin sentido de pertenencia a la Iglesia; los cristianos alejados de la fe, que han dejado dormidas sus creencias; y también los cristianos que recitan el credo, pero que, aunque están dentro de la Iglesia, tienen más dudas que certezas. Y, todo ello, el libro va dirigido a todos aquellos que tienen frío en el corazón, porque todavía no han encontrado nada que les sacie totalmente su sed de verdad, de amor y de infinito.


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