Marta Oriol perdió a su esposo y dos hijos en accidente: «¡Dios existe! Sin Él, nada tiene sentido y con Él todo es superable y posible»

«Con mi marido era básico compartir la fe, no solo en la educación de los hijos sino también para afrontar todas las cosas de la vida. Cuando me paso esto, lo primero que dije es “jamás voy a preguntarme por qué, porque nunca lo voy a entender”. Lo único que pedía era fuerzas y oración porque era lo único que me podía sacar de esta situación»

31 de agosto de 2014.- (Magnificat TV / Camino católicoMarta Oriol, una madre que perdió a 2 de sus hijos y a su marido en un accidente de tráfico, el 8 de noviembre de 2006, cuenta en su testimonio en el vídeo como superar el dolor de la perdida de los seres queridos unida al amor de Dios y explicando su propia vivencia de fe familiar en la que ella ya fue educada. Marta explica lo siguiente:

Ha sido una suerte y un privilegio pertenecer a una familia rodeada de sacerdotes, religiosos y religiosas y que nos han apoyado desde pequeñitos. He sido educada en un ambiente de Fe. Toda nuestra niñez, nuestra adolescencia, hemos tenido un gran apoyo en ellos.

Con mi marido era básico compartir la fe, no solo en la educación de los hijos sino también para afrontar todas las cosas de la vida. Cuando me paso esto, lo primero que dije es “jamás voy a preguntarme por qué, porque nunca lo voy a entender”. Lo único que pedía era fuerzas y oración porque era lo único que me podía sacar de esta situación. Esperanza y confianza…

Cuando te pasa esto, te quedan dos caminos: o te rebelas completamente o te agarras de la Fe. Hemos elegido la Fe y hemos acrecentado nuestra experiencia de Dios. Experimentar que ¡Dios existe!. Sin Él, nada tiene sentido y con Él todo es superable y posible. La batalla de cada día es confiar y esperanza y machacar eso ejercitándolo todo el día. Una mezcla de un dolor que tienes el corazón encogido y al mismo tiempo saber que éste sufrimiento tiene un sentido y que Dios me lo ha permitido ver y te permite sonreír y tener alegría.

Gracias porque tengo una certeza brutal, que solamente me la puede permitir Dios, de saber que mi marido y mis hijos están donde están y que me permite sentirlos cerca y que algún día me volveré a encontrar con ellos. Gracias a Dios por hacerles el regalo de llevárselos al Cielo…

Ayudar a otras personas que están en esta misma situación y que no creen, ayudar a que crean y de pasar a no ver nada, a palpar, a sentir, a experimentar.

Podemos esperar a una resurrección y un Cielo y yo y los que nos rodean podemos considerarnos otros “pequeños Cristo” y con esa Cruz saber que va a llegar ese “tercer día” y ese día de felicidad también en esta vida. Pues eres un escogido, una privilegiada.

Marta Oriol


Dice el Padre de Marta:

“Cuando le paso esto a ella, pensábamos que nos íbamos a hundir pero fue ella la que nos ha levantado a todos nosotros”.


Dice la Madre:

“Dios la ha escogido a ella y ella es la única que podía estar preparada para lo que le ha pasado por la vida interior que tenía antes de que esto pase”.


Dice la hermana:

“Nos ha hecho valorar cada momento de la vida”.


El testimonio que escribió Marta tres meses después del accidente

Tres meses después del accidente Marta Oriol escribió un testimonio en el cual decía:

Hace ya tres meses que Dios se fijó y eligió a mi marido Quique y a dos de mis tres hijos para hacerles el mayor regalo con que una persona puede soñar; pues aquel 8 de noviembre, rumbo a lo que para nosotros era nuestro pequeño pedacito de cielo en la tierra, quiso regalarles el auténtico Cielo, llevándoselos después de un inesperado e inexplicable accidente…

Gracias a todos los que creyendo en el poder inmenso de la oración os habéis acordado tanto de nosotros porque es esa oración conjunta y unida la que nos sostiene y da la fortaleza para emprender y luchar cada día con valentía. Gracias por vuestras muestras de cariño, que nos impulsan a querer seguir viviendo y a sonreír, aun con lágrimas en las mejillas.

Gracias papá, mamá y hermanos por acompañarme en los momentos en que los ánimos se vienen abajo y el peso del dolor parece vencer. […] Gracias por revestir vuestro sufrimiento y debilidad de fortaleza, para transmitírmela a mí.

Y finalmente, gracias a ti, Dios mío, por el regalo de la fe, que nos permite ver el sentido tan doloroso pero, al mismo tiempo, tan maravilloso que encierra en sí mismo el sufrimiento humano y sin el cual acabaríamos consumidos y abatidos por el vacío y la desesperación.

Gracias también porque aunque con ellos te has llevado también mis sueños, ilusiones, proyectos, mi corazón, ¡mi vida entera!, me has dejado a mí en lugar de a Quike, llevar el peso de esta cruz. Gracias por haberle dado por adelantado “el Gran Premio” que tanto se merecía, la plena felicidad eterna […] Gracias, Dios mío, porque yo nunca hubiera podido hacer que fuesen tan felices, como sé que lo son junto a Ti en el cielo.

Marta Oriol

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