Palabra de Vida 10/4/2016: «Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado» / Por Mons. Jesús García Burillo, obispo de Ávila

(13 TV  / Camino católico)  Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 10 de abril de 2016, Domingo de la 3ª Semana de Pascua, presentado por Monseñor Jesús García Burillo, obispo de Ávila, en el cual se comenta el evangelio del día.

Evangelio: san Juan 21, 1-19:

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se apareció de esta manera:

Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo; Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.

Simón Pedro les dice:

– «Me voy a pescar».

Ellos contestan:

– «Vamos también nosotros contigo».

Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.

Jesús les dice:

– «Muchachos, ¿tenéis pescado?».

Ellos contestaron:

– «No».

Él les dice:

– «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. »

La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces.

Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:

– «Es el Señor».

Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.

Jesús les dice:

– «Traed de los peces que acabáis de coger».

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

Jesús les dice:

– «Vamos, almorzad».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro:

– «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?»

Le dice él:

– «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Le dice Jesús:

– «Apacienta mis corderos.»

Vuelve a decirle por segunda vez:

– «Simón de Juan, ¿me amas?»

Le dice él:

– «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

Le dice Jesús:

– «Apacienta mis ovejas.»

Le dice por tercera vez:

– «Simón de Juan, ¿me quieres?»

Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo:

– «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.»

Le dice Jesús:

– «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.»

Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme.»

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