Óscar Espejo y María Varea, recién casados: «Dinero no tenemos, ¡pero fe un montón! Nos conocimos por Providencia. Dios quería que nos conociéramos, y nos conocimos»

* «El sacramento del matrimonio es la fuerza que te da Dios cuando te comprometes y te entregas para compartir el resto de tu vida con una persona. Y conociéndote a ti con tus virtudes y defectos, sabes que no va a ser fácil, y por eso quieres poner a Dios en medio para salir adelante y ser felices»

3 de octubre de 2015.- (Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo / Alfa y Omega  / Camino Católico)Óscar Espejo y María Varea, de Miranda de Ebro, se casaron hace casi tres meses, y ya están esperando un hijo, una criatura de apenas un mes de vida. Da gusto oírles hablar, porque transmiten mucha ilusión y además se saben en manos de Dios para todo. Como dice Óscar, «Dios nos cuida, no porque lo tengamos ganado ni merecido. Todo viene de Él, todo es providencial». Y viven así, felices

– Óscar, María, ¿cómo os conocisteis?

María :La verdad es que os conocimos por Internet, en una página de contactos.

– ¡Ahí va!

M: Yo me metí por curiosidad, pero solo estuve apuntada 24 horas hasta que conocí a Óscar. Estuvimos chateando un rato, y una amiga me dijo: «Ese es Óscar, de la parroquia del Buen Pastor».

Óscar: Yo estaba apuntado porque hay un apartado para gente católica.

M: Ambos buscábamos una persona católica, que cuadrara con nuestros criterios.

O: De hecho, yo ese día le dije claramente que era converso, y que necesitaba a Jesús.

– Claro, lo mejor para no espantar a una chica que acabas de conocer…

O: Es que yo tenía muy claro lo que le quería decir. Tengo 37 años, he pasado por relaciones anteriores… Hasta que me convertí y encontré unos valores y una forma de vivir que quería para mí y para mi futura pareja.

M: En realidad, no nos conocimos de chiripa, sino por pura Providencia. Dios quería que nos conociéramos, y nos conocimos así. Yo también tenía claro que quería un novio cristiano. Tengo amigas que pueden tener a su lado a una persona sin religión, pero yo no me veía así, por mis valores, para poder transmitir lo que vivo a mis hijos. Para mí sí es importante.

– ¿Cómo ha sido vuestro noviazgo?

M: Hemos sido novios dos años y medio, con nuestros altibajos, y disfrutando mucho también. Hemos ido madurando juntos. Nos ha ayudado mucho rezar y estar cerca de Dios, y a mí sobre todo confesarme, por mis cabezonerías.

– Ahora muchos se van a vivir juntos…

O: Merece la pena esperar. En mis experiencias anteriores, he empezado la casa por el tejado, pero me he dado cuenta de que tienes que estar maduro para entregarte al otro. Si te dejas llevar por los impulsos, por el egoísmo, al final… Yo creo que haciéndolo bien estás más contento.

– Óscar, ¿hincaste la rodilla?

O: Mucho mejor. Yo le decía a menudo a María: «Eres la mujer de mi vida, ¡casémonos!». El protocolo y el anillo vinieron después. La llevé a una iglesia y allí, delante del sagrario, le pedí a Dios Padre la mano de su hija María…

– Tendríais ya todo preparado: casa, coche, trabajo…

O: Bueno, la verdad es que no teníamos un techo donde vivir. Pero una amiga nuestra se fue a las misiones, y nos lo dejó. Yo creo mucho en la Providencia. Dios nos cuida, no porque lo tengamos ganado ni merecido. Todo viene de Él, todo es providencial.

M: Yo entonces no tenía trabajo. Siempre tienes la intriga de no saber qué va a pasar. No conocemos el futuro, pero Óscar tiene mucha confianza en Dios, y me la transmite.

– ¿Y cómo fue la boda?

M: Fue muy chula y todo salió bien, sin nervios, sin vergüenza. Yo creo que nos ayudó la gracia del sacramento. Incluso amigos y familiares que no son practicantes salieron encantados.

O: Antes de empezar, me fui al bar a llamar a todos los que se querían saltar la celebración para ir solo al banquete. Les dije que no me casaba si no entraban en la iglesia. Les dije: «Me voy a unir en matrimonio ante Dios con mi mujer, que es lo que más vale». Y entraron tan contentos.

– Entonces, ¿qué es para vosotros el sacramento del matrimonio?

O: Es la fuerza que te da Dios cuando te comprometes y te entregas para compartir el resto de tu vida con una persona. Y conociéndote a ti con tus virtudes y defectos, sabes que no va a ser fácil, y por eso quieres poner a Dios en medio para salir adelante y ser felices.

– Fantástico, ¿y qué tal estos primeros meses?

M: Nos estamos adaptando poco a poco, cada uno venía con sus costumbres. Hemos aprendido que lo importante es hablar las cosas, e intentar hacerlo en momentos de calma, dialogar, pedirnos perdón. Reñir es inevitable, lo importante es hacer las paces, buscar solucionar las cosas.

O: Basta que uno de los dos sonría y ya estamos mejor que antes. Las discusiones las superamos juntos, y salimos reforzados.

– ¿Qué planes tenéis ahora?

M: Vamos siguiendo la vida y lo que Dios nos depare. Estamos abiertos a la vida y pensamos que no tenemos impedimentos para aplazar a los niños. Dijimos: «Que Dios nos los envíe si quiere». ¡Y estamos embarazados de un mes! Ya hemos escuchado el corazón de nuestro bebé…

O: Dinero no tenemos, ¡pero fe un montón!

M: Pero siendo responsables, ¿eh?

Comentarios 0

Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad