Oración a San Esteban por la Iglesia y los mártires de hoy / Por P. Carlos García Malo

*  «San Esteban, diácono de la iglesia de Jerusalén. Primero entre los mártires de Cristo, tus verdugos no soportaron la verdad que de tus labios salía. Tú, en un acto de gracia e inspiración divina exclamaste: «Señor Jesús, te entrego mi espíritu. No les tengas en cuenta este pecado». Y entregaste tu vida, por amor, a ejemplo de tu Señor. Diácono fiel y servidor ruega por la Iglesia y recoge, hoy, la sangre de tantos mártires que de manera anónima siguen vertiendo su sangre, semilla de nuevos cristianos»

Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 26 de diciembre la Iglesia Católica celebra al primer Mártir de toda la Iglesia Católica, San Esteban. El protomártir murió apedreado luego de ser arrastrado fuera de la ciudad, tras al ser llevado ante el Sanedrín por falsas acusaciones, exhortó a los judíos por haber llegado al punto no sólo de no reconocer al Salvador, sino además de haberle crucificado.

San Esteban mientras recibía el golpe de las piedras pronunció las siguientes palabras: «Señor Jesús, recibe mi espíritu», y estando de rodillas antes de morir exclamó con fuerza: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado».

En la celebración de la fiesta de este Santo en 2014, el Papa Francisco señaló que «con su martirio, Esteban honra la venida al mundo del Rey de los reyes, da testimonio de Él y ofrece como don su vida, como lo hacía en el servicio a los más necesitados. Y así nos muestra cómo vivir en plenitud el misterio de la Navidad».

También el Sumo Pontífice Emérito, Benedicto XVI, en 2012 al hablar del Santo reflexionó sobre «¿De dónde sacó el primer mártir cristiano la fuerza para hacer frente a sus perseguidores y llegar hasta la entrega de sí mismo? La respuesta es simple: de su relación con Dios, de su comunión con Cristo, de la meditación sobre la historia de la salvación, de ver la acción de Dios, que alcanza su cumbre en Jesucristo».

Pidamos a San Esteban por la Iglesia y los mártires de hoy:

San Esteban, diácono de la iglesia de Jerusalén.

Hoy celebramos tu martirio

y el derramamiento de tu sangre

justo un día después del nacimiento del niño Dios.

Primero entre los mártires de Cristo,

tus verdugos no soportaron la verdad que de tus labios salía.

No pudieron hacer oposición a la sabiduría

que el Espíritu Santo te revelaba en cada momento

e incluso se negaron a reconocer el poder de los signos y prodigios

que acompañaban tu predicación.

Celosos de tu persona

te acusaron injustamente de blasfemo

y sacándote afuera de la ciudad santa

te dieron muerte apedreándote.

Tú, en un acto de gracia e inspiración divina exclamaste:

«Señor Jesús, te entrego mi espíritu. No les tengas en cuenta este pecado».

Y entregaste tu vida, por amor, a ejemplo de tu Señor.

Diácono fiel y servidor ruega por la Iglesia

y recoge, hoy, la sangre de tantos mártires

que de manera anónima siguen vertiendo su sangre,

semilla de nuevos cristianos. Amén.

San Esteban, protomártir, ruega por nosotros.

Carlos García Malo


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