Miguel A. Soler y Mª Luisa Di Chiara, su esposa, padres de 421 niños, 6 biológicos, 4 adoptivos y 411 atendidos en la obra “Corazón y Voluntad” que han fundado

* Los dos son médicos y el esposo, quien responde en esta entrevista, explica que “Juan Pablo II decía “el único título que vale es ‘el grado de santidad que uno adquiere’”, o que Dios le regala… ser bueno. Si uno tiene algún grado de santidad es porque está recibiendo de Dios eso bueno. Todos tenemos una chispa de Dios dentro, hay que dejarla que crezca”

* “Ser padre adoptivo es amar a los niños, a todos ciertamente, y tratar de darles todo lo mejor que uno puede dar. Ayudarlos a los chicos como a los propios. Hay una paternidad “biológica” que es la que la mayoría puede tener, y una paternidad “espiritual” que es la que más marca y que no solo comprende la inteligencia y la voluntad, sino también el corazón, el afecto y es lo que uno debe intentar ejercer si se tiene esa gracia, ese don”

30 de agosto de 2013.- (Max Belaeff – Fotos: Agustín Mauricio / Mdz / Camino Católico) El Dr. Miguel Ángel Soler a poco de cumplir 71 años, “ha criado 421 chicos”, entre los que hay 6 biológicos, 4 adoptivos y 411 que han pasado por la obra “Corazón y Voluntad” que él, junto aMaría Luisa Di Chiara,su esposa que es también médico. Según señala, no los quiere a todos por igual, más bien cada uno es para él “un hijo único”. Destaca que Dios ha sido su guía para esta obra que eligió como forma de vida.

Miguel Ángel Soler, casado hace 42 años, neurólogo infantil, se retiró hace 5 años del hospital pero tiene pacientes que le consultan pero “para orientarlos”, los atiende gratis. Además de fundar la obra “Corazón y Voluntad” también inició el colegio “Santa Teresita del Niño Jesús” en el que funcionan jardín, primaria y secundaria, con un total de 650 alumnos.

-¿Cómo es ser “padre adoptivo”?

-En primer lugar, para ser “padre adoptivo” tiene que estar la madre esencialmente. Se habla del Día del padre, pero sin la madre no se entiende el padre. Ser padre adoptivo es amar a los niños, a todos ciertamente, y tratar de darles todo lo mejor que uno puede dar. Ayudarlos a los chicos como a los propios. Hay una paternidad “biológica” que es la que la mayoría puede tener, y una paternidad “espiritual” que es la que más marca y que no solo comprende la inteligencia y la voluntad, sino también el corazón, el afecto y es lo que uno debe intentar ejercer si se tiene esa gracia, ese don. Estaría bueno que todos pudiéramos hacer lo mismo, pero los dones son diversos, y si uno está llamado a eso tiene que tratar de cumplir con eso. Es una cosa que surge “necesariamente”, por decirlo de algún modo. 

-¿Cuántos hijos adoptó usted?

-Yo los considero a todos los chicos que tengo como “propios”. Por ahí no me gusta diferenciarlos. Pero legalmente tenemos 10 hijos, de los cuales 4 son “del corazón”, pero hemos vivido con 411 en todos estos más de 20 años que llevamos en la obra con mi esposa. 411 más los 10, son 421 chicos que han vivido con nosotros como “hijos”. 

Algunos de ellos ya son grandes, nos visitan y somos “el papá” y “la mamá”. Es importante destacar que la paternidad biológica da lazos indudablemente, pero la paternidad espiritual que todos podemos ejercer –tengamos o no hijos- es fundamental, es esencial. Puede darse como ejemplo a Don Bosco, un sacerdote italiano, en quien nosotros con mi esposa nos inspiramos un poco para hacer la obra, para vivir así, él no era casado y sin embargo llegó a ser padre simultáneamente de 800 jóvenes. Él era el padre para ellos. 

