Papa Francisco en el Ángelus 1-11-17: «Los santos son como los vitrales que dejan entrar la luz de Dios»

* «Estoy profundamente entristecido por los ataques terroristas de estos últimos días en Somalia, Afganistán y ayer en Nueva York. Mientras deploro tales actos de violencia, ruego por los difuntos, por los heridos y sus familiares. Pidamos al Señor que convierta los corazones de los terroristas y libere al mundo del odio y de la locura homicida que abusa del nombre de Dios para sembrar muerte»

Video completo de las palabras del Papa antes de rezar la oración mariana del Ángelus traducidas al español

1 de noviembre de 2017.- (Radio Vaticano Camino Católico) En la Solemnidad de todos los Santos el Papa Francisco rezó el Ángelus con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro, deseosos de escuchar su comentario al Evangelio y recibir su bendición apostólica.

El Santo Padre recordó que se trata de “nuestra fiesta”, porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. A la vez que afirmó que“los santos no son modelitos perfectos, sino personas atravesadas por Dios”. Y agregó que podemos compararlos con los vitrales de las iglesias que dejan entrar la luz con sus diversas tonalidades. De modo que los santos “son nuestros hermanos y hermanas que han acogido la luz de Dios en su corazón y la han transmitido al mundo, cada uno según su propia tonalidad”. Pero todos – añadió el Obispo de Roma – han sido transparentes, han luchado para quitar las manchas y las oscuridades del pecado, de modo que la luz gentil de Dios pueda pasar. Lo que representa, también para nosotros, la finalidad de nuestra vida.

Después del rezo a la Madre de Dios, el Papa Francisco  expresó su repulsa ante el terrorismo que volvió a sembrar dolor en varias partes del mundo. En el video superior se visualizan y escuchan las palabras del Santo Padre antes de la oración mariana del Ángelus, cuyo texto completo es el siguiente:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena fiesta!

La Solemnidad de Todos los Santos es “nuestra” fiesta: no porque nosotros somos buenos, sino porque la santidad de Dios ha tocado nuestra vida. Los santos no son figuritas perfectas, sino personas atravesadas por Dios. Podemos compararlas con los vitrales de las iglesias, que hacen entrar la luz en diversas tonalidades de color. Los santos son nuestros hermanos y hermanas que han recibido la luz de Dios en su corazón y la han transmitida al mundo, cada uno según su propia “tonalidad”. Pero todos han sido transparentes, han luchado por quitar las manchas y las oscuridades del pecado, de tal modo de hacer pasar la luz afectuosa de Dios. Este es el objetivo de la vida: hacer pasar la luz de Dios; y también el objetivo de nuestra vida.

De hecho, hoy en el Evangelio Jesús se dirige a los suyos, a todos nosotros, diciéndonos “Felices” (Mt 5,3). Es la palabra con la cual inicia su predicación, que es “evangelio”, buena noticia porque es el camino de la felicidad. Quien esta con Jesús es bienaventurado, es feliz. La felicidad no está en el tener algo o en el convertirse en alguien, no, la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Ustedes creen esto? ¿Más o menos, no?

La felicidad verdadera no está en el tener algo o en convertirse en alguien; la felicidad verdadera es estar con el Señor y vivir por amor. ¿Creen en esto? ¡Va un poco mejor! Debemos ir adelante, para creer en esto. Entonces, los ingredientes para una vida feliz se llaman bienaventuranzas: son bienaventurados los sencillos, los humildes que hacen lugar a Dios, que saben llorar por los demás y por los propios errores, permanecen humildes, lejos de la justicia, son misericordiosos con todos, custodian la pureza del corazón, trabajan siempre por la paz y permanecen en la alegría, no odian e, incluso cuando sufren, responden al mal con el bien.

Estas son las bienaventuranzas. No exigen gestos clamorosos, no son para súper hombres, sino para quien vive las pruebas y las fatigas de cada día. Para nosotros. Así son los santos: respiran como todos el aire contaminado del mal que existe en el mundo, pero en el camino no pierden jamás de vista el recorrido de Jesús, aquel indicado en las bienaventuranzas, que son como un mapa de la vida cristiana.

Las bienaventuranzas son el mapa de la vida cristiana. Hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada en este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas “de la puerta de al lado”, que tal vez hemos encontrado y conocido. Hoy es una fiesta de familia, de tantas personas sencillas, escondidas que en realidad ayudan a Dios a llevar adelante el mundo. ¡Y existen tantos hoy! Son tantos. Gracias a estos hermanos y hermanas desconocidos que ayudan a Dios a llevar adelante el mundo, que viven entre nosotros, saludémoslos con un fuerte aplauso: ¡todos!

Sobre todo – dice la primera bienaventuranza – son «los pobres de espíritu» (Mt 5,3). ¿Qué cosa significa? Que no viven para el éxito, el poder y el dinero; saben que quien acumula tesoros para sí no se enriquece ante Dios (Cfr. Lc 12,21). Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida, y el amor al prójimo la única verdadera fuente de ganancia. A veces estamos descontentos por algo que nos falta o preocupados si no somos considerados como quisiéramos; recordémonos que no está aquí nuestra felicidad, sino en el Señor y en el amor: sólo con Él, sólo amando se vive como bienaventurado.

Quisiera finalmente citar otra bienaventuranza, que no se encuentra en el Evangelio, sino al final de la Biblia y habla del conclusión de la vida: «Felices los que mueren en el Señor» (Ap 14,13). Mañana seremos llamados a acompañar con la oración con la oración a nuestros difuntos, para que gocen por siempre del Señor. Recordemos con gratitud a nuestros seres queridos y oremos por ellos.

La Madre de Dios, Reina de los Santos y Puerta del Cielo, interceda por nuestro camino de santidad y por nuestros seres queridos que nos han precedido y han ya partido para la Patria celestial.

(Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Estoy profundamente entristecido por los ataques terroristas de estos últimos días en Somalia, Afganistán y ayer en Nueva York. Mientras deploro tales actos de violencia, ruego por los difuntos, por los heridos y sus familiares. Pidamos al Señor que convierta los corazones de los terroristas y libere al mundo del odio y de la locura homicida que abusa del nombre de Dios para sembrar muerte.

Saludo con afecto a todos vosotros peregrinos italianos y de diversos países, a los provenientes de Courbevoi, Francia y de Derry, Irlanda, así como a los fieles de Terrasini, a los jóvenes confirmados de Módena, a la Asociación ‘Comprometerse sirve’.

Dirijo un saludo especial a los participantes en la Carrera de los Santos, promovida por la Fundación ‘Don Bosco en el mundo’ para ofrecer una dimensión de fiesta popular a la celebración religiosa de Todos los Santos. Gracias por vuestra bella iniciativa y por vuestra presencia.

Mañana por la tarde iré al Cementerio Americano de Neptuno y luego a las Fosas Ardeatinas: les pido que me acompañen con la oración en estas dos etapas de memoria y de sufragio por las víctimas de la guerra y de la violencia. Las guerras no producen nada más que cementerios y muerte: es por ello que he querido dar este signo en un momento en el que nuestra humanidad parece que no ha aprendido la lección o no la quiere aprender.

A todos, deseó buena fiesta con la compañía espiritual de los Santos. Por favor, no se olviden de rezar por mi. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

Francisco

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