Papa Francisco a 50.000 monaguillos: «Con vuestra facilidad para el encuentro podéis llegar más fácilmente a la mente y al corazón de los que están lejos del Señor»

«Llamados a hablar de Jesús a vuestros coetáneos, no solo dentro de la comunidad parroquial o de vuestra asociación, sino sobre todo fuera»

5 de agosto de 2014.- (Radio Vaticano / Camino Católico) ¡Libres! ¡Porque está permitido hacer una buena acción! Es el lema, inspirado en las palabras de Jesús, en el Evangelio de Mateo, de la peregrinación de 50 mil monaguillos, de entre 13 y 27 años procedentes de las diócesis alemanas y de las de Viena, Linz y Letonia, cuyo evento central se llevó a cabo la tarde de este martes con el Papa Francisco, en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre llegó a la Plaza alrededor de las 18.00, para presidir la celebración de las Vísperas y luego de saludar al Presidente de la Conferencia episcopal alemana ha respondido a las preguntas de cuatro jóvenes monaguillos, dos chicos y dos chicas, que en representación de los 50 mil monaguillos de lengua alemana reunidos en la plaza de San Pedro, han transmitido sus inquietudes al Papa.

El Papa ha respondido a los jóvenes en italiano, aunque previamente durante la oración de las vísperas ha realizado la reflexión de la Palabra en alemán. El discurso del Pontífice ha sido traducido simultáneamente para que los monaguillos pudieran entender sus palabras.

En primer lugar, el Santo Padre les ha explicado qué pueden hacer para ser más protagonistas en la Iglesia y qué espera la comunidad cristiana de los ministrantes. «Recordemos que el mundo necesita personas que testimonien a los otros que Dios nos ama, que es nuestro Padre», ha iniciado. 

En la sociedad todos los individuos tienen la tarea de poner al servicio del bien común, pero, el Papa ha recordado que «nosotros discípulos de Jesús tenemos una misión más: la de ser ‘canales’ que tramitan el amor de Jesús». Por esta razón, el Papa ha recordado a los niños y jóvenes presentes en la plaza que están «llamados a hablar de Jesús a vuestros coetáneos, no solo dentro de la comunidad parroquial o de vuestra asociación, sino sobre todo fuera».

Y esto, porque «con vuestra valentía, vuestro entusiasmo, la espontaneidad y la facilidad para el encuentro podéis llegar más fácilmente a la mente y al corazón de los que están lejos del Señor», ha explicado el Pontífice. Del mismo modo, les ha advertido que muchos niños y jóvenes de sus edades «tienen una necesidad inmensa de que alguien diga con la propia vida que Jesús nos conoce, nos ama, nos perdona, comparte con nosotros nuestras dificultades y nos sostiene con su gracia».

Para hacer esto es necesario conocer a Jesús y amarlo. Por eso el Papa ha recordado a los jóvenes monaguillos que su servicio litúrgico les ayuda en esta tarea. Y les ha dado un consejo: «el Evangelio que escuchéis en la liturgia, releedlo personalmente, en silencio, y aplicadlo a vuestra vida; y con el amor de Cristo, recibido en la santa Comunión, podréis ponerlo en práctica».

A continuación, Francisco ha reconocido que les comprende en dificultades para conciliar su compromiso de ministrantes con otras actividades necesarias para su crecimiento humano y cultural. «Es necesario organizarse, programar de forma equilibrada las cosas… pero vosotros sois alemanes… y ¡esto se os da bien!»

El Papa ha recordado que el tiempo es un don de Dios y por eso hay que usarlo en acciones buenas y fructíferas. De este modo ha advertido sobre las horas que a veces se pierden con cosas inútiles: “chatear en Internet o con los móviles, las ‘telenovelas’, los productos del progreso tecnológico, que deberían simplificar y mejorar la calidad de vida, y a veces desvían la atención de lo que es realmente importante». Y así, Francisco ha observado que entre todas las cosas que hay que hacer en la rutina cotidiana, «una de las prioridades debería ser la de acordarse de nuestro Creador que nos permite vivir, nos ama, nos acompaña en nuestro camino».

En una tercera idea desarrollada en el discurso, el Papa ha hablado sobre la libertad. «Si no la ejercitamos bien, la libertad nos puede conducir lejos de Dios, puede hacernos perder la dignidad de la que Él nos ha revestido». Es por eso -ha matizado- que son necesarias las orientaciones, las indicaciones y también las reglas, tanto en la sociedad como en la Iglesia. Francisco ha invitado a los monaguillos a no usar mal su libertad. ¡No perdáis la gran dignidad de hijos de Dios que se os ha donado!, ha exclamado. Finalmente, el Santo Padre les ha indicado que así encontrarán la alegría auténtica «porque Él nos quiere hombres y mujeres plenamente felices y realizados», «¡solo cumpliendo la voluntad de Dios Padre podemos cumplir el bien y ser luz del mundo y sal de la tierra!»

Las últimas palabras las ha dedicado a la Virgen María, para que sea «vuestro modelo en el servir a Dios».

El encuentro ha finalizado con los saludos del Papa en el Sagrato y después ha bajado para saludar a los enfermos de las primeras filas, mientras la banda tocaba y cantaba animadas canciones.

El texto íntegro de las palabras del Papa  pronunciadas en alemán al comentar la lectura de las vísperas es el siguiente: 

Las palabras de san Pablo que hemos apenas escuchado, tomadas de la Carta a los Gálatas, llaman nuestra atención. El tiempo se ha cumplido, dice Pablo. Ahora Dios realiza su obra decisiva. Aquello que Él ha querido decir a los hombres desde siempre – y lo ha hecho a través de las palabras de los profetas –, lo manifiesta con una señal evidente. Dios nos demuestra que Él es el Padre bueno. Y ¿cómo lo hace?

Lo hace a través de la encarnación de su Hijo, que se vuelve como uno de nosotros. A través de este hombre concreto de nombre Jesús, podemos entender aquello que Dios pretende verdaderamente. Él quiere personas humanas libres, porque se sienten protegidas siempre como hijos de un Padre bueno.

Para realizar este plan, Dios tiene solamente necesidad de una persona humana. Tiene necesidad de una mujer, una madre, que traiga al mundo al Hijo. Ella es la Virgen María, que honramos con esta celebración vespertina. María fue totalmente libre. En su libertad dijo “sí”. Ella hizo el bien para siempre. De esta manera sirvió a Dios y a los hombres. Imitemos su ejemplo, si queremos saber aquello que Dios se espera de nosotros sus hijos.

Papa Francisco

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