Lo que sí quiero resaltar que los hombres tenemos que hacer crecer esta paternidad en nosotros. Tenemos que formarnos, sacrificarnos. Lamentablemente en una parte de nuestra población y del mundo se ha perdido el “sentido del padre” y eso es muy grave para la familia, la sociedad y sobre todo para los niños. Nosotros necesitamos una imagen del padre, sumado al abrazo, el afecto y la corrección: que nos dé un sentido claro de qué está bien y qué está mal. 

-¿Su afecto con hijos biológicos y adoptivos es igual?

-El afecto con cada hijo, yo diría que es único. No te puedo decir que los quiero a todos “por igual” porque eso no reflejaría mi realidad. A cada uno lo quiero y lo amo personalmente por lo que él es. No es a uno igual que al otro, es difícil de expresar. Los quiero a todos como si fuera cada uno “hijo único”. Uno llega a este conocimiento porque Jesús lo dice claramente cuando hablaba a los Apóstoles y a todos nosotros, “el Padre los ama como a mí” y a mí eso me hace reflexionar mucho. Por eso Dios quiere que tengamos hijos en una Argentina que se está despoblando porque aumentamos poco y nada, se les tiene “miedo” a los hijos. Se enseña el amor al placer y a lo material y se olvida lo más esencial, que es lo que queda. Eso hay que recuperarlo, enseñarles y animarlos a los padres para que tomen su papel. 

-¿Qué es esta fundación?

-Es un colegio que fundamos con mi esposa que, como dije antes, fue fundamental para crear la obra “Corazón y Voluntad” y el colegio (Santa Teresita del Niño Jesús). Mi esposa, María Luisa Di Chiara, médica, diploma de honor, medalla de oro y sin embargo se consagró a esto. Dejó gran parte de su ejercicio profesional para los hijos propios y para los demás. Ha sido el motor para que se vaya haciendo este colegio. 

Nos pidió mucha gente que necesitaba, y nosotros con nuestros propios chicos, para tratar de transmitirles esto que es tan valioso, que es educar a los chicos. “Educar”, dice Santa Teresita del Niño Jesús, es “enseñar a amar”, y ahí va la inteligencia, la voluntad, los afectos, va todo. Ahora creen algunos, sobre todo de algunas esferas pedagógicas, mal llamadas así, que “educar” es “informar” sin distinguir “lo bueno de lo malo”, “lo natural de lo no-natural”. Eso no es educarlos, eso no es quererlos. Se los engaña y se los lleva por la sensibilidad, por el placer, por lo material y se pierde lo más grande en el hombre que es el espíritu humano, el amor por la verdad, el amor por el bien y el amor en definitiva que es genial. 

El colegio nació en el 2000 porque mi señora vio esa necesidad y nos pedían, porque veían que los chicos que estaban con nosotros estaban bien educados cuando salíamos con ellos. A los chicos hay que darles amor y darles autoridad, ejercerla, no autoritarismo, sino autoridad. Ahora un docente no puede corregir a un chico, y así lo están destruyendo. El chico, como la planta, necesita un tutor que lo guíe y si eso lo perdemos, está perdida la sociedad. 

-¿Qué edades tienen sus hijos?

-La mayor tiene 41 años, tiene un hijo y está esperando la segunda. Tengo dos hijos sacerdotes, dos hijas religiosas, otras hijas casadas, otros hijos estudiando… y el menor tiene 17 años. Lo adoptamos y tiene una parálisis cerebral y está muy enfermo. Como la mamá no lo podía tener y mi esposa tiene gran corazón de madre lo adoptamos. Es un chico feliz y nos ha hecho muy feliz a nosotros. 

-¿Nietos?

-Once. Igual los datos precisos hay que preguntárselos a mi señora porque ella sabe todo (risas). 

-¿Qué hace usted ahora que se retiró de la Medicina?

