Mons. Braulio Rodríguez / En la procesión del Corpus de Toledo: “Cristo en persona es la bendición divina para este mundo”

“Este Cristo, que va en la custodia, no lo llevamos como gesto de triunfalismo o prepotencia. Cristo es siempre figura y gesto de acogida ante los ojos del sufrimiento de los enfermos, de la soledad de los jóvenes y también de los ancianos, de las tentaciones, los miedos y carencias de hombres y mujeres. Y la Procesión, quiere ser siempre una gran bendición Cristo en persona, no la Custodia de Enrique de Arfe, es la bendición divina para este mundo”

4 de junio de 2015.- (13 TV / Camino Católico)  El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, ha defendido que con la celebración de la procesión del Corpus Christi y la salida de la Custodia a las calles de la ciudad «no se impone nada a nadie que no quiera participar, porque es parte de la cultura, de la raíz como pueblo». «Este Cristo, que va en la custodia, no lo llevamos como gesto de triunfalismo o prepotencia», pues cree que es una «gran bendición para la ciudad».

Esto ha dicho el primado toledano, bajo el Arco de la Sangre y frente a la Custodia de Arfe, ante la mirada atenta de centenares de personas que se han congregado en la plaza de Zocodover de Toledano para escuchar su alocución, en el transcurso de la procesión eucarística. En el vídeo se visualiza y escucha la llegada de la procesión a la plaza de Zocodover, la alocución de Monseñor Braulio Rodríguez y la bendición con el Santísimo.

Allí, ha recordado que fue Jesús, «en la sala del Cenáculo rodeado de su nueva familia representada y, anticipada por los Doce Apóstoles, quien instituyó la Eucaristía y mandó celebrarla en memoria suya, sobre todo, cada domingo, día del Señor, cuando aconteció su resurrección de entre los muertos”.

«¿Qué hacemos, pues, en medio de calles y plazas, espacio público? ¿Por qué salimos con el Señor sacramentado más allá de las paredes de nuestros templos? Es que en este sacramento Jesús está siempre en camino hacia el mundo»,ha dicho.

Ha asegurado que llevan a Cristo por las calles de ciudades y pueblos donde se despliega la vida pero «no imponemos nada a nadie que no quiera participar, porque es parte de nuestra cultura, de nuestra raíz como pueblo. Este Cristo, que va en la custodia, no lo llevamos como gesto de triunfalismo o prepotencia», ha defendido. El texto completo de la alocución de Monseñor Braulio Rodríguez es el siguiente:

Para la fe de los católicos, la Eucaristía es ciertamente un misterio de intimidad. Cuando, a partir del siglo IV, la Iglesia teme ser invadida por un mundo que ha cesado de serle hostil, pero carecía aún de verdadero espíritu cristiano, reserva únicamente a los fieles bautizados la exposición de los detalles del ritual cristiano sobre la Eucaristía. Algunos llamaron después a esta reserva “disciplina del arcano”. Jesús, en efecto, en la sala del Cenáculo rodeado de su nueva familia representada y, anticipada por los Doce Apóstoles, instituye la Eucaristía y nos manda celebrarla en memoria suya, sobre todo, cada domingo, día del Señor, cuando aconteció su resurrección de entre los muertos.

¿Qué hacemos, pues, en medio de calles y plazas, espacio público? ¿Por qué salimos con el Señor sacramentado más allá de las paredes de nuestros templos? Es que en este sacramento Jesús está siempre en camino hacia el mundo. Nada de lo que es y significa esta procesión del Corpus tendría verdadero sentido, si no fuera verdad que “el Verbo se hizo carne” y posibilita así que en sagrado alimento recibamos precisamente a este Hijo de Dios, hecho carne en las entrañas de María Virgen.

Esta es la fiesta del Corpus: presencia eucarística en la procesión de nuestra fiesta. Llevamos a Cristo, presente en la figura del Pan, por las calles de nuestras ciudades y pueblos. Encomendamos a estas calles y plazas donde se despliega nuestra vida diaria en el espacio público, esto es, de todos, a la bondad de Cristo. No imponemos nada a nadie que no quiera participar, porque es parte de nuestra cultura, de nuestra raíz como pueblo. Queremos, si ellos lo quieren, que nuestras calles sean calles para Jesús, y que nuestra vida esté impregnada de su presencia.

Este Cristo, que va en la custodia, no lo llevamos como gesto de triunfalismo o prepotencia. Cristo es siempre figura y gesto de acogida ante los ojos del sufrimiento de los enfermos, de la soledad de los jóvenes y también de los ancianos, de las tentaciones, los miedos y carencias de hombres y mujeres. Y la Procesión, quiere ser siempre una gran bendición para nuestra ciudad. Cristo en persona, no la Custodia de Enrique de Arfe, es la bendición divina para este mundo. Que su bendición descienda sobre nosotros, porque esta realidad es más grande que la idea y aquí la realidad es una Persona, el Verbo Encarnado, que acoge y tiene mirada de amor a los más pobres.

“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumismo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. Los creyentes también corren ese riesgo, cierto y permanente (…). Esa no es la opción de una vida digna y plena, ése no es el deseo de Dios para nosotros, ésa no es una vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado” (EG, 2).

También, pues, nuestro deseo es llevar la alegría del Evangelio, que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Y, como nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga el amor infinito e inquebrantable de Cristo, queremos que todos gocen de él, y servir a todos, sean quienes sean, tengan lo que tengan. Son los seres humanos, sobre todo los que no son tenidos en cuenta en una economía de exclusión en la idolatría del dinero, en la iniquidad que genera violencia.

Que este regalo del Evangelio viviente, Cristo Jesús, os bendiga. Cristo Jesús es el abrazo de Dios, alegría de los pequeños que se saben pobres.

Mons. Braulio Rodríguez Plaza

Arzobispo Primado

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