Papa Francisco cuenta que vio un milagro de una niña de 9 años curada de una infección mortal por intercesión de la Virgen de Luján: «La oración hace milagros, va al centro de la ternura de Dios»

Camino Católico.-  María es Nuestra Madre, nos acompaña en todo momento, y no nos hacen falta ninguna prueba para saber que ella intercede por nosotros. Sin embargo, Dios, en su infinita misericordia, nos regala prodigios como este milagro de la Virgen de Luján que vivió el Papa Francisco.

En la Audiencia General del 12 de mayo, el Santo Padre continuó su ciclo de catequesis sobre la oración. En medio de su explicación catequética, el Sumo Pontífice relató un milagro de la Virgen de Luján, que tuvo la oportunidad de comprobar, en una niña de 9 años curada de una infección mortal. Así lo explico Francisco:

Y muchas veces la oración es un combate. Me viene a la memoria una cosa que viví de cerca, cuando estaba en la otra diócesis. Había una pareja que tenía una hija de nueve años, con una enfermedad que los médicos no sabían lo que era.

Y al final, en el hospital, el médico dijo a la madre: “Señora, llame a su marido”.

Y el marido estaba en el trabajo; eran obreros, trabajando todos los días.

Y dijo al padre: “La niña no pasará de esta noche. Es una infección, no podemos hacer nada”.

Ese hombre, quizá no iba todos los domingos a misa, pero tenía una fe grande. Salió llorando, dejó a la mujer allí con la niña en el hospital, tomó el tren e hizo los setenta kilómetros de distancia hacia la Basílica de la Virgen de Luján, la patrona de Argentina.

Y allí —la basílica estaba ya cerrada, eran casi las diez de la noche— él se aferró a las rejas de la Basílica y toda la noche rezando a la Virgen, combatiendo por la salud de la hija. Esta no es una fantasía, ¡yo lo he visto! Lo he vivido yo.

Combatiendo ese hombre allí. Al final, a las seis de la mañana, se abrió la iglesia y él entró a saludar a la Virgen: toda la noche “combatiendo”, y después volvió a casa.

Cuando llegó, buscó a su mujer, pero no la encontró y pensó: “Se ha ido. No, la Virgen no puede hacerme esto”.

Después la encontró, sonriente que decía: “No sé qué ha pasado; los médicos dicen que ha cambiado así y que ahora está curada”.

Ese hombre luchando con la oración ha obtenido la gracia de la Virgen. La Virgen le ha escuchado. Y esto lo he visto yo: la oración hace milagros, porque la oración va precisamente al centro de la ternura de Dios que nos ama como un padre. Y cuando no se cumple la gracia, hará otra que después veremos con el tiempo.

Pero siempre es necesario el combate en la oración para pedir la gracia. Sí, a veces nosotros pedimos una gracia que necesitamos, pero la pedimos así, sin ganas, sin combatir, pero no se piden así las cosas serias. La oración es un combate y el Señor siempre está con nosotros.

Francisco

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