-Yo me dedico a apoyar como siempre acá en la obra, estar con los chicos. Me dedico a dar charlas. En este momento estoy en una institución que hemos formado que se llama “Educación y familia San Rafael” para revalorizar el papel de los padres (hombres) en la educación de sus hijos, que intervengan directamente. Pasa que se ha descubierto que con los problemas de “falta de identificación sexual”, con la homosexualidad y tantas desviaciones, se ha visto la importancia del padre. Ahora ya hay tratamiento para ello y hay prevención para estos casos que sufren de esta problemática. Un padre que no ha estado en condiciones o no ha podido, y ha sido hostil con el chico, el chico se refugia en la mamá y está menos apto con los compañeros y son chicos que sufren. Pero hay muchos que se han recuperado. Hay un gran movimiento en muchas partes del mundo, de gente que puede ayudar a estas personas y se recuperan y reconocen esas heridas emocionales de la infancia. El niño a partir del año y medio, tiene que tener al padre al lado porque el chico necesita crecer en “la masculinidad”: saber que es hombre e identificarse con lo masculino en el buen sentido de la palabra. 

-¿Por qué estudió Medicina?

Porque tuve de algún modo, el deseo de saber “quiénes somos nosotros, las personas”, misterio que sigue siendo misterio. Las personas somos un misterio. 

-¿Y Neurología?

Porque quería saber bien cómo pensábamos, aunque llegué a la conclusión de que los expertos más grandes en Neurología no pueden dar razón de cómo es que nosotros pensamos, tenemos inteligencia. Conocemos, pero no sabemos cómo es que lo hacemos.

“La universidad hace ‘doctores’ pero no ‘señores’”, ¿qué opina?

-Estamos de acuerdo. Acá venimos a una cosa muy importante: realmente lo único que hace “señores” (hombres y mujeres) es la familia, el papá y la mamá. Si por desgracia faltó uno, es la familia la que forma. Realmente es “la cuna de la humanidad”. En ella se lo hace bien viril al hombre y bien femenina a la mujer, y eso es fantástico. 

-En tantos años trabajando, ¿hay cosas de las que se arrepienta?

Sí, de no haber hecho mejor las cosas que hice y de haber dejado de hacer las cosas que no hice. Concretamente uno siempre está falto para hacer más cosas. Tendría que dar más. Me arrepiento de no haber usado mejor el tiempo muchas veces. Probablemente le puedo haber hecho mal a alguien y de esas cosas me arrepiento. 

¿Le entregaron alguna vez un regalo en el Día del padre tan especial que aún hoy lo recuerde?

-Me acuerdo de muchos, pero uno grande fue cuando una hija me dijo que se iba a hacer religiosa, cuando otra me dijo que se iba a casar y así. Son todos regalos espirituales. 

¿Vivimos en una sociedad “machista”?

Hay gente que puede ser un poco machista, no creo que sea toda la sociedad, como para catalogarla así. Es una sociedad confundida que no sabe dónde están los papeles. No debería haber machismo en la vida del hombre porque eso es un comportamiento de los animales. Debe haber un comportamiento de varón y mujer. 

¿Cómo fue su relación con su padre?

-Muy buena. Era un pan de Dios. Él era empleado bancario, se jubiló de eso y siguió trabajando en una contaduría. Murió a los 100 años hace un par de años atrás.

¿Ha recibido premios?

-Con mi señora hemos recibido premios. Pero no me acuerdo cuántos. Juan Pablo II decía “el único título que vale es ‘el grado de santidad que uno adquiere’”, o que Dios le regala… ser bueno. Si uno tiene algún grado de santidad es porque está recibiendo de Dios eso bueno. Todos tenemos una chispa de Dios dentro, hay que dejarla que crezca. 

¿Le gustaría ser elegido “Ciudadano ilustre”?

-No, no me gustaría. Está bien premiar a la gente cuando se esfuerza, no lo critico, pero en mi caso no me gustaría, no hice todo lo que hice para ganar un premio.

El Dr. Soler, un padre ejemplar de niños de sangre y del corazón que seguramente le agradecen todos los días lo que hizo por ellos, tiene un temple de simpleza, de humildad y de saberse un hombre bueno.

Para ver una entrevista en vídeo sobre la homosexualidad al doctor Miguel Ángel Soler:

Dr. Miguel A. Soler, neurólogo infantil: “Estudios científicos demuestran que no hay causa genética para ser homosexual, sino que es consecuencia de un aprendizaje”

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