¡Nos casamos! / Por Mª Carmen González Rivas, psicóloga*

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20 de octubre de 2010.- He tenido la oportunidad de asistir durante este verano a algunas bodas de familiares y amigos. La verdad es que muchos podrían decir hoy en día que esto de casarse ya no se lleva, sin embargo aún son muchas parejas las que deciden comprometerse y dar ese paso hboda-iglesia.jpgacia el sacramento del matrimonio. “ Yo, …, te recibo a ti, …, como esposo/a y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”. Estas son las palabras que se encuentran en el centro de la liturgia del matrimonio, con las cuales los novios sellan su unión. Son ellos los ministros del sacramento pues, en este caso el sacerdote es el testigo oficial del ritual de la boda, que al mismo tiempo bendice el matrimonio y preside toda la liturgia del sacramento. También son testigos, en cierto sentido, todos los participantes en el rito de la boda, y en forma oficial algunos de ellos.

El matrimonio como sacramento es sagrado, un símbolo que en las religiones, cualquiera que sean, tiene importancia capital. Casarse en un momento de la vida, es arriesgarse, de ahí conectar con su valor sagrado y experimentarlo de esa forma, ambos. Casarse implica comenzar una nueva vida, no es un sencillo acto social. Es por eso que para los cristianos el matrimonio no es un contrato sino una alianza que recuerda la alianza de amor que Dios hizo con la humanidad.

¿Pero qué es lo que lleva a las persona a tender a este compromiso? Son ellos los que deciden casarse y nadie les obliga. (si esta condición se diera sería causa de nulidad matrimonial) Inscrito está en el corazón del hombre -como he comentado en otras ocasiones- vincularse, comprometerse con lo que uno desea, llámese un trabajo, una dedicación… o en el caso que nos ocupa una persona. El compromiso resulta de la firme intención de dedicarse a la otra persona, serle fiel y compartir con ella actividades y bienes personales sin limitación temporal.

Es el deseo y decisión de formar un nosotros y poderlo manifestar públicamente con cualquier tipo de reconocimiento oficial. A la misma vez es esta necesidad de compromiso en la relación de pareja la que le confiere sensación de seguridad y confianza. Así también lo expresa el psiquiatra Paulino Castells “Necesitamos asirnos a unos compromisos,… Nuestra razón y corazón se han de comprometer al unísono y de facto. Estar seguros de que nuestra pareja nunca nos abandonará confiere una sensación de seguridad y confianza en la relación”.

Previamente al matrimonio consideramos que es necesario un tiempo de preparación para él. A este período se le ha dado en denominarse noviazgo y sirve para que la pareja se conozca con mayor intimidad y poder así buscar la unión de ideales para dar el paso siguiente hacia el compromiso, en el matrimonio. Visto de esta forma garantiza la posibilidad de un mejor conocimiento, ofrecefotografias_en_el_da_del_matrimonio.jpg la necesidad de salir de sí mismo para poder acercarse al otro y es periodo de aprendizaje de los propios límites, de posibilidades y un conocimiento real.

La elección en el noviazgo debe apoyarse en algo profundo antes de tomar la decisión para contraer matrimonio. Elegir pareja bajo sobre la base exclusiva de lo sensitivo (ver, oír,, tocar, gustar, etc.) o apoyar tal elección en base experiencias vividas en el pasado bien positivas o negativas no es propiamente una elección madura. Y es que si hay algo que diferencia al noviazgo del matrimonio es su condición de libertad, el noviazgo no tiene por qué terminar en el matrimonio. Lo que distingue un estado del otro, es que en uno hay libertad de decisión y en el otro la decisión ya está tomada. Precisamente los noviazgos, como decíamos, son para el conocimiento mutuo, ver similitudes, diferencias, otros puntos de vista, en definitiva ver si quiero realmente compartir mi vida con esa persona. Si durante ese período los ajustes no llegan a consolidarse entre la pareja seguir con una relación en la que uno no se encuentre cómodo, confiado, o respetado (entre otros) puede abocar a que en el paso siguiente hacia el matrimonio haya dificultades añadidas a las cuáles tendrán que enfrentarse.

Dicho así tenemos que saber que un buen noviazgo prepara para un buen matrimonio, aunque no necesariamente este tiene que llevar a él. Y si hay algo que principalmente los diferencia es esa exclusividad y compromiso del uno con el otro. La situación del noviazgo es un tiempo de preparación y conocimiento fundamentado en la realidad de la pareja, que necesita encontrar su identidad por lo que la sinceridad, el apoyo, el respeto, la comunicación, la superación de dificultades, el tiempo de compartir, etc. son los ingrediuna_pareja_de_recien_casados.jpgentes básicos para sostener la relación o bien dicho la confianza mutua. Tenemos que saber que también durante el noviazgo es necesario que ambos miembros vean paulatinamente como crecen cómo pareja, en los momentos que comparten y en los momentos en que estén solos, decimos con esto que el noviazgo necesita oxigenarse y proyectarse hacia el exterior, vivir una exclusividad que no le compete puede asfixiar a los miembros de al pareja y promover los celos, que son fruto de todo lo contrario, la desconfianza.

Entre otros es importante que la pareja también reestructure sus relaciones con sus familias de origen. La familia seguirá estando presente en la vida del individuo, pero muchas decisiones y opciones futuras se van a tomar en función de la nueva relación afectiva que se ha establecido. La familia de origen, pasa a segundo plano, lo que no hay que confundir con pérdida de afecto o sentimientos de alejamiento. Éstas a su vez pueden ayudar a madurar a la pareja facilitándoles el contexto necesario para que se desmarquen, favorecer la independencia, la autonomía y menor control parental.

En definitiva considerar un tiempo de noviazgo adecuado previo al matrimonio, favorece que la pareja decida con confianza sellar su unión en un sacramento que los unirá para siempre. Expresando juntos la promesa de fidelidad y exclusividad mutuas. Y de ahí irradiar hacia el exterior luz y alegría, testigos de una misma misión.


 

 * Mª Carmen González Rivas es Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.Master en Psicología de la Familia. Pontificio Instituto Juan Pablo II.Curso de Orientación y Mediación en la Intervención Familiar.

VINCULOS Centro de Atención Psicologica y Familiar


 